martes, mayo 21, 2019

Pensar en arte....





Pensar en arte es una forma de ver y encontrarse con el mundo. Conlleva el saber que el arte es, en definitiva, una forma de expresar un interior rico de sensaciones que es estimulado, en ocasiones, por lo que está afuera. Pero estimular quiere decir que se genera una respuesta. No se la crea.
El arte, al ser expresión, varía según cada uno, Así, lo ideal es que adaptemos lo que queremos expresar a la forma artística que esté a nuestro alcance. Sea por recursos, por capacidad, por identidad, por “equivocación”. Con esto último me refiero a elegir un arte que no siempre sea el mejor para uno.
Pensando en esto, del arte como expresión, como necesidad individual, como recurso humano esencial, traté de señalar elementos que me aparecen como esenciales para concretar esto de la mejor manera. Señalo tres. No por definitivos, no por exactos, no por análisis sesudos y completos. Señalo tres por razones personales y, por algo de deformación profesional y otro poco por capricho. Quizás, como diría Borges: “por recuerdos, temores y previsiones”.
1. Romper el corsé: De un modo u otro todos tenemos un corsé que nos limita. Otros le llaman zona de confort. Aquel espacio donde nos acostumbramos a ver el mundo, a reaccionar, a hacer las cosas. El arte es arte porque nos permite desestabilizar lo que se ve, se siente, se cree y, al hacerlo, permite reversionar los sentires, los saberes, los decires.
2. Asumir las oscilaciones: El arte surge de la propia vida, donde aún en la estabilidad mayor, nuestro propio cotidiano nos mece un poco. A veces, de forma sincopada, otras con inconfesables vaivenes. Vivir es moverse y moverse implica encontrarse con lo nuevo, con lo que nos estimula, con lo que rechazamos. Las emociones se deben movilizar.
3. Dimensionar nuestro erotismo: El erotismo adquiere, en este caso, ese trípode que todos debemos asumir mejor: la sensualidad como una forma de explayar los sentidos,  el deseo como un motor incombustible y el placer como una opción humana por excelencia. Permitirnos descubrirlo, expandirlo, dejarlo ser encuentro que abre caminos de expresión maravillosos, aun manteniendo un comportamiento sin estridencias, ni nada lejano a nuestro propio pudor.
Pensar  en arte, es pensar que nuestra humanidad siempre puede redimirse y crecer.


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