Pensar en
arte es una forma de ver y encontrarse con el mundo. Conlleva el saber que el
arte es, en definitiva, una forma de expresar un interior rico de sensaciones
que es estimulado, en ocasiones, por lo que está afuera. Pero estimular quiere
decir que se genera una respuesta. No se la crea.
El arte, al
ser expresión, varía según cada uno, Así, lo ideal es que adaptemos lo que queremos
expresar a la forma artística que esté a nuestro alcance. Sea por recursos, por
capacidad, por identidad, por “equivocación”. Con esto último me refiero a
elegir un arte que no siempre sea el mejor para uno.
Pensando en
esto, del arte como expresión, como necesidad individual, como recurso humano
esencial, traté de señalar elementos que me aparecen como esenciales para
concretar esto de la mejor manera. Señalo tres. No por definitivos, no por
exactos, no por análisis sesudos y completos. Señalo tres por razones
personales y, por algo de deformación profesional y otro poco por capricho.
Quizás, como diría Borges: “por recuerdos, temores y previsiones”.
1. Romper el
corsé: De un modo u otro todos
tenemos un corsé que nos limita. Otros le llaman zona de confort. Aquel espacio
donde nos acostumbramos a ver el mundo, a reaccionar, a hacer las cosas. El
arte es arte porque nos permite desestabilizar lo que se ve, se siente, se cree
y, al hacerlo, permite reversionar los sentires, los saberes, los decires.
2. Asumir
las oscilaciones: El arte surge de la propia vida, donde aún en la estabilidad
mayor, nuestro propio cotidiano nos mece un poco. A veces, de forma sincopada,
otras con inconfesables vaivenes. Vivir es moverse y moverse implica
encontrarse con lo nuevo, con lo que nos estimula, con lo que rechazamos. Las
emociones se deben movilizar.
3.
Dimensionar nuestro erotismo: El erotismo adquiere, en este caso, ese trípode que
todos debemos asumir mejor: la sensualidad como una forma de explayar los
sentidos, el deseo como un motor
incombustible y el placer como una opción humana por excelencia. Permitirnos
descubrirlo, expandirlo, dejarlo ser encuentro que abre caminos de expresión
maravillosos, aun manteniendo un comportamiento sin estridencias, ni nada
lejano a nuestro propio pudor.
Pensar en arte, es
pensar que nuestra humanidad siempre puede redimirse y crecer.
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