Volviendo sobre el tema de las fantasías podemos reconocer
que hay tres partes. Cada una de ellas válidas en sí misma y, por lo tanto, no
necesitan, necesariamente, del paso siguiente para poder ser una manifestación o
una oportunidad clara para el placer. Sin dudas que es bueno poder, en algunos
casos, hacer los tres pasos. Los veamos:
El primer paso es permitirse imaginar. El dejar que la mente acepte que ciertas imágenes sexuales nos tengan como protagonistas. Todo lo que podemos imaginar debe ser estimulado en la medida que esa imaginación nos deleita. Esto tiene que ver con la alfabetización erótica que deberíamos procurar.
El segundo paso es permitirse el decirlas. Dejar que
nuestras palabras verbalicen a nuestra pareja lo que nuestra imaginación ha
escenificado. Aclaración importante, no todo se dice, aunque todo se pueda
decir. Esto tiene que ver con la comunicación erótica que también es una
habilidad que puede ayudarnos dentro del crecimiento de nuestra intimidad, como
espacio de construcción personal.
El tercer paso es ejecutar lo que logramos decir. Llevar a la
práctica esa imagen que construimos. La aclaración es fundamental. No todo lo
que imaginamos se lo debe llevar a la práctica. Esto tiene que ver con la
inteligencia erótica. El decidir qué hacer debería depender, sobre todo, de la
protección, insisto, tanto corporal, como mental, como relacional.
Estos tres pasos no son pasos de superación. Es decir, no es
que una vez hecho esto o aquello no podemos volver atrás. Siempre se puede. Lo
esencial es comprender que el límite no está en lo que hicimos sino en lo que
vamos sintiendo y como nos vamos sintiendo. Por ello siempre es difícil para
los demás comprender que la vida sexual es una decisión personal que se debe
construir cada momento con el otro/a y de la que cada uno es el único director.
Nunca olvidemos que el límite de nuestra fantasía debe ser
lo que produce daño. O sea, lo que nos quite la posibilidad de acceder a la
felicidad. Nunca debemos continuar con aquello que afecte nuestra identidad.
Eso no quiere decir que no podemos intentar cosas que imaginamos. Siempre
podemos intentar, pero no estamos obligados a hacerlo y al hacerlo siempre
tenemos el derecho de decir basta.
La alfabetización, la comunicación y la inteligencia erótica
son elementos que podemos desarrollar y que pueden contribuir positivamente a
una vida sexual saludable, placentera y positiva que repercutirá sobre todo el
resto, sin dudas. Las fantasías sexuales es uno de los recursos que podemos
utilizar. Sí, creo, que es en la fantasía donde esa idea de consentimiento
alcanza una nueva dimensión, dado que habla de la posibilidad de la
comunicación, del encuentro, de la búsqueda, del conocimiento. Bienvenidas,
entonces, las fantasías sexuales que imaginemos. Ojalá que ellas las podamos
decir a alguien que alimente lo lúdico, alguien con quien las podamos compartir
con confianza y, finalmente, será maravilloso que alguna de ellas podamos
concretarlas para hacer que el placer sea el fruto natural que surge de
nuestros sentidos.
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