En estas épocas, donde aprendemos todo lo que pasa en el mundo con una rapidez vertiginosa, nos encontramos con noticias que hacen creer que el mundo y sus habitantes lograron comprender la importancia del momento que vivimos y se esfuerzan por hacer del mundo algo respirable, no sólo, por ejemplo, por el cuidado del medio ambiente –de una urgencia innegable- sino, sobre todo, por el esfuerzo decidido por comprender que sin el otro no hay humanidad posible. Así, podemos encontrar pruebas a diario donde la solidaridad está presente, donde se pone el límite a la violencia como una actitud permanente de personas y, también, manifestaciones claras a favor de una decisión irreversible por conseguir la equidad.
Sin embargo, el ser humano sigue siendo, por otro lado, el
otro límite, aquel donde el odio, la violencia y la sinrazón respiran y se
movilizan por personas. Así, estos días pudimos recibir la noticia de como unas
personas mataron a golpes a otra persona que se llamaba Samuel. Lo hicieron
simplemente porque pudieron hacerlo. No medió otra cosa que el poder sin
control y la estupidez en estado supremo. En España, a la salida de un boliche,
lo que es una actividad festiva donde cada uno la pasa lo mejor posible, la
vida de un hombre terminó porque unas personas pensaron, creyeron, le dijeron o
lo que fuera y, además, nadie tuvo el límite para decir: ¡No!, nunca jamás, la
violencia puede resolver una diferencia. En la agresión aparecieron los
insultos homofóbicos, porque hay varones que, por un razonamiento demasiado
básico, creen que eso, le da un sentido a su estupidez completa. A su falta de
capacidad de comprender que somos humanos porque evolucionamos desde los
primates hasta ese estado superior fue, entre otras, porque la naturaleza nos
ofreció la diversidad como hecho sustantivo de todo y, por lo esencial que es
la alteridad, o sea que el otro es otro y yo también soy el otro de alguien;
esos dos elementos, diversidad y alteridad, son las mayores riquezas que existen,
a pesar que tantos se obsedan con negarlo a diario. Por eso estoy convencido
que seguir pensando que algún tipo de fobia lleve a matar, porque el otro es
diferente, es diverso o lo que fuera, es desperdiciar la posibilidad cierta que
tenemos de seguir evolucionando.
Hace unos días terminó junio y con ello el mes que se dedica
al “orgullo” y que está asociado al orgullo LGBT. Un mes, que tiene su día
particular el 28 de junio, que procura concientizar no sobre la diversidad en
sí mismo, sino para comprender que es necesario buscar una sociedad más
tolerante e igualitaria. Que levante la mano quien no la quiere. Pues, quienes
no la levanten son el problema. Porque la humanidad no dejará de evolucionar a
pesar de ellos. Está claro el norte, la diversidad, la equidad, la no
violencia.
Samuel fue asesinado. El era homosexual. No fue asesinado
por eso, eso fue una excusa. Porque una turba que mata, precisa excusas, ya que
nunca jamás tendrá razones. Duele, como duele cualquier muerte que pasa porque
alguien tiene poder y cree que la violencia tiene cabida como recurso. Frente a
ello, los que levantamos la mano por una sociedad que evolucione, debemos
insistir en las manos levantadas pidiendo lo necesario: educación sexual para
ser más humanos, equidad para ser más justos y libertad para que el amor
expresado sea más que un derecho, sea una necesidad imperiosa.
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