A veces me causa gracia, otras, pena y también me genera rabia. Algunas veces me desconcierta, muchas me intimida. Me produce también una sensación ambigua de duda por pensar que puedo estar haciendo lo mismo. Me estoy refiriendo a esa actitud propia de esta época de hablar de algo utilizando argumentos propios de los opuestos. De este modo, los que acusan a alguien de fascistas utilizan argumentaciones, tonos y posturas completa y definitivamente fascistas. Los que pregonan la tolerancia como norma hacen ostentación de la intolerancia como actitud permanente. Los que acusan a alguien de teoría solo se basan en su teoría para definir las cosas y, los que más me generan sentimientos de rabia, son los que hablan de democracia justificando comportamientos totalmente totalitarios, dictatoriales y opuestos a una idea de sistema democrática, que esta basado en la posibilidad cierta del disenso productivo.
Esa masa de gente que va por la vida creyendo que ideología solo es lo que los demás tienen, pues lo de ellos solo es verdad pura, dura y, sobre todo objetiva es, según mi visión, la principal responsable de muchos de los problemas sociales, culturales y políticos de nuestras sociedades. Son los que creen en las estadísticas que acompañan sus razonamientos, los que les gusta escuchar los dichos que respaldan su propia visión de los hechos, los que utilizan la misma vara para medir dos cosas diferentes pero dicen que no lo hacen y menos cuando utilizan diferentes varas para medir lo mismo. Son los que fomentan los poderes autocráticos, dictatoriales y que permiten que la injusticia se adueñe del entorno. Son aquellos que van por la vida creyendo que son rebeldes, revolucionarios, fomentadores de la igualdad y del derecho cuando en realidad son los cómodos de siempre que son utilizados como rebaños por los que están en el poder, que son aquellos que sólo están buscando su propio beneficio utilizando argumentos diferentes a los que usaron el poder anterior.
La lucha contra el poder hegemónico es una lucha permanente que siempre va el encuentro de cualquier intento de utilizar la verdad como aplanadora, la fuerza como recurso y la sin razón como argumentación.
La lucha ideológica siempre existirá, es parte de lo que nos hace ser humano, la capacidad de abstracción para generar ideas. Negarla en una ambición desmedida de ser dioses que están más allá del bien y del mal. El discurso para preconizar un mundo aséptico es solo una de las formas de ser serviciales para el poder que, definitivamente, pretende imponer un punto de vista sobre otro, que no procura la construcción como norma y que normalmente va al encuentro de toda posibilidad cierta de crecimiento en las personas..
Jueves, 13 de Octubre de 2005
Esa masa de gente que va por la vida creyendo que ideología solo es lo que los demás tienen, pues lo de ellos solo es verdad pura, dura y, sobre todo objetiva es, según mi visión, la principal responsable de muchos de los problemas sociales, culturales y políticos de nuestras sociedades. Son los que creen en las estadísticas que acompañan sus razonamientos, los que les gusta escuchar los dichos que respaldan su propia visión de los hechos, los que utilizan la misma vara para medir dos cosas diferentes pero dicen que no lo hacen y menos cuando utilizan diferentes varas para medir lo mismo. Son los que fomentan los poderes autocráticos, dictatoriales y que permiten que la injusticia se adueñe del entorno. Son aquellos que van por la vida creyendo que son rebeldes, revolucionarios, fomentadores de la igualdad y del derecho cuando en realidad son los cómodos de siempre que son utilizados como rebaños por los que están en el poder, que son aquellos que sólo están buscando su propio beneficio utilizando argumentos diferentes a los que usaron el poder anterior.
La lucha contra el poder hegemónico es una lucha permanente que siempre va el encuentro de cualquier intento de utilizar la verdad como aplanadora, la fuerza como recurso y la sin razón como argumentación.
La lucha ideológica siempre existirá, es parte de lo que nos hace ser humano, la capacidad de abstracción para generar ideas. Negarla en una ambición desmedida de ser dioses que están más allá del bien y del mal. El discurso para preconizar un mundo aséptico es solo una de las formas de ser serviciales para el poder que, definitivamente, pretende imponer un punto de vista sobre otro, que no procura la construcción como norma y que normalmente va al encuentro de toda posibilidad cierta de crecimiento en las personas..
Jueves, 13 de Octubre de 2005