Leer una entrevista con Saramago me reconcilia con el mundo. Será por que significa leer palabras que tienen eco de emociones y sabor de pura sinceridad. Son como aquellos encuentros que uno siempre sueña. Esos encuentros que uno se imagina teniendo en una charla de café, con él o con Juanito, “el Serrat”. Será porque son personas con las que uno tiene la convicción que escucharlas es empalagarse de utopías que permiten soñar y de realidades que nos permiten creer.
Una entrevista con Don José, es para mí, como una antología de valores, esas que trasmiten belleza entre las comas (como quedé alucinado con el uso vertiginoso que hace de ese signo de puntuación, aquel que tanto trabajo me cuesta).
¡Qué sé yo!, será amor a primera vista como dicen. Desde que leí la Caverna, o tal vez desde que lloré, con emoción total, leyendo el discurso que dio cuando recibió el Nóbel. Sea lo que fuera, lo cierto es que Saramago es más que un escritor, es la ambición de pensar que es posible encontrar en este mundo tan complicado a esas personas, las que van por la vida con la claridad de sus palabras, las dudas de sus inquietudes y la perseverancia que los caminos de la vida enseñan. Y si es posible encontrarlas, ¿por qué no imaginar que uno puede compartir una charla en un café con ellas?
No sé, Don José, cuando podré darme el gusto de sentarme con Usted a escucharle (sé que no podré contenerme y le daré la “lata” como dicen por allí con mis ideas, quizás porque, con mis limitaciones, pretenden ser el eco de algunas de vuestras ideas). Pero si esta vida no alcanza para este encuentro quisiera decirle que es una de esas personas a las que Borges llamaba “Los Justos”. Esas personas que, aún sin saberlo, están salvando a la humanidad.
E, Miércoles, 26 de Octubre de 2005
Una entrevista con Don José, es para mí, como una antología de valores, esas que trasmiten belleza entre las comas (como quedé alucinado con el uso vertiginoso que hace de ese signo de puntuación, aquel que tanto trabajo me cuesta).
¡Qué sé yo!, será amor a primera vista como dicen. Desde que leí la Caverna, o tal vez desde que lloré, con emoción total, leyendo el discurso que dio cuando recibió el Nóbel. Sea lo que fuera, lo cierto es que Saramago es más que un escritor, es la ambición de pensar que es posible encontrar en este mundo tan complicado a esas personas, las que van por la vida con la claridad de sus palabras, las dudas de sus inquietudes y la perseverancia que los caminos de la vida enseñan. Y si es posible encontrarlas, ¿por qué no imaginar que uno puede compartir una charla en un café con ellas?
No sé, Don José, cuando podré darme el gusto de sentarme con Usted a escucharle (sé que no podré contenerme y le daré la “lata” como dicen por allí con mis ideas, quizás porque, con mis limitaciones, pretenden ser el eco de algunas de vuestras ideas). Pero si esta vida no alcanza para este encuentro quisiera decirle que es una de esas personas a las que Borges llamaba “Los Justos”. Esas personas que, aún sin saberlo, están salvando a la humanidad.
E, Miércoles, 26 de Octubre de 2005