domingo, julio 13, 2014

Futbol

Hoy termina el mundial. Juega Argentina y uno quiere que gane. Seguramente sufriré la tensión del momento. Eso espero y más aún espero que luego la liberación sea la alegría.
El fútbol es un deporte y como tal sirve para canalizar emociones. Si las emociones –que no son tantas- coinciden con la del otro se las comparte y se las potencia. Es así de simple. Son emociones. Pocas personas son tan estúpidas para creer que esa emoción implica un nuevo mundo. Es más hay más persona estúpidas que creen que los que comparten la emoción del momento, por ejemplo, de esta final, son ignorantes de la realidad y se dejan engañar por espejitos de color. Esa gente que se cree inteligente al acusar a los que se “emocionan fácilmente” con esto son, definitivamente más estúpidos.

El fútbol no cambia nada de nada en la vida cotidiana, la que pasa más allá de esos noventa minutos que le dedicamos (ojala ganemos allí, sin tiempo de alargue y – Dios quiera- menos que menos en los penales: necesito mi corazón tranquilo). Pero, como diría Rodin: “útil es todo lo que nos da felicidad”. Así que hoy es esos días que vale “Vamos, carajo, vamos Argentina a ganar”

Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...