La educación es un derecho de las personas, del cual nadie debería ser
privado. Lo sabemos. Los padres y madres tantas veces luchamos contra niños que,
por algún capricho, no quieren ir a la escuela e insistimos en la importancia
de hacerlo.
Lo hacemos porque estamos convencidos que la educación es un bien
intangible, una de las herencias fundamentales que podemos darles, la clave de la independencia y autonomía. Creemos que
es el modo de hacer que nuestros niños tengan raíces y alas. Así, aspiramos que
la educación siga el compás de los tiempos y que se actualicen los contenidos,
las formas y la creatividad para conseguir que los educandos reciban la mejor
información y, también, que adquieran “habilidades para la vida”, como también
que fortalezcan aquellos valores más positivos para el grupo humano al que
pertenecemos.
Se ha podido ver por el crecimiento exponencial de situaciones de
violencia que la “ideología machista”, que tanto ha perdurado en la educación,
no es un buen modelo educativo. No sirve para ayudar a las personas a ser más
felices; no ayuda para nada en prevenir situaciones de violencia y, tampoco,
para conseguir que haya más equidad, inclusión; ayuda aún menos a aprovechar la
riqueza de la diversidad humana, que es el epicentro de las mejores
posibilidades para una humanidad plena.
Quiero insistir que la educación sexual integral es un camino real para mejorar las posibilidades de ser mejores y, entre otras cosas, de prevenir la violencia. La educación sexual es hoy un camino muy concreto, bajo constante análisis y estudio, que permite integrar no sólo conocimientos, sino fortalecer valores deseables, urgentes, necesarios e imprescindibles y, también, para desarrollar habilidades para que los educandos tengan mayor posibilidad de vivir y de construir un mundo mejor. Resistirse a esto es lógico en aquellos que defienden una “ideología machista”. De ellos esperamos eso. La pregunta esencial sería “Los que no la defendemos, ¿seguiremos paralizados al respecto? O, finalmente, exigiremos una educación sexual integral que, entre sus considerandos, está el recuperar mucho la comunidad educativa. Este próximo 25 de noviembre es el día de lucha contra la violencia contra la mujer. Tal vez sea un buen momento para exigir que la educación sea el camino como siempre pregonamos para conseguir que la violencia machista se pueda eliminar.