Eso sólo
sería posible si el aborto sería legal. Pero no, se perdió esa oportunidad. Se
perdió la oportunidad al no legalizarlo. Es curioso que no se den cuenta de
eso, los que creen luchar por la mejor causa. Si el aborto es legal la consulta
médica se hace, donde si el quehacer médico funciona se escucha adecuadamente a
la paciente, se escucha claramente lo que está pidiendo y se le ofrece
soluciones posibles y juntos con ella se construye la mejor opción. Así, se
deriva cuando la solución escapa de nuestras manos (por especialización o por
“objeción de conciencia” – ¡qué expresión justa que puede llegar a ser patética
en ocasiones!). Pero también a nivel social se esfuerzan por resolver temas
como la adopción con rapidez y apoyo socio-emocional y económico. Además se
esfuerzan en que el programa de educación sexual integral sea una forma
contundente de acción sostenida, sistemática, científica, humana, activa y con
un esfuerzo real.
Si, salvar
las dos vidas cuando se puede, implica no prohibir lo que se hace, con ley o
sin ley, sino generar cambios a partir de la realidad. Cada cual con sus
convicciones. Cada cual con lo que quiera poner, pero después de todo, lo que
importa es que el otro –ni uno- sufra porque alguien sentadito en un lugar de
poder lo decida.
Vamos,
carajo, esta oportunidad pasó….pero la próxima está a la vuelta de la esquina.
Se puede. El objetivo es claro: que la sexualidad cumpla su función: contar la
historia de cada uno hecha en el cotidiano con la libertad que se consigue a
cada paso. Con la sensación hermosa de descubrir la suma de nuestras
capacidades y de poder, decidir, con autonomía
como podemos crecer mejor, disfrutar más y ser más nosotros mismos, cada instante.
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