Breve
introducción para argentinos “pseudo anti-fachistas”
Aunque lo considero innecesario (y comprendiendo que
–lo espero fervientemente- la mayoría considere que es un “insulto” a su
inteligencia), debo aclarar lo siguiente para los ocasionales lectores de este
micro-manifiesto:
Creo que tanto la dictadura y la tiranía son
intrínsecamente malas y por lo tanto afectan a los derechos humanos y no deben
ser defendidas ni aceptadas. Es más no creo que existan argumentos para ser
defendidas seriamente. Sean estas de cualquiera grupo político. Creo, también,
que las monarquías–aunque sean más aceptadas- deberían tener el mismo concepto:
afecta a los derechos humanos y, con ello alcanza, para ser desterradas como
forma de gobierno aunque perduren como material para generar revistas y esas
cosas. O sea, afirmo que en el siglo XXI el concepto de rey confronta
directamente con la noción que todos somos iguales. Por ello, alego categóricamente
que jamás, ninguno de mis argumentos, va a la defensa de la existencia de
ninguna de estas tres formas de gobierno. Si así lo lees, definitivamente estás
leyendo mal.
Va,
entonces, mi manifiesto
Yo, como ciudadano argentino mayor de edad y legalmente
autorizado (y obligado por ley) a ir a elecciones para optar por un ciudadano
argentino como parlamentario o concejal, que no es otra cosa que una persona
que “como dicen ellos mismos” son “empleados del “famoso” pueblo. Aclaro que, a
pesar ser aún de clase media, o sea un trabajador común, sigo siendo parte de
ese pueblo aunque algunos discursillos, que no acepto, me quieran dejar afuera
o, curiosidad, por el simple hecho de no aceptar sus discursos. Lo que voy es
que mi voto es para elegir un empleado que, además será pagado, por medio de
los impuestos. En principio un simple trabajador del pueblo.
Dicho esto no puedo elegir jamás a un empleado para
un empleo que permita criterios que no se consentirían en ningún empleo que se
pretenda serio y necesario para el bienestar del pueblo. Es decir, que no
quiero que un ciudadano reciba mi “voto” para acceder a un cargo donde lo
siguiente dependiendo únicamente de la
conciencia del elegido o sea que está autorizado “legalmente”:
1- No
asistir nunca al trabajo. El único trabajador público que puede ir al laburo y
decidir no asistir porque el “clima de la votación” no le conviene al partido,
porque decide que tiene que hacer un viaje para ver un partido de futbol o
simplemente porque hay mucho sol, lluvia, nieve, brisa, viento o lo que fuera,
es el legislador.
2- A
ser testimonial si le surge una opción mejor. Aun diciendo en campaña que no lo
hará. Es decir, puede mentir públicamente sobre el cargo que va a ocupar y eso
no le implica ningún tipo de dificultad ni personal, ni partidaria, ni
patrimonial. Incluyo en testimonial no cumplir un mandato de diputado/a, por
ejemplo, para en la elección siguiente ser candidato/a a senador/a y saltar de
cargo en cargo.
3- Formar
parte de una lista sábana, ocultando sus antecedentes, capacidades, historial
policial o lo que fuera bajo un lema o un slogan “in-creíble” no por magnifico
sino porque nadie lo cree actualmente.
4- Presentar
durante todo su periodo laboral (los cuatro años) la suma impresionante de
“cero” proyecto de ley que sirva para la comunidad o para alguien.
5- Acceder
al cargo sin tener ningún conocimiento de ningún tipo sobre nada, aunque puedan
ser premio nobel. El conocimiento no es ninguna exigencia. Ni saber datos
mínimos de su provincia.
6- Ser
juez y parte sobre todo de sus beneficios Ellos pueden decidir cuánto van a cobrar y como lo harán y
no alcanza como defensa que muestren en que lo gastan, ni las personas que
ayudan.
7- Que
puedan acceder y ser protegidos por sus pares ante delitos y procesamientos,
algo que sus electores no tienen como beneficios.
8- Que
puedan nombrar con sueldos onerosos a quienes quieran como asesor/a sin que
deba mediar alguna capacidad real de esas personas. Los asesores no deben
mostrar ninguna condición especial, pueden acceder sólo por ser “militante”.
9- Que
nombren como funcionarios a familiares directos e indirectos o amantes o
amigos, tengan o no alguna condición para el cargo, esto gracias a la magia del
poder legislativo.
10- Recibir
beneficios de “vacaciones”, “traslado” y “otros” sin ningún mérito específico y
sin límites de cuantía, todo bajo la consigna es el pueblo el que paga y yo soy
el que decide que es importante o mis pares.
11- Que
a pesar de su ineficacia legislativa, su banca se renueve sólo porque el que
arma la lista lo ponga en un puesto accesible o porque los que están encima
renuncien para tomar un segundo cargo.
12- Que
puedan nombrar como sucesores a familiares, lo que depende sólo de su posición
partidaria.
13- Que
tengan vacaciones durante tres meses por un anacronismo constitucional de 1853.
Las sesiones extraordinarias en un mundo tan activo es un anacronismo que
estaba relacionado directamente con el tiempo que demoraba el regreso a sus
pagos en la época de las carretas.
Además queda claro que es el único trabajo donde:
14- Si
su trabajo repercute negativamente sobre la sociedad no tiene ninguna
responsabilidad directa por ello.
15- El
cargo legislativo es una escalera para ser empresario o nuevos cargos de buen
salario, cero responsabilidades y muchos beneficios.
16- Cada
legislador posee una cantidad de empleados que pueden hacer su trabajo y el de
varios legislados que serán pagados por el estado. O sea, el prácticamente
puede ser un inútil total para el cargo y ser mantenido durante años y
renovarse el mismo por decisión totalmente funcional a algún tipo de poder.
Dado que todo eso es posible, es decir no existe
impedimento real para que todo lo dicho se pueda concretar es que decido no ser
participe que uno de mis con-ciudadanos reciba mi voto.
Además hoy no puedo elegir a una persona específica y
no a una lista.
Sé, por otro lado, que eso no impedirá en nuestro
sistema electoral ningún problema para que alguno sea elegido y pueda hacer, punto por punto, cada uno de estos elementos.
Comprendo, también, que mi voto impugnado o no
presentado favorece que los que se aprovechan del sistema se beneficien. Pero
estoy convencido que la responsabilidad absoluta que eso no pase pasa por el
mismo poder legislativo que tiene que mostrar transparencia, “ética” y respeto
por las instituciones en la práctica. Además que el sistema judicial debería
dejar de razonar a favor del poder y ser más ejecutivo en buscar las formas de
acotar realmente el uso y abuso de las instituciones.
Por ello sostengo, enfáticamente, que más allá de los
valores morales que mis con-ciudadanos puedan tener y que lo mantengan en su
cargo electivo es deber del sistema que el control sea quien impida que estos
abusos existan. La moral y la honestidad están buenísimas que estén presentes
pero, quiero que cuando ellas no estén alguien real, concreto, rápido y eficaz
actúe en el marco de la ley. Todo esto con una premisa esencial a comprender:
la corrupción mata, la corrupción afecta a los DDHH y a eso hay que hacer algo
AHORA, no en dos, cuatro o cien años. Porque la defensa, promoción y ejercicio
de los DDHH siempre debe ser en presente efectivo.
Que la corrupción tenga condena, castigo y devolución
lo más rápido posible. Eso es lo que necesitamos, el resto son chicanas del
poder para mantener el uso y abuso del mismo. No, ya no alcanza con “leyes
opcionales” de transparencia y honestidad.
Quiero, en definitiva la misma moneda para todos.
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