¿Existe el límite para el
humor? No. No lo existe. La respuesta debería ser rápida y contundente. Pero
los matices aparecen después cuando el análisis es un poco más detallado. ¿Nos
reímos de todo? La respuesta es categórica también: ¡No! Ya de entrada hay diferentes
tipos de humor y nos enganchamos más con uno o con el otro. Así, hay hasta un humor simple que no todos entienden y, por consiguiente, no se ríen o, a lo
sumo, se contagian de la risa cercana. Si aún indagamos más cuestiones
aparecen otros elementos. ¿Ofende el humor? Pues claro, uno tiene el derecho de
ofenderse con aquello que le resulta hiriente. Es lógico que eso pase. No sólo
con el humor, valga decirlo.
Pero agreguemos algo más: ¿un buen chiste siempre causa gracia?
No, depende mucho de quien lo cuenta. El famoso sentido del humor o el famoso "timing" que se puede tener o no. Definitivamente, más variables
y más preguntas. Todo reducido en una gran máxima: el ser humano y lo que le
acontece es muy simple vivirlo, pero muy complejo de analizarlo. Las
simplificaciones son formas de hacerlo explicable, entendible y transmisible.
¿Se debe permitir todo tipo
de humor? Esta es la pregunta. Primero uno no puede evitarlo. Cada uno puede
hoy reírse de lo que quiere y netflix, youtube o google te permiten acceder a
cualquier humor. Hasta el más desagradable para gran parte de la población. El
permiso implica un poder, implica una forma de censura sobre un hecho que
representa una forma de arte que, valga decirlo, también incluye el mal gusto.
Sin embargo, como sociedad
tenemos deseos y obligaciones de hacer más vivible el día a día, protegiendo a
quienes necesitan protección y garantizando que todos puedan hacerla valer. No
obstante, sabemos que eso es, por lo menos irregular en la mayoría de las
sociedades, ya que siempre está establecido en función de algún tipo de poder.
A partir de ello reformulo mi sentencia. Toda sociedad debería establecer
límites donde el daño se debe evitar o circunscribir. Limites tan claros que no
quepan dudas. Esto sin discusión, con una búsqueda cotidiana de formas de hacerlo.
Pero, no creo que el humor sea quien deba tener límites. Por más que
claramente cierto humor no me produce, ni me producirá gracia. Creo que sería
importante que los delitos que dañen, las actitudes que produzcan perjuicio
deban ser valoradas no según la escala del humor, sino del encuentro.
Ejemplificando: reírse de la gordura no debería ser un problema, el bullying sí, siempre y, allí, no debemos
ceder y hacer todo lo posible para que quienes sufran algo tengan formas de evitarlo, de protegerse y de ser incluidos.
De allí surge el otro
elemento clave de todo: el contexto. El boxeo delimita un contexto donde tiene
sentido el golpear al otro. Aún más, en las artes marciales mixtas aceptamos
como válido lo que nos produciría horror ver en la calle y que sería causa de
denuncia. El contexto lo marca, definitivamente. La cercanía al hecho, o como
bien dijo Mark Twain: "El humor es igual a tragedia más tiempo",
alguno también parafraseándolo agregan “distancia”, que incluye la física o la
temporal. Nos reímos porque nuestro cerebro reacciona a algo que lo estimula en
ese sentido y porque los inhibidores mentales no lo impiden, quizás.
En definitiva, el humor no
es universal pero el reírse es humano. Quizás, valga subscribir a Sigmund Freud
en esto: "El humor es la manifestación más elevada de los mecanismos de
adaptación del individuo”. Sin límites al humor, sin censura, pero con la
libertad de nunca tener que aceptar lo que no se quiere, lo que no se desea, lo
que hace daño. Quizás por allí está el camino a una sociedad más evolucionada.
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