Uno ansia que todo será mejor. La humanidad
habrá aprendido la lección, insisten. Lo creen, lo dicen, lo imaginan, lo
esperan, lo argumentan. Sin embargo, la humanidad no existe como tal, sólo es
una forma de llamar a todos los seres humanos. Sí, es una obviedad tonta. Pero
permítanme explicar. Los seres humanos somos capaces de todo lo que los humanos
logramos hacer. Desde la nobleza sincera, hasta la crueldad sin límites. Somos
colectivamente un poco de todo, pero, individualmente, sólo una parte de ese todo.
Así que como si fuera otro tema, creo que la mayoría ya se puede encontrar
definidos y esta cuarentena solo generará que la mayoría de las personas vean
consolidando sus opciones. En pocos casos, habrá cambios positivos. En ese
grupo que todavía no se había manifestado. Algunos de ellos, quizás, sean
duraderos. Más concretamente, creo que los que eran solidarios lo seguirán
siendo luego de la cuarentena, crisis, tormenta o lo que fuera. Por su parte, los que no lo eran, la
mayoría volverán a ser egoístas, despreciativos y asociales. No se cambia la
naturaleza tan fácilmente, aun cuando el universo parezca conspirar.
Sí, es época para ser más confiados en la
esperanza. Ser optimista en relación a la humanidad. Estoy de acuerdo. Sin
embargo, disiento en la forma de hacerlo. Creo que la esperanza parte de la
realidad posible y el optimismo surge de lo que es y no de la magia.
No, no mejoraremos tanto, quizás un poco. Los
egoístas, los no solidarios, los que se aprovechan de lo que pueden, los que abusan
del poder, los que sacan beneficios de cualquier cosa, los que descartan a
quienes no sirven, los que solo ambicionan lujos, dinero e imagen, todos esos
seguirán y, hasta peores, porque vieron que el mundo es frágil y la vida finita
como nunca, quizás. Del otro lado seguirán también presentes aquellos que creen
que el otro es más importante que nada, que la mano extendida, que el abrazo
que dice presencia, cariño y bálsamo es tan fácil y necesario. Los que son
solidarios porque no saben hacerlo de otro modo. Los que aman sobre todas las
cosas. Los que se ofrecen, los que están dispuestos, los que creen que somos
ángeles siendo muy terrenales. También aquellos que sólo hacen lo suyo, pero
intentan hacerlo mejor sin producir ningún daño y si lo hacen, buscan
recomponerlo porque es lo que se debe hacer. Todos esos que Borges les llamó
los justos, los que salvan la humanidad. Luego de esto, seguiremos siendo
humanos.
En esta realidad lo que importa, o quizás sea
lo que necesitamos, es que esa parte de la humanidad que aún puede ser tentada a
ser mejores, vean los ejemplos positivos que aparecieron con más evidencia, más
claros, más contundentes, más visibles y más necesarios. Tal vez así, haya más
posibilidades que nunca que los “justos”, los imprescindibles, los seres
humanos que son realmente necesarios para una humanización positiva prevalezcan. En esta posibilidad -esperanza- está, quizás, lo que nos
alienta.
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