Esta pandemia ha puesto más en evidencia lo
que llamaría la triple paradoja de la sexualidad. Las veamos:
1-
Paradoja de la totalidad, pero de
la parte: La sexualidad lo decimos desde siempre es la complejidad del ser humano
en todos sus esferas, componentes y actividades, sin embargo, la reducimos en
el cotidiano a la función sexual. La vida sexual como actividad de búsqueda del
placer y de manifestación del deseo es donde se conjuga ese universo de la
persona.
2-
Paradoja del infinito potencial,
pero del real acotado: Hace un tiempo que digo que la humanidad es capaz de un
infinito universo de actividades en la sexualidad, sin embargo, uno, tiene
límites. Es decir, todo es posible para la humanidad, pero no todo es posible
para mí. Por elección, por salud, por equilibrio, por momento, por lo que
fuera. Reconocer eso nos ayuda a dos cosas: estar en la zona donde más
disfrutamos y darnos el lujo y la libertad de avanzar a otras zonas cuando queramos.
3-
Paradoja de abanico posible. pero
del centro buscado: las recomendaciones sobre la práctica sexual en esta
pandemia han puesto en evidencia que lo coital ocupa un lugar bastante central
aun cuando abrimos el abanico. Como si todo debería conducir directa o
indirectamente a ello, en algún momento de la secuencia. No creo que sea así,
pero apareció con más fuerza y evidencia en esta realidad.
Frente a estas paradojas, quizás convenga
recordar que la vida sexual plena se establece a través de una tríada
insoslayable: a- el autoconocimiento: cuanto más conozco mis propios senderos
del placer, del deseo y de mis límites más puedo descubrir, ampliar y
disfrutar; b- el consentimiento: la capacidad de poder avanzar sabiendo que es
mi libertad la que decide por donde, hasta cuándo, cómo y qué es lo que deseo
hacer. En este sentido nadie tiene la potestad real para decidir por mí. 3- La comunicación:
la capacidad exclusivamente humana que tenemos con la claridad que dispongamos
de decir lo que deseamos, de fijar nuestros límites y de pedir. La comunicación
no es lo sólo lo que hace que la sexualidad sea sólo humana, sino la que
permite que el placer sea potencialmente infinito para todo ser humano.
Como verán, el trípode de la sexualidad plena –
o sea con una salud sexual completa y enriquecedora- se genera con una clave
que no debemos olvidar jamás: una educación sexual integral. He allí un norte,
una ambición, un deseo, un plan.
interesantes tus reflexiones paradojales . hace bien para pensarlas
ResponderBorrar