Quienes cuestionan al psicoanálisis suelen
utilizar como broma trivial el decir que el mismo es fácil: sería como tirar la
moneda y que el psicoanalista te diga: si sale cara, gano y si sale cruz,
pierde usted. Obviamente es una simplificación enorme que no se merece discutir
profundamente. Pero si la refiero es porque estuve pensando sobre algo que
aparece desde esta práctica y que hoy se generalizó a muchas otras situaciones:
la resistencia al cambio. Alguien propone una postura nueva o un cambio
completo de algo y los demás no la aceptan con los más variados argumentos y se
utilizar como defensa: “es resistente al cambio”.
Una aclaración: si creo que es posible que sea
“resistencia al cambio” lo que no creo, y por aquí van los tiros para mí, que
sea la única opción cuando alguien se opone a una propuesta. Es decir, no creo que la “resistencia al cambio”, sea en sí mismo negativa.
Las propuestas de cambio, sean cual fueran, deberían ser “propuestas”, por lo
tanto, abiertas a la discusión, al análisis y, sobre todo al consenso y al disenso. Pero, lo
sabemos, está más relacionadas con el poder, como capacidad que alguien tiene
para hacer que el otro acepte lo que se dice, se plantea o se exige.
El poder es intrínsecamente humano y se manifiesta
en la acción utilizando diferentes estrategias o recursos. De un modo u otro el
uso del mismo se muestra en términos de resultados: la otra persona hace, dice,
actúa en términos de los considerandos de quien tiene el poder. Repito, no es
negativo en sí mismo, es una forma concreta de acción humana. Recordemos que se
habla del “poder del amor”.
Retomando la idea: ¿Cuándo decimos que alguien
es resistente al cambio? ¿Qué decimos? ¿Qué el otro es terco y no quiere cambiar?
¿Qué la propuesta que hacemos no lo convenció? ¿Qué se niega a aceptar las novedades que uno presenta? ¿Qué no acepta lo que sabemos que es lo mejor? ¿Algunas vez pensamos como opción que la respuesta es me quedé sin argumentos y ahora ataco? A veces nos preguntamos si ¿Habré sido claro para convencer? O, nos plantemos como hipótesis ¿Será que hay otras
propuestas más sólidas que la que yo ofrezco?
El poder es inevitable, por ser intrínseco al
ser humano, repito. Por ello, creo que debemos esforzarnos que este no sea
nunca abusivo, que no haga daño innecesario, que no aísle a nadie, que no
afecta de manera cruel e injusta, que no produzca retrocesos en la humanidad.
Esto sin dudas. Para ello, obviamente, la comunicación es el recurso
fundamental que el ser humano debe erigir, desarrollar, construir, asimilar y
potenciar. Una comunicación basada en el encuentro con el otro, en la intención
innegociable de buscar consensos y la forma certera de producir paz y futuro.
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