Durante mucho tiempo no fui muy adepto a los “días
de…” me parecían una suerte de innecesario. Luego, me di cuenta que está bueno
recordar lo que es importante, necesario. Conmemorar lo que nos duele y nos
hace querer mejorar. Días para hacer pausas y, de ese modo, celebrar logros,
avances, pequeños o grandes pasos o, en ocasiones, darnos cuenta que algo es increíblemente bueno y que cada día deberíamos celebrarlo, se merece, al menos, el dedicarse
un día para eso. El trabajo valga por eso, recordar a los “mártires de Chicago”,
pensar lo que falta y celebrar que uno tiene un trabajo.
Pero (siempre hay un “pero” para algunos), lo
sabemos el trabajo no es igual para todos. Algunos pueden, literalmente,
celebrar un día por su trabajo cuando lo deseen. Si, están los que pueden interrumpir
su faena sin pedir permiso a nadie, comer lo que se les antoja, beber sin
pausa, deleitarse sin preguntarse nada, ni cuestionarse ni lo más mínimo.
Otros, lo sabemos, necesitan su trabajo en el día a día porque eso alcanza para
poco y, quizás sólo para comer, sin tanto deleite, ni lujos ni nada. Muchos
están en el medio. Otros, siempre demasiados sin importar cuantos son, están
con el dolor de no tener trabajo. Esta es la realidad del trabajo por donde
andamos viviendo.
Pues eso es lo que es. La inequidad, la
injusticia, la ambición, la soberbia, la acaparación, la ilegalidad, el abuso,
el ultraje, la humillación entre otros males, forma parte de nuestra humanidad.
Hoy, valdría acordarse de eso bastante. Pero, también lo forma el resto: el
esfuerzo que se hace por la equidad, la justicia como tentativa humana de
humanizar, la humildad como inevitable en tantas personas, la generosidad como
fruto jugoso que sale tantas veces, la solidaridad como forma de encuentro, la
legalidad como consenso, la ternura como normativa interna, el trabajo como
dignidad irrenunciable.
Así que si, hoy el día del trabajador nos debe
hablar de esas cosas simples que nos permiten el lujo de una sonrisa porque lo
intentamos con la fuerza que nuestra humanidad nos permite, aquella que no hace
daño, sino que nos eleva: hacer lo que hacemos, pensando que ponemos en ello,
lo mejor que hay, quizás así, realmente podemos ser parte de, como diría
Borges, “los justos” que pueden salvar al mundo.
Que suerte que lo escribiste .las palabras pertinentes como refugio !!
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