lunes, septiembre 14, 2020

La Salud sexual








Salud sexual

 

Más allá de la importancia que tiene todo lo realizado y los servicios esenciales que actualmente se genera en torno a las cuestiones sobre la salud sexual y la salud reproductiva, creo que la salud sexual necesita independizarse de la salud reproductiva tanto a nivel de políticas públicas como de la atención sanitaria, como, también, en enunciados sociales, incluyendo las reivindicaciones públicas y las investigaciones acordes.

No digo nada nuevo cuando señalo que son dos universos diferentes que, si bien se pueden relacionar son dos esferas diferentes, con lógicas, con contenidos, cuestiones abarcativas, propuestas terapéuticas y diagnósticas, entre tantas cosas, diferentes. Para visualizarlo mejor, vemos, por ejemplo, que existen formas de relacionar la salud sexual con la salud vascular, pero nadie duda que son dos espacios sanitarios diferentes y con iniciativas propias y definidas. Pues la salud sexual y la reproductiva es la misma idea: aun cuando se relacionan son diferentes aspectos de la persona.

Desde que la píldora anticonceptiva contribuyo a generar y/o expandir una de las revoluciones sexuales, quedó más evidenciado una de las certezas humanas: que lo sexual es diferente que lo reproductivo, aunque en algunas ocasiones su asociación es obvia. Hoy, 2020, hemos avanzado muchísimo –aunque no de forma homogénea- en la noción de la salud sexual y de sus componentes, de los Derechos sexuales como parte de los Derechos Humanos, en la reivindicación de una vida sexual libre de violencias, en la diversidad sexual como norma de la humanidad y podríamos continuar, porque lo cierto que la salud sexual como hecho concreto tiene identidad, visibilidad y acciones concretas. Por eso, es llamativo que en este 2020 se siga manteniendo la noción de salud sexual asociada a salud reproductiva. Definitivamente es, para mí, un error que debemos corregir porque no es menor y repercute sobre la vida sexual de las personas.

Valga decir lo obvio, es excelente que la salud reproductiva tenga todo lo que necesita a nivel social y sanitario. Que se procure todos los recursos para que ella nunca produzca problemas a nadie y que se resuelvan, día a día, lo que sea necesario. Esto no se discute tampoco. Pero aclarado esto, quiero revindicar que la salud sexual es otra esfera de la humanidad y, hoy, luego de tantos esfuerzos de profesionales, de actores sociales y de personas comprometidas con una visión más amplia en relación a la capacidad de vivir, experimentar, desarrollar y promover la sexualidad es hora que se produzca la separación efectiva de estos espacios.

Por ello defiendo la creación de espacios sanitarios, sociales, políticos y legales que sean sólo de la salud sexual. Las leyes no deben incluir las dos cuestiones juntas, por más que varias veces se puedan asociar como iniciativas compartidas y acciones conjuntas. Particularmente creo que los servicios de atención sanitaria públicos deben tener servicios de salud sexual de un lado y servicios de salud reproductiva de otro lado. Dos espacios definidos y concretos, con todo lo que ello implica. Lo intersectorial es, sin dudas, una necesidad del siglo XXI para construir futuro, pero el futuro es concretar lo que vamos consiguiendo como certezas, como derecho, como realidad.

La salud sexual siempre lo fue, pero ahora más que nunca, la posibilidad cierta que tiene la humanidad de avanzar hacia donde queremos: una vida sin violencia, más plena, más comprometida, más feliz. No es una utopía, es un norte.

 

12/9/2020

1 comentario:

  1. Muy pertinente la distinción, una brújula qué nos permite encontrar "un norte"!

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