En esta realidad es el día llamado del médico (médicas incluidas,
aunque no se visibilicen con el masculino).
Un día para hacer el alto del camino y pensar en algo bueno
sobre el estar en esta profesión. Sólo que, como lo sabemos en carne propia, este
año, más que nunca, el dolor humano nos llegó de otro modo. Más directo, más personal,
más cercano y más vivido. La incertidumbre nos puso en evidencia.
Así que, la fiesta se debe transformar en un recordatorio de
lo obvio: somos humanos, frágiles y mortales. Sin embargo, porque eso es así,
somos capaces de intentar siempre de procurar formas de aliviar el sufrimiento
o intentarlo con la convicción de creerlo y de esforzarnos por eso.
Así que está bien tener un día para recordar que, en
ocasiones, la profesión que uno tiene sirve para lo que hace falta: ser un poco
más humanos o intentarlo con el mayor entusiasmo, aún con riesgo de no poder
hacerlo siempre. Pero, vaya que tantas veces se consigue.
Por los que no están, por los que hoy ya no están y por los
que vendrán. Por la convicción que seguir formando médicos y médicas es un
intento serio de hacer que el mundo sea un poco mejor.
Un "recordatorio" es fundamental, un modo de agradecer a quienes se esfuerzan por aliviar el sufrimiento.
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