Luego de un 2020 que no sabemos cómo etiquetar, se prevé que este año que se inicia será un año de mucho trabajo, de mucho placer, con muchas oportunidades para ser feliz, con algunas lágrimas y, también, con algunos desencuentros, entre varios encuentros. Habrá que utilizar toda la creatividad que se multiplicará en la medida que se vaya utilizando. También será necesario mantener la templanza frente a las inevitables contrariedades que nos cruzarán. Será muy importante exaltar, utilizar y fomentar la ternura como un nutriente prioritario en nuestras relaciones próximas y en las otras también.
La asertividad será, sin dudas,
el i
ngrediente que no deberá faltar en cada momento. Se estima que, a pesar del
cansancio que puede surgir en varios momentos del 2021, las fuerzas se
renovarán con los pequeños detalles que condimentan la vida, esas cosas
cotidianas que están al alcance la mano, que suelen costar nada y que tienen el
mejor valor del mercado: ya que hacerlas multiplica tu energía. Estoy hablando
de una lectura enriquecedora, una conversación estimulante, una comida sabrosa
compartida, una película del corazón, un baile del cuerpo y del alma, una risa
convencida y profunda, porque no decirlo, un orgasmo pleno y unas caricias
–ofrecidas y recibidas- sublimes, entre otras cosas. Por ello se debe estimular
las mismas dejando que las situaciones fluyan y aparezcan. Sino buscarlas con
la convicción que uno las merece.
Es importante, para este año que
entra, protegerse de aquellos que no saben compartir y de quienes tienen una
tendencia a ser un lastre y un freno para nuestras verdaderas ambiciones: ser felices,
productivos y creativos. Pero, siempre recordemos que hay personas que precisan
con más dedicación que la acompañemos y que se esconden bajo una apariencia de
ser lastres o ser un freno. El desafío fundamental del año será diferenciar a
ambas. Porque no es lo mismo evitar las personas que nos afectan por su forma
egocéntrica que dejar de ser solidarios con quien lo necesita.
Este año, sin dudas, quizás por
la experiencia del año pasado, deberíamos ser capaces de ser un poco justos –como Borges lo diría (Eso me
recuerda que es un buen año para leer poesía y hasta intentar escribirla). Para
ello, para ser justos, sólo será necesario procurar ser uno mismo y ofrecerlo
como una ofrenda a los demás, a los que están cerca y a los que ocasionalmente
lo cruzamos.
Sin dudas, habrá lágrimas, las
que surgen de la emoción. Algunas de ellas serán de pura tristeza y, otras,
también con total certeza, serán de pura alegría. De esa alegría que surge de
la convicción de disfrutar. Por lo tanto, el objetivo será aprender o mejorar
la forma de expresar las emociones. Esto implica que decir las cosas sigue
siendo un deseo y estímulo importante.
También se prevé que este año
que la ausencia de las personas que nos dejaron se sentirá con mucha fuerza. Es
lo normal, toda persona que ha sido importante en nuestras vidas nos deja una
ausencia que nos interpela. Sin embargo, es también cierto, como la otra cara
de la moneda, que esas personas importantes nos dejan demasiados buenos
recuerdos para poder seguir avanzando.
Se prevé que habrá encuentros
mágicos, maravillosos, excitantes y pragmáticos. No está claro en qué orden y
si serán separados o juntos. Dado esto, se recomienda vivamente que uno vaya
dispuesto a los encuentros para no perder las posibilidades que seguro surgirán.
Vuelvo a lo dicho: No dejar
pasar oportunidad para una buena conversación, una discusión que valga “Paris”,
un viaje compartido, bailar como sea y con quien sea –con uno mismo hasta que
alguien se prenda-, ver una película que tenga más de 40 años, porque lo valen
muchas veces, recitar un poema o una hoja de teatro, jugar lo que se pueda,
porque lo lúdico es regenerativo. Todo esto está dentro de lo que este año se
deberá hacer para que sea mejor.
El 2021 también (como los años
anteriores y posteriores al 2021) será un año para tener sexo de las formas que
uno se debe. La única condición a cumplir será: que haya consentimiento de las
partes y que este sea válido y que sea protegido de las formas necesarias y
completamente. Así que, a prever fantasías, caricias, besos, prácticas, placer,
orgasmos, charlas, pensamientos y lo que vaya saliendo. El año se lo merece.
Valga también imaginar que el amor, que a veces lo incluye es fabuloso, estará
presente, como una forma de construir el cotidiano o de buscar que el futuro
sea mejor, para ello, recordemos que el amor se construye con una buena
comunicación, con una real disponibilidad y con mucha dosis de
autoconocimiento.
Sobre el trabajo el panorama, lo
sabemos, es más deseo que otra cosa. Pero lo cierto que intentarlo con el mejor
espíritu y creyendo que puede ser bueno. Vamos a confiar que será positivo,
pero, por las dudas, nos abonemos a la solidaridad como norma.
Este año –deseo puro- se crecerá
mucho, fruto de una dedicación suprema a nosotros mismos y a esas cosas que
hacen de nosotros alguien mejor. Pensando en ello, se insiste en la necesidad
de promover, desarrollar, estimular, buscar y convencerse que debemos potenciar
los derechos como una necesidad permanente y abonarse a la certeza que lo
podemos hacer mejor.
Por lo dicho no queda más que
desearnos y confiar que será un ¡Feliz Año Nuevo!
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