Es decir, amamos en nuestra mente evocando
poesías, escritos, melodías y sueños. Pero amamos en la vida hilvanando gestos,
silencios, palabras, miedos, confianzas, entrega, disponibilidad, ambiciones,
capacidades, emociones, límites y todo lo demás que nos configura y que
aprendimos, no siempre de la mejor manera.
Amamos como somos y lo intentamos decir, aunque no siempre, porque muchas veces somos analfabetos emocionales. Por eso, expresamos los sentimientos con los recursos que tenemos, los que manejamos o aquellos que creemos que dan la talla. A veces, -maravillosa coincidencia- nos escuchan con esas mismas intenciones. Así, en ocasiones, lo que expresamos nos traducen casi a la perfección eso que procuramos decir y, mágicamente, nos responden con la certeza de entender. Otras, quizás no conseguimos eso, porque, al fin y al cabo, en las emociones, sólo somos habitantes de una torre de babel donde subimos y bajamos procurando deshacer laberintos y no otra cosa. De un modo u otro vamos por la vida con ese intento. ¡Loado sea este peregrinar!
Otras, simplemente nos equivocamos y pernoctamos en pequeñas atajos de los caminos principales. Pero siempre valga la intención y el intento, porque la humanidad toda lo necesita.
Amamos con lo que tenemos y, sobre todo, con
lo que somos capaces de hacer con eso. Que nunca es toda nuestra capacidad,
porque la vida es compleja y el encuentro es alquimia. Amamos con
equivocaciones, con desatinos, con la amplitud que alcanzamos para ver más allá
de nuestras narices y pensar lo que puede venir pero también con esas cegueras
y fragilidades inscriptas en lo cotidiano.
Amamos, vaya que sí. No habría humanidad sin
ello. Lo hacemos acertando y equivocándonos. Amamos renunciando al amor, en
ocasiones; amamos procurándolo de forma adictiva. Amamos encontrándolo por una supuesta jugada del azar. Pero sea
como sea, importa que estemos avanzando y al hacerlo estamos dispuestos a ello.
Amamos porque somos humanos. Amamos aunque,
a veces, nos duela; aunque nos fragilice, aunque no tenga el eco que buscamos.
Lo hacemos porque sabemos, en definitiva, es nuestro sino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario