jueves, febrero 09, 2012

La Mirada (y la comunicación)



Los ojos son el espejo del alma. Es una expresión que la asumimos como una verdad desde hace siglos. Pero sabemos que toda comunicación, inclusive esa mirada, no depende solamente de nuestra capacidad de expresar las cosas –con lo que disponemos, por ejemplo, nuestros ojos, sino también de la capacidad de ser percibido por el otro. Toda comunicación es una interacción, aunque no siempre esta exista. Siempre es un intento de enviar un mensaje a alguien y que ese mensaje, expresado con las herramientas que pensamos válidas, sea escuchado tal como lo pensamos, lo creemos, lo sentimos. Pero el día a día nos muestra que no siempre conseguimos hacer eso. Los seres humanos navegamos, tantas veces, sobre mares de incomprensión porque las palabras no nos alcanzan –las que disponemos-, porque los gestos son crípticos, porque la capacidad de percepción del otro –desde la auditiva hasta la comprensión- no es la necesaria. En definitiva porque, tantas veces, no alimentamos la comunicación con el constante intercambio necesario.
Ahora bien,  esto le agregamos el hecho, aparentemente secundario, de la reacción del otro, “del comunicado”. De aquel al que le decimos algo para que tenga una reacción según lo que comunicamos. A veces el “comunicado” no percibe las cosas, independiente de nuestra claridad. El otro también tiene sus intenciones, sus deseos, sus miedos para escuchar. Con ese ida y vuelta, posible pero no siempre presente vamos por la vida comunicando y confiando que lo hacemos bien o mal, lo que fuera.
A esto, siempre hay que agregar el que ve desde “afuera”. El que observa como comunican las otras personas. Por ejemplo, la otra vez vi una mujer tocando la guitarra y mirando a su marido. Vi alegría y algo más. Pero es mi percepción. Donde lo que veo son una imagen y la asocio con lo que creo lo adecuado, lo justo, lo necesario, lo inevitable. Esto, independiente de lo que realmente comunican entre ellos –aún cuando puede ser lo mismo- va por otro carril. Mi percepción siempre es mi percepción. Es esa percepción sobre los mensajes que hace que uno actúe. Eso, necesariamente genera errores. Muchos errores. Así es la vida, asi de compleja, a pesar que sigue siendo fácil mirar y hablar.
Todo esto no quita que, sigamos pensando, deseando y confiando que siempre haya personas que cuando te miran a los ojos son capaces de ver tu alma desnuda. Será porque esa evidente fragilidad nos permite la intimidad donde la comunicación perfecta deja de ser sólo una utopía para ser un camino a realizar.

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