Enamorarse es una experiencia maravillosa. Tiene su encanto. Muchas
veces por esos detalles tan variados: cursis, medio tontos, sorprendentes,
íntimos, espectaculares. En ocasiones, no siempre, se gesta el amor que luego
debe venir. Sí, porque enamorarse no es lo mismo que amar, aunque en algunos
casos la continuidad nos hace creer que es semejante. Pero, lo digamos, ¡Qué bueno que lo primero –el enamorarse esté
siempre!, aunque lo segundo, el amor, sea lo realmente importante, aquello que debe perdurar.
Como decía Vinicius: “Que o
amor não seja imortal, posto que é chama, mas que seja infinito enquanto dure”.
Ahora bien, que haya un día para hacer gestos de estar enamorada/o, para recordar que hay un alguien allí, es una de esas ideas que nos “enamoran”. A ver, enamorarse tiene que ver con
detalles y con crear el ambiente necesario para sentir que es verdad que el
mundo necesita –o nuestro mundo- pocas cosas para estar en paz, felicidad y
creatividad. Vaya que vale la pena, enconces.
Flores, bombones, lencería, libros, películas, elogios, cena,
desayunos, joyas, regalos de todo tipo: son opciones; Pero lo que el día de los enamorados
nos recuerda – o debería hacerlo- es que el otro, el que nos enamora merece
tiempo, intimidad, dedicación, gestos cotidianos, palabras hermosas tanto como una comunicación permanente. Eso nos permite descubrir nuestras pasiones y ayudar para que "eso", que deseamos, pase. Siempre recordando, más que nada, que uno es el otro también. El amor,
aunque en ocasiones nos duela, necesita del otro para ser, para estar.
Así que si, ojalá los enamorados siempre celebren el día de ellos/as.
Ojalá sea un ritual que se repitiese no de forma calendario, sino de forma
constante y fluida. Si eso pasa y si existe lo que debe existir, el amor
tendría en la vida todo eso que nos maravilla en el arte: ser refugio, ser vuelo, ser perfume, ser viento,
ser concreto, ser mar, ser compañía, ser amanecer, ser luna llena, ser lo que
nos permite ser. Quizás así uno pueda pensar que es cierto “Eu sei que vou te
amar…”
Feliz día a todos y a todas. A aquellas que me permitieron enamorarme
por aquel gesto que despertó las sutilezas donde anidan las mejores emociones,
las mejores intenciones y las tentativas torpes de ser creativos. Felicidades, también a aquellas y
aquellos que se enamoran y las que se imaginan haciéndolo. ¡Sí que pueden! Pero, recuerden, que por más que está
disponible para todos, necesita ese pequeño salto al vacío para “tener esas
alas” para llegar. Y, también, felices para aquellos que aún no se enamoraron porque como decía Serrat,
“la oportunidad está a la vuelta de la esquina”.
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