viernes, febrero 07, 2020

La docencia universitaria



Hace poco presencié una “conferencia” de un colega médico. Donde hacía mención a que un buen día lo invitaron a dar clases y como “ama la docencia” no lo dudo. Su “vocación” se cumplía. Más allá de él, su afirmación me generó esta reflexión. En primer lugar porque la escuché muchas veces de colegas que incursionaron, se mantienen y hacen docencia universitaria.
La docencia universitaria hecha porque se ama la docencia parece que es un buen argumento. Sin embargo no habla de lo que solemos pedir a otras actividades, tanto profesionales como artesanales, el saber hacerla. La docencia, entonces, adquiere un rol de hobby. Lo hago porque me gusta, lo hago porque sacrifico mi tiempo para ella, lo hago como una actividad “humana”. Pero, por ser hobby, solo voy tocando de oído y agrego ocasionalmente, herramientas conceptuales, recursos activos y desarrollo profesional independiente de la práctica en si misma. No me expongo al control exhaustivo y no dispongo de más tiempo que el que me sobra, todo bajo la increíble coartada de lo mal pagada. Recuerdo que una coartada lo es porque se basa en hechos reales usados como forma de ocultar algo.
Al mismo tiempo le damos un valor esencial a la docencia, la creemos como una de las formas más elevadas de construir futuros. Ella, bien hecha, siembra lo que deberá crecer y genera el cambio hacia una sociedad más humana. No solo lo repetimos, sino, estoy seguro, lo creemos como la única utopía real que vivimos.
Entonces, de repente, no sólo la amamos, sino debemos ser amados por “aportar” nuestro granito de arena para el futuro maravilloso de nuestra humanidad. Somos artífices de lo que viene o, por lo menos, hemos puesto nuestro esfuerzo.
Todo está bien sólido, salvo que pensemos que el amor no alcanza. Como diría el viejo proverbio: a Dios rogando  y con el mazo dando”. O sea, me pregunto ¿y Si la docencia necesitaría más que “amor”, cuánto dispondríamos para ella? Dicho en términos más pragmáticos: ¿usted se operaría con un cirujano cardiovascular que sólo tiene como antecedentes “amar operar corazones”? o, ¿le pediría (confiaría) que sus credenciales son un poco más relacionadas con el saber exigido?
La docencia es una profesión. No un hobby. Entenderlo va a costar demasiado. Hay demasiado “amor” escondiendo mediocridad.

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