Soy contrario
a estos días de celebración. Me parecen una de esas simpáticas, necesarias y “vale-todo”
fechas que se nos exigen. Si, para la ocasión escribo sobre eso. Mea culpa.
Pero no saludo ni tanto, ni poco. Es como que da lo mismo. Mis amigos, los que
son mis amigos y amigas, no precisan un día especial. Los que no lo son, pero
creen serlo, se pueden sentir ofendidos, como prueba que no lo son. Los que
alguna vez pensaba que eran amigos, encuentran excusas en estos supuestos olvidos.
Finalmente, aquellos y aquellas, que deseo que sigan siendo mis amigos no lo
serán porque estas fechas existen sino porque también lo desearán.
También,
puedo pensar que hay personas que siento como mis amigos y que la distancia, el
tiempo y algunas que otras circunstancias que guardo como tesoro y, en
ocasiones, como castigo, me impiden saludar.
Hoy, en esta
realidad sólo pasa lo que pasa. Sé quiénes son y quienes serán siempre.
Independiente de lo que pueda llegar a decir. Valga que sienta que hemos tenido
tanta intimidad que nunca lastimó sino consoló. Aunque no existan confesiones
grandilocuentes ni nada de eso. Aunque sí, la verdadera sensación de sentirse
acompañado hasta el tuétano (me encanta esa expresión).
Por mis
amigos y mis amigas. Donde estén y aún sin decirles nada sólo deseo que hoy,
como siempre sean felices o, por lo menos,
caminen hacia ese deseo.