La muerte del fiscal Nisman en la Argentina
me afecta. A mí y a muchos. No porque estemos directamente vinculados con lo
que pasa, ni por razones íntimas. Nos afecta porque nos produce la sensación
terrible de estar “desamparados”, como escribió SantiagoKovadloff. No es lo terrible
del suceso que, lamentablemente, sigue siendo diario: alguien muere cuando no
debería morir. Lo que afecta es el sentido de indefensión que nos produce los
sentimientos que no deberíamos tener tanto en una supuesta democracia: temor a
lo que puede pasar, percepción permanente de la impunidad, fragilidad ante el
poder, menosprecio personal o intelectual de parte de los supuestos llamados “representantes
del pueblo”.
Basta, por favor. Quiero y queremos, un poco
de paz, un poco de justicia, un poco de equidad, un poco de protección, un poco
de más de libertad, todo eso que nos vendieron que la democracia ofrece.