

Una cena con poco, una navidad con muchos, una sonrisa de dientes blancos, un almuerzo de alegrías, una torta o, tal vez más, los juegos de aquella niñez y de esta otra, el dulce aroma de las cosas cotidianas. La piel, la imaginada, la deseada, la circunstancial, la esperada. La compañía de la soledad, la simple compañía del momento y la compañía sorprendente que se hace realidad cotidiana.

La paz, aún con nostalgia, es que lo que evocas de
tu vida se resume en el recuerdo, siempre desordenado, caótico, sesgado,
limitado, pero siempre a hechos que te hacen sentir que tu vida es un manojo de
momentos positivos que te permitieron estar. No es el resumen de la felicidad,
es una síntesis dinámica y permanente de emociones compartidas.