Entre un “buen día” y unas “buenas noches” transcurre nuestro día. En
el medio las vicisitudes de la jornada que varían desde lo cotidiano a lo
excepcional de forma constante para algunos y de forma dinámica para otros. Jornadas
que vemos parecidas y rutinarias en algunos casos y, en otros que nos dejamos
sorprender por los detalles que nos diferencian. Así pasan nuestros días. Pero,
me detengo en ese principio y ese final que enmarca lo que pasa en el medio.
Comenzar con un “buen día” es mucho más que un detalle es la energía
que nos renueva. Mucho se ha hablado de la importancia del buen desayuno y se
insiste en no dejar pasar esa comida como algo secundario. Pues bien, antes que
el desayuno siempre esta ese “buen día” que se dice, ese buen día que renueva
el pacto con lo cotidiano y nos abre a lo sorprendente. Mira la calidad de ese
saludo matinal para ver el primer indicador de tu calidad de vida personal.
Cuando lo dices, ¿el eco de tu palabra tiene alegría, tiene disponibilidad,
tiene calidez, tiene energía, tiene entusiasmo, tiene convicción, tiene entrega?
Responder sí, desde el fondo del alma –como resumen de lo propio, franco y
claro de uno- implica hacer una comunión espiritual con la visión más holística
de uno mismo.
El día termina con ese último “buenas noches” que uno ofrece, regala,
deja caer, o lo que sea en cada caso. Es curioso que uno comience en singular y
termina en ese plural. Quiero creer que es por la simple cuestión que en los
sueños uno puede atreverse –u obligarse- a transitar los mundos que nos dan
sentido en la esquizofrenia que nos produce los terrenos de la consciencia y del
llamado inconsciente, que está moldeado por ese conjunto que se resiste a ser
visto como pieza única que mezcla nuestra raíces –por llamar de algún modo a
nuestro pasado- de un presente particular y de ese horizonte que se llena de
muros u utopías, según el caso y que guardamos bajo el apelativo de futuro. Si,
el “buenas noches” es casi el inicio de un viaje nocturno que a veces nos
ofrece el descanso necesario, los sueños que nos empujan, los miedos que
ocultamos y lo más diverso que ese terreno nos puede ofrecer.
Entre estas dos frases, va nuestro día. Sintetizando, pienso que
podemos medir la potencialidad de nuestro día en la sonrisa que incluye tu “buen
día” y la esperanza del futuro en la serenidad del “buenas noches”.
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