Uno anda deseando cosas todo el
tiempo, o debería. Lo hace de muchas maneras. Algunas veces las dice. Otras se las guarda
y las deseas con más intensidad. Desear es uno de los verbos más activos que
tenemos.
No sólo habla de pensar, sino de imaginar. No solo habla de hacer sino
de proyectar.
No solo habla de intentar sino de buscar.
No sólo habla de
esfuerzo sino de placer.
No sólo habla de uno, sino del otro.
Lo sabemos, el deseo motoriza la
acción, moviliza el espíritu y nos permite una libertad de inhibiciones. Aunque
seamos justos, también lo contrario, paraliza, nos limita, nos afecta, nos
inquieta.
Pero bueno, sea como sea,
pensemos los deseos como viene bien a la época. O sea, en positivo. ¿Qué
deseamos para este año que comienza? Casi siempre se reduce a tres o cuatro
cosas: paz, salud, dinero y amor. Con esos grandes títulos incluimos la vida
misma.
La paz que nace de la serenidad del espíritu ante las inclemencias
inevitables que nos depara el andar por la vida. Como ven hablo de simplemente
que se apacigüen esas guerras que tantas veces nos metemos o nos metieron en
otra época; la salud que conlleva el equilibrio que nos vendría bien tener para
que nuestro cuerpo sólo sufra lo que nuestra mente soporte plácidamente y que
no nos impide la satisfacción del cotidiano en nuestro medio. Pueden ver que la
salud no es solo no tener enfermedad (ojala quien corresponda nos evite ese
camino) sino poder disfrutar las cosas cotidianas de un modo que no nos pese
nada. Y, si es posible que mucho más.
El dinero nos permite lujos que no debiera
ser tanto para todos, que son aquellos que surgen del cotidiano que nos
tranquiliza y nos facilita romper la rutina. Como ven no hablo del dinero
obsceno sino del suficiente.
El amor y
otras pasiones. Esto ya es absolutamente enorme y completamente necesario.
Hablo de besos, de caricias, de encuentros, de orgasmos, de afectos, de compañía,
de “te perdono, te quiero, te agradezco, te amo” (bah…es más simple decir Ho’oponopono,
para quienes lo entienden.). Habla de risas compartidas y de lágrimas
acompañadas. Habla de la vida, de momentos saludables, de vínculos riquísimos.
Habla de pasado, de presente, de futuro. Pues bien, deseemos para uno todo esto
sin sentirnos egoístas y nos comprometamos con ese deseo. Quizás, allí esté la posibilidad
cierta de hacer que todos podamos construir juntos un año lleno de paz, salud,
dinero y amor para todos y todas.