Vemos el mundo como queremos, como
podemos, como lo construimos. Como nos sirve. Y eso hace que podemos saber que
existe otra forma de verlo, de sentirlo, de construirlo.
Vemos el mundo con los retazos de la
realidad que elegimos y con ello podemos imaginar que otro mundo podríamos ver
con lo que no utilizamos. Y, ¿si nos animamos? Puede ser ese mundo un mundo
mejor que todavía no nos animamos a ver?
Pero, recuerda que aún viéndolo como quieras deber dar el todo en esa visión, el todo que disponemos en ese momento. Los limites siempre los tendremos, lo que debemos esperar es que nunca sean contención. Así que no te cuestiones lo dado. Piensa que la vida está hecha de caminos y que ellos son caminos largos. Donde siempre hay aciertos, errores y tantas cosas.
Todos tenemos límites, que muchas veces
logramos superar. Límites que la vida nos hace o nos deja.
Y vamos ofreciendo ese todo, cada vez. Y
cuando nos encontramos con esa persona que nos perfecciona intentamos que el
límite vaya un poco más allá para que podamos dar un poco más. En ello
navegamos en errores, caminamos por caminos equivocados o nos paralizamos. Pero
lo que marca el amor es el intento, a pesar de todo de seguir empujando
nuestros límites.
Hay un horizonte que está allí, para que
podamos verlo; aquel al que se llega por esas sendas tan laberínticas que están
en el frente de nuestra historia, aunque, en ocasiones, le demos la espalda.
Aunque tantas veces sólo hagamos el camino largo para llegar al único lugar donde debemos llegar.
La memoria no es el camino, es lo que nos permitimos. Así ella nos salva o nos condena. La memoria es la vida contada como
dios o como lucifer. La memoria son sólo los tatuajes que defendemos de nuestro olvido, sea para preservarnos o para castigarnos. La memoria, tantas veces incierta, nos protege o nos agrede. La
memoria no son fotos, sino esa historia que tiene las letras de las estelas en
el mar.
Son esos retazos de lo vivido, de lo soñado, lo que
elegimos para tejer la manta que nos cubre y redactar el mantra que repetimos
para salvarnos, aún en la condena.