sábado, septiembre 09, 2006

La variable importante en salud

De repente, hipertenso. Así de fácil. Los números, como dicen, no mienten. Por casualidad se hizo la medición y allí aparecieron los valores asustadores. Luego, repetir las mediciones días tras días, dos veces por cada uno de ellos y esperar milagros de errores, pero los valores se mantienen. El rótulo aparece y se hace realidad inevitable. Esa que nos toca, más o menos, pero siempre nos toca. Una realidad que nos hace humanos, o sea mortales, limitados, pasibles de enfermedad, necesitados.
Uno se pregunta, frente a ello, donde estuvo el error que hizo que la normalidad, que teníamos sin esfuerzo, nos abandonara dejándonos un nuevo estatus. Uno indaga sobre cual fue el punto donde el camino de la salud dejó de serlo. Sin tragedia, porque uno pasa a ser parte de la multitud de personas que, dispersadas por los cuatro puntos cardinales, tienen ese u otros rótulos semejantes y que, sin embargo, nunca han sentido que su vida sea diferente.
Cuando esto pasa, las recomendaciones se imponen como manual: basta de sal, basta de comidas copiosas, basta de cigarrillos, basta de alcohol, basta de drogas, basta de excesos. Lo fuerte es que uno se da cuenta que todo ese lastre que tiene que dejar (cigarrillos, alcohol, drogas, excesos, etc.), en realidad, no lo tiene y, en ese momento, la verdadera realidad de la salud impacta, toda entera.
Los factores de riesgo pueden estar o no, pero no importa. No importa porque, he aquí mi hipótesis observada y hoy vivida, lo que interesa para la salud, particularmente, no son los factores que se hablan, se miden, los que son externos. Lo que tiene una importancia, verdaderamente definitiva para definir la salud y la enfermedad, es una variable fundamental a la que, todavía, no le damos importancia, porque no resulta posible medirla, como la presión.
Así, fumar 30 cigarros por día y no fumar nada pueden conducir a lo mismo. Tanto como cualquiera de los otros factores de riesgo. Lo que cambia no son ellos, sino esa variable que desconocemos aún. Una variable que, insisto, al no poder ser mesurada, al ser tan subjetiva, todavía no se la considera prioritaria. Una variable intangible para lo material pero que define cualquier situación para un lado o el otro.
La medicina todavía no sabe como hacer para considerar esa variable: la subjetividad, esa vida interna. Lo curioso que es ella quien decanta cualquier riesgo para que se transforme, efectivamente, en enfermedad.
Es allí donde se plantea el desafío sanitario de nuestra humanidad para este nuevo siglo. No en descubrir la panacea medicamentosa, ni en encontrar el análisis genético imposible de imaginar actualmente, sino en descubrir como hacer para manejar lo invisible a nuestros ojos y que es lo que define nuestra posibilidad de ser feliz: la variable del ser personal. El peso de lo que transforma factores de riesgo en enfermedad y que, seguramente, pasa por una parte espiritual, por llamarla de algún modo, que todavía no sabemos medir y por eso, la tenemos en cuenta de forma secundaria.
Quizás, aventuro una idea peregrina, solo la felicidad completa y no las tentativas maquilladas, sean la verdadera vacuna para que los factores de riesgo queden como datos inútiles en una ficha y que no se conviertan en el yugo inapelable de las limitaciones.

E, Sábado, 12 de Agosto de 2006

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