Burgueses, bohemios, burdos opuestos de una misma línea. Se enfrentan a sus opuestos mientras mantienen rígida la recta que los sostienen. Sus ideas son contrarias pero no el principio esencial de las mismas: no importan los demás. Unos humillan a los otros y nunca se sabe si los unos son los otros, o los otros son los unos. Van por la vida convencidos de sus logros, de sus orgullos, de sus conquistas y de sus odios. Pasan de un bando al otro en forma cíclica, sin reconocerlos nunca, y hacen discursos pesados y comprometidos con la teoría que les gobierna. Pero, nunca encuentran, en la vida que les toca en suerte y que la explotan, los ejemplos cotidianos que muestran que no es lo opuesto lo que nos separa sino el ánimo impío de imponer nuestra verdad como la verdad absoluta.
Aclaro, estos solo son un ejemplo de los muchos y constantes que la humanidad se esfuerza por amontonar. Definitivamente, no son los únicos opuestos que persiguen un mismo fin: adueñarse del poder para sojuzgar al contrario.
Por esto, creo que la única revolución válida es la que pregone la diversidad como elemental y esto implica el espacio para que se exprese, la generosidad para acogerla, la seriedad para comprenderla, la disposición para aceptarla como opción admitida, el empeño en usar la palabra frente al discurso, la seriedad para comprender las diferencias, la encomiable e irrenunciable búsqueda de la capacidad de aceptar al otro y dejar que el otro nos acepte.
Pero estamos lejos de eso, seguimos siendo seres humanos empeñados en buscar el poder para mostrar que el otro estuvo, está y estará equivocado.
Sábado, 09 de Septiembre de 2006
Aclaro, estos solo son un ejemplo de los muchos y constantes que la humanidad se esfuerza por amontonar. Definitivamente, no son los únicos opuestos que persiguen un mismo fin: adueñarse del poder para sojuzgar al contrario.
Por esto, creo que la única revolución válida es la que pregone la diversidad como elemental y esto implica el espacio para que se exprese, la generosidad para acogerla, la seriedad para comprenderla, la disposición para aceptarla como opción admitida, el empeño en usar la palabra frente al discurso, la seriedad para comprender las diferencias, la encomiable e irrenunciable búsqueda de la capacidad de aceptar al otro y dejar que el otro nos acepte.
Pero estamos lejos de eso, seguimos siendo seres humanos empeñados en buscar el poder para mostrar que el otro estuvo, está y estará equivocado.
Sábado, 09 de Septiembre de 2006
No hay comentarios.:
Publicar un comentario