Con vida sexual me quiero referir a todo el tiempo que
usamos para disfrutar la actividad sexual y lo relacionado. Esta vida incluye,
por ejemplo, el orgasmo, pero es menester tener en cuenta que es mucho más que
eso. Para que lo tengamos en cuenta, una relación sexual coital promedio, según
los estudios realizados, dura entre 3-7 minutos y sería deseable, según esa
referencia, que dure 7 a 13 minutos. Pero todos sabemos que el placer y la
intimidad no se miden en minutos sino en otros elementos que se perciben, se
viven y se expresan. Pero si tomamos esa lógica, aún limitada, deberíamos ser
justos e incluir más “minutos” en esa vida sexual. Por ejemplo: el tiempo que
imaginamos lo que va a pasar, el tiempo que invertimos en preparar “el evento
coital”, el tiempo que, luego, hablamos sobre ello, el tiempo que utilizamos
para recordarlo y, quizás, así estimularnos, el tiempo empleamos para retozar
luego de esa actividad, el tiempo que logramos sonreír por haberlo hecho. Hasta
aquí, sólo diciendo que la actividad sexual es el coito.
Pero para acotar un poco, nos quedemos con estas acciones
mencionadas. Falta agregarle ahora el factor.
Sí, claro, toda “actividad humana” tiene siempre un factor que la modifica. Su
presencia o ausencia le agrega o le quita amplitud o dimensiones. Al factor lo
llamaremos “factor no coito-céntrico”. Si el factor está ausente, la suma de
las acciones se multiplica por 0. O sea sólo ocupa el tiempo disponible. Si el
factor está presente, el factor toma un valor inmenso y entonces todo se
multiplica por sí mismo.
Pero aclaremos un poco esto. El factor no coito-céntrico
implica que la actividad sexual se expande en todos los sentidos y con varias
actividades diversas entre las cuales, una de ellas, puede ser el coito (pero
no con carácter de imprescindible). Lo que cambia cuando está ausente este
factor es el lugar que toma el coito: si es central y todo orientado a ello,
obviamente la actividad sexual está restringida. Si el coito es una de las
tantas opciones que hay para disfrutar, satisfacerse y gozar, la actividad
sexual puede tomar mayores dimensiones.
Entonces, la actividad sexual pasa a ser multidimensional, con una
posibilidad –y una ambición- de percibir los estímulos en el cotidiano. Así, el
placer, el gozo, la satisfacción encuentra nuevos senderos para crear momentos,
donde, todos deberíamos saber, la intimidad se hace fortaleza, deseo, alegría y
la tranquilidad que genera la paz interior.
Si, la vida sexual es una de las posibilidades más
increíbles que tiene el ser humano para poder hacer que la humanidad sea lo que
se imaginó, encuentro, diversidad, paz y placer, orientados para sacar lo mejor
que tenemos para el otro el mayor tiempo posible. Definitivamente, creo que la
vida sexual es uno de los caminos hacia el futuro que anhelamos, sin dudas.
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