De repente una pausa. Como para ver lo que hay detrás. No hay forma de ordenar los recuerdos, de pensar rápida y claramente en todo lo que nos permitió llegar hasta aquí y lo que nos impidió, aunque no lo consiguieran. La vida son tantas cosas que o se resumen en “logros y fracasos”, como para decir alguna cosa o se saborea con lo vivido que fluye de diferentes formas. Además, como pensar, si todo sigue, que de ello todavía nos impulsará a buscar otras cosas y cincelar nuevos recuerdos y que será lo que intentaremos, esperando con suerte, esquivar en la próxima vez que esas mismas “piedras” aparezcan.
Pero, si bien no se puede ver todo, la vida en cierto
momento, son un manojo de historias que tienen el valor exacto que uno le da,
sabiendo que no será justo sino simplemente emotivo. Tantos recuerdos
insignificantes que forjan el cotidiano no se puede enumerar sin caer en aquel
mapa de Borges que eran tan igual al territorio que era infinito. Así que
contar una vida con detalles sería eterno.
Así que vamos por los mojones que andan por allí y que sólo
vamos a recordar unos cuantos porque estamos en esta onda. Una vida siempre
conlleva un primer amor, una primera sonrisa cómplice, un primer beso deseado,
un primer sexo maquillado en romance, una primera lágrima, sentida en la piel, una
primera desnudez vestida de amor. Pero luego, todo con nuevos tonos, sentidos o
vivencias, pero todo allí.
También podemos anotar un baile obligado, uno deseado, uno
sentido, uno divertido. Una canción que ansiamos, una que nos dio lágrimas, una
que permite el presente continuo. Una poesía que dice, una poesía que habla,
una poesía que se envidia, una poesía que se escribe, una que se lee y una que
se desea vivir. Un beso que resume ternura, uno que se sueña tantas veces, uno
que se sabe el primero, uno que se sabe el eterno, uno que se sabe presente,
uno que se necesita y uno que se desea repetir mil veces más aún. Muchas
conversaciones de esas personas que comparten momentos en una historia de
andares y estares. Esas personas por
las que uno se preocupa y “soporta” que es una preocupación, porque esa
sensación humana de preocuparnos viene incluida en el saber, sentir y vivir con
la verdad que hay alguien importante para uno.
La lista puede ser tan largo como hemos vivido, pero lo que
importa, no es tanto la lista que nos permite sentirnos de pie aquí y ahora y
evocar lo que bueno que hay en lo vivido, en lo compartido, en lo sentido, en
todo lo que nos toca.
Siempre y, sobre todo, las personas, porque no hay forma de vivir
que si no es porque hay otros que importan: mi hijo, mi madre y mi familia, mis amigos,
mis amigas, mis amores, mis amantes, los que no están, mis estímulos, mis metáforas, mis
desvaríos, mis inciertas certezas que cobijo entre líneas.
Pero la vida es, sobre todo, lo que viene. Lo vivido nos da
calma e inquietud, certezas y dudas, delicadezas y lo áspero, soluciones y
problemas, remansos y tormentas. Un poco de todo y mucho de nada, pero con
tanto valor que uno sabe que la vida no es otra cosa que ese andar que hacemos
desde que alguien decidió darnos la vida hasta que el camino se termine. En el
medio a hacerlo de la mejor manera que uno puede. Así que nuevamente, por más
momentos, en el aquí y ahora, donde la vida no se cuenta, se vive.
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