La violencia contra
la mujer, contra las niñas, contra las adolescentes son acciones que nos degrada como seres humanos. Pero también es un delito. Por cosas como éstas, entre otras, nos preguntamos, muchas veces, ¿Cómo una especie
que es capaz de la belleza, del placer y del amor en todas sus dimensiones, sigo
recurriendo a la violencia que mata, que destruye, que afecta al otro?
Pero, lo
resaltemos, hay una parte de la humanidad, una parte enorme, que cree que la violencia
no es el camino, que no es la condición inevitable, que no es el destino. Así, por
ejemplo, en 1991, un grupo de hombres canadienses,
sacudidos por la llamada Masacre de Montreal, crearon una campaña que se llamó del
Lazo Blanco (White Ribbon Campaing). Señalemos que adoptaron como
símbolo ese color por ser el de la paz y, en este caso, “representa el compromiso público de los hombres que lo portan de
no ejercer violencia contra las mujeres, no permitir que otros lo hagan y de no
permanecer en silencio frente al problema”.
El 25 de noviembre, es el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobado por las Naciones Unidas en 1999. Así, este organismo desarrolla campañas que están bajo el lema, desde hace unos años, de 16 días de activismo contra la violencia (desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, día de los DDHH). El slogan es #pinta tu mundo de naranja.
En esta ocasión quiero revindicar que existen hombres que
hacemos nuestra la lucha para eliminar este tipo de violencia. Lo hacemos convencidos
que nuestra humanidad nos exige comprender que este tipo de violencia –y las otras
también- son algo que debemos enfrentar para
lograr el cambio que alguna vez llamaron objetivos del milenio pero que, para
la gente común siempre será la necesidad cotidiana de lograr la paz, la equidad
y el bien común, para estar mejor, para sentirnos mejor, para vivir mejor.
Por ello, debemos ser más activos en esta época. Ya lo mencioné
otras veces. Es hora de exigir una educación sexual integral ya que ofrece, entre
otras cosas, herramientas para hacer frente a esto que, mucho antes que la pandemia de COVID-19 aparezca, ya se mostraba como una verdadera pandemia que no podíamos controlar. Si, la violencia contra la mujer es una pandemia, también es hora de de actuar frente a ella. Es hora de ser más activos en la construcción
de una red de trabajo para que cada uno pueda ofrecer una parte de la solución a
quienes sufren la violencia; ser sensibles para verla, dispuestos para acompañar
a quien la sufre, equilibrados para apoyarlas y conscientes que el esfuerzo
debe ser cotidiano, permanente y desafiante. Esforzarnos en erradicar este tipo
de violencia seguramente, nos permitirá avanzar aún hacia lo mejor que tenemos como humanidad:
la capacidad de crear belleza, de disfrutar del placer y de encontramos en el sentimiento.