Un
año pasa y con ello se van promesas variopintas y sucesos diversos. Durante 365
días hemos logrado hacer algunas cosas y nos quedaron en el tintero,
seguramente, otras. Nos enfrentamos a dificultades que hemos superado,
ignorado, agrandado, valorizado, combatido y alguna que otra cosa de las que
podemos hacer frente a ellas. Hemos entrado, salido, permanecido, negado o, tal
vez, no hemos tenido ninguna crisis. Seguramente hemos llorado y, espero, que
hemos reído algunas veces y viceversa. Hemos amado –Ojalá- hemos tenido sexo,
quizás, con alguno de los sentimientos posibles para hacerlo (espero que nunca
desprecio ni menosprecio).
Dormimos
solos o acompañados. En una de esas rezamos, o tal vez, simplemente rogamos lo
imposible. Nos agarró la nostalgia de lo pasado y la esperanza de lo próximo.
Nos excitamos de varias maneras y de algunas de las sanas y necesarias. Nos
permitimos compañía y la dimos. Leímos con ganas de sumergirnos en esa página.
Dormitamos, dormimos, soñamos.
Caminamos,
con apuros y con pausas. Yendo a algún sitio y, a veces, sólo volviendo. Nos
quisimos un poco o mucho y, como pasa, a veces nos detestamos otra tanto, nunca
mucho, por favor. Recibimos cariño, aún sin notarlo y, ojalá lo hayamos dado
como lluvia y como don de forma elegida y aleatoria también.
Todos
y cada uno de nosotros hicimos todo esto, seguramente más y espero que no
menos. El año se ha cumplido. Que empiece el nuevo para volver a vivirlo a
“nuestra manera”.