sábado, mayo 09, 2015

Caminos



La vida, como sabemos, es el camino que andamos transitando desde que nacemos hasta que la parca nos invita -a veces, a pesar nuestro- a acompañarla por otros senderos. Aún sin mucho viaje, o con ellos. caminamos -en ocasiones, peregrinamos- por esas sendas que "nunca volveremos a pisar", aún cuando vamos y venimos  por algunos lugares más de una vez. 
Lo cierto que el andar por la vida, sigue siendo esa constante que nos identifica. Todo camino, como sabemos, nos deleita o nos cuesta, nos lleva o nos trae, nos cansa con el cansancio de la satisfacción o aquel, que produce ese sacrificio que no anhelamos; el caminar nos permite el ir hacia el otro y, también, aunque suene obvio, que el otro venga a nosotros. Pero, sobre todo, nos permite la compañía, transitoria siempre, aunque dure una vida. El camino nos permite la belleza de aquello que siempre está y que por nuestro andar es efímero para nuestra percepción aunque sigue siendo belleza. El camino nos permite el silencio y la palabra. La música, la risa, el llanto y esas cosas que nos pasan cuando eso sucede o, lamentablemente, cuando faltan.
El camino va para donde vamos y siempre tiene uno que vuelve donde volvemos. A veces, esos coinciden con caminos ya marcados y otras, con sendas que otros seguirán, quizás.
El camino nos permite el reposo donde, quizás, pensemos de donde venimos y adonde vamos. O simplemente donde evocar la "nada" que, de tanto en tanto, necesitamos. Nos permite el sumergirnos en la epopeya cotidiana de lo compartido.
Si, caminamos para ir y lo hacemos para volver. Aunque no existe una vuelta para lo pasado, ni lo pisado. Solo nos ofrece regresos, donde aquel camino que nos permitió irnos de este sitio, nos deposita en este mismo sitio, que ya es diferente, porque estamos de regreso, con todo aquello que trajimos del camino hecho.

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