miércoles, abril 24, 2024

Defender la educación


Hay fechas que son importantes. En ellas se muestra algo. Puede ser que se conmemore, se recuerde, se subraye, se sensibilice, se indique. Pero las cosas importantes, trascedentes, necesarias no son cosas de un día, sino de trayectos, de historias y, sobre todo, de compromisos. Es obvio, lo que estoy diciendo, pero, no por obvio, deja de ser necesario decirlo con intensidad y claridad. Las causas importantes se las manifiesta un día tal vez, pero se la debe defender todos los días. Sin eso, estamos tomando el camino fácil el cual, siempre es el del no compromiso. Como la sabiduría popular resume: a Dios rogando, pero con el mazo dando. O sea, no es una opción u la otra, porque hay tiempos donde hace falta mostrar con claridad la posición. Sin dudas, pero al mostrarla, nuestro compromiso crece. Esto significa que debe incluir mucho más que una manifestación, sin que esa forma de expresión sea discutida, sino impulsada. Decir públicamente es siempre una necesidad. Pero, además, debe incluir el proceso complejo de revisar que lo que decimos en la marcha lo estamos cumpliendo, exigiendo y evaluando con las certezas necesarias, el criticismo reivindicado y el trabajo comprometido. Lo que también implica diferenciar entre la militancia fundamental para procurar derechos y lo necesario y el compromiso profesional con la causa que se defiende. Básicamente lo que para mi generación lo cantamos con esa famosa canción de Vox Dei “Libros Sapienciales”, la cual nos decía:

Porque habrá siempre

Tiempo de plantar y de cosechar

Tiempo de hablar, también de callar

Hay tiempo para guerra y tiempo de paz

Tiempo para el tiempo y un rato mas

Defender la educación siempre. Eso no se discute. Manifestarse cuando sea necesario y se lo considere justo. Pero, luego, en el día a día, defenderla en la acción, en el uso ferviente del pensamiento crítico, en el análisis de lo que la perjudicó ayer, hoy y mañana, en ver las responsabilidades que la caben a cada uno, en quienes la perjudican con la corrupción, la mala gestión y los abusos, quienes la han debilitado para que lleguemos a la necesidad de una manifestación como último recurso. 

En definiva, ser consistentes con lo que la educación de calidad debe realizar siempre: ver el cuadro completo, hacer un diagnóstico que no sea sólo emocional y pensar en soluciones no sólo para la contingencia, sino para corregir los rumbos equivocados o los defectos que dañaron el tejido y generan vicios. Defender la educación exige mucho, muchísimo más que lo simbólico –que jamás negaré que es importante- exige la decisión comprometida con la causa, la que se ve no sólo en un instante, sino en el aquí y ahora permanente. Porque la educación es un trayecto siempre y no el puerto.

 

Francisco J. J. Viola

Docente Universitario, con toda la convicción

24/4/2024

viernes, abril 19, 2024

La mentira

 En las redes sociales que procuran emparejar personas y, sobre todo, aunque no lo digan, ganar


dinero con la tentativa, es común que las mujeres digan en sus descripciones “no me gusta la mentira”. Es algo bastante obvio, podemos afirmar, ya que hasta los mentirosos lo dicen. Lo raro –tal vez, hasta atractivos para algunos- sería que digan “me fascina la mentira”. Una verdad incómoda que ni los mentirosos crónicos aceptarían. Pero lo dicen con ahínco, como si ese “no me gusta la mentira”, fuera una declaración contundente y una posición moralmente superior.  Para mí, y eso sólo es mi opinión, es una muestra de una rara debilidad, acompañada de una gran mentira, curiosamente. ¿Por qué?, porque si bien parece una enorme, lo repitamos, declaración de principios, no habla de las pequeñas mentiras por cortesías que la gente suele usar, las famosas mentiras menores, blandas o necesarias para lo cotidiano.

Sumado a un error constante que tiene mucha de la gente que dice “no me gusta la mentira”, a veces, se aprovecha de su supuesta superioridad moral para decir lo que piensa, aludiendo a que son sinceros y directos. Pero, se olvidan de otra obviedad: lo que uno piensa puede estar lejos de ser verdad, porque por lo general damos opiniones sobre las cosas. No por nada proliferan las fake news por todos lados. Información completamente mentirosa que las personas toman como verdad y la distribuyen sin tomarse el trabajo de confirmar, antes de enviarlas, si esa información es realmente veraz. Es un hábito excelente que lo deberían hacer, sobre todo, las personas que no le gusta las mentiras.

Pero en realidad se entiende la idea general de “no me gusta la mentira” porque parece que es lo peor que se puede hacer en una relación. Está claro que es algo espantoso que te enteres que el supuesto amor de tu vida que, valga decirlo, recién lo conoces, tiene otra familia, por ejemplo, que nunca mencionó en sus charlas agradables y románticas. Ahora bien, aun aceptando que hay mentiras grosas que son intolerables, creo que no es lo peor que hay en una relación porque es muy ambiguo. Lo es porque lo que se suele llamar como mentiras no siempre lo son. Efectivamente, en ocasiones son exageraciones, errores de razonamiento, intentos equivocados de proteger a la otra persona, miedo a las reacciones, un poco de desidia, mala información, pésimas experiencias, entre otras cosas, que hace que uno, aun sin pretender mentir, diga tonteras y hasta medias verdades.


Personalmente, insisto dejando de lado la verdadera mentira que es cuando sé que estoy diciendo algo que quiere confundir al otro para aprovecharme de la situación, lo peor que puede haber en una relación de pareja es la lástima. Personalmente ese el gran delito de una relación. Cuando hacemos algo por lástima estamos siendo crueles al despreciar al otro. Hacemos algo por lástima es dudar plenamente de la capacidad de la otra persona. Subestimar su resiliencia y creernos superiores. La lástima rebaja al otro, confiriéndole una fragilidad insuperable. La lástima, el actuar por lástima es despreciar que el otro tiene un universo y reducirlo a migajas.

Cada cual puede elegir lo que considere peor en una relación. No puedo, ni debería meterme en esa opción, pero, por otro lado, si puedo asegurar que lo que ensalza a una relación, actual, futura, real o potencial es la capacidad que pueda desarrollar de comunicar directamente. Simplificando, quieres una relación fíjate cuan bien puedes comunicar desde tu realidad, con tus verdades, tus pequeñas mentiras, tus miedos y tus deseos. Así, comienza el camino del encuentro y la posibilidad de alguna felicidad.

martes, abril 09, 2024

La libertad


El ser humano es un animal político, decía Aristóteles. Esto va en contra de los que se quieren

presentar como a-políticos, cuando lo que pretenden decir es a-partidario. Pero, aun a pesar mío, somos seres políticos. El significado de esto es simple. Somos seres políticos porque vivimos en una sociedad que se organiza de manea política y todos y cada uno, participamos, en mayor o menor medida, en la búsqueda del bien común: la felicidad de los ciudadanos. Hasta allí compartimos la idea, pero resulta que la idea de felicidad y de bien común varían según quien la piense. Si está a cargo de un estado su forma de ver el mundo se traslada a posiciones discursivas, a un plan de acción concreto y a un camino que considera ideal para llegar a los objetivos que se propone. Es allí, donde entra en valor otro elemento previo al ser político, la inevitable diversidad del ser humano, como también, para mí, la belleza y la dignidad que tenemos en nuestra esencia. Sobre ella debemos pensar las acciones políticas, creo y lo sostengo.

Ahora bien, puede llegar a haber un consenso que la noción de felicidad y de bien común están asociadas de algún modo con la idea de libertad. Sin embargo, tampoco eso está tan claro para todos y menos si pensamos en consensos. Pero, aún en estas diferencias, podemos coincidir que luchar por la libertad es algo elogiable, deseable y hasta muy aceptable.

Ahora bien, la lucha por la libertad, tal vez, sea, también, una lucha con muchas paradojas, pero, valga decirlo claramente, también con varias certezas. Cada cual podrá poner las que quiera o crea necesarias, pero es imprescindible entender que siempre tiene como norte la dignidad humana. La libertad como premisa y la dignidad como norte y camino.

Dentro de esa libertad uno puede decidir y decir cosas. En esta ocasión y, motivado claramente por varias declaraciones públicas, debo decir que si puedo imaginar que la libertad incluye, siempre, cualquier opinión, aún la que sea o me parezca más descabellada, también las ideas que creo que van contra mis principios más sagrados igualmente deben esta; además, creo que también están permitidas las que opinen contra los derechos que, personalmente, creo inalienables. Si, creo que todo se podría decir, si hay libertad. Eso no estaría mal si, al mismo tiempo y de forma activa la sociedad y quienes están a cargo hacen un esfuerzo mil veces superior para que se favorezcan los derechos de los que no pueden, ocasionalmente, defenderse. Que cada cual diga lo que quiera, mientras exista una protección efectiva y eficaz contra la vulnerabilidad de la dignidad humana en cualquiera de sus posibilidades. Que nunca exista la censura para decir, pero que hacerlo no incluya la impunidad oral. Cuando se dice algo que la ley prohíbe, o que el saber rechace (fake news, como ejemplo) o que genere acciones negativas (discursos que generen odio o discriminación, por mencionar temas urgentes), que nadie sea impune, independiente de sus atributos. La libertad no debe estar condicionada por casi nada. El “casi” para mi es dignidad humana.


Definitivamente, sin dignidad como tema ineludible, no hay libertad como idea, como propuesta, como mensaje, como política. Tal vez, se trata de eso, en definitiva, el único mensaje que deberíamos tener: ¡Viva la dignidad humana, carajo! Porque con ello, todo el resto surgirá como consecuencia inevitable.

Sentir y pensar

 Pensar y sentir no son opuestos, por más que nos enseñaron que así es. Estoy convencido que son las partes posibles de nuestra humanidad. No son una contradicción, sino nuestro universo posible.

El pensamiento más fino y personal nace de un sentimiento concreto y el sentimiento más intenso sabe que debe pensar para que el sentimiento no sea sólo burbujas de jabón. Si dejas de pensar, no sientes y si sientes no dejas de pensar.

No somos delirantes, pasionales o fríos y cerebrales. Somos seres imperfectos que hilvanamos pensamientos como podemos, le ponemos nombre a sentimientos que vamos percibiendo en nosotros y procuramos decirlo del modo que sea, para que quien deseamos lo entienda, lo acepte y lo devuelva como pueda.

Pensamos porque es la forma que tenemos de canalizar miedos, preguntas, convicciones, inquietudes, sensaciones, certezas, deseos, tal vez, súplicas y eso, será sentido como uno quiere, para así conseguir que podamos construir espacios de intimidad, donde sabemos que el sentimiento, aún aquel que puede ser peligroso, delirante, incoherente, no contestado, no respondido, reciproco, constante, circunstancial y todo eso y más, se encontrará razonablemente protegido.

 

Francisco Viola (Elucubraciones nómadas – Inédito)

jueves, marzo 28, 2024

Rituales

 


Las creencias de las personas son esenciales. Por eso, sostenemos que la fe de las personas, o comunidades, nunca las deberíamos discutir en sí mismas, sino respetar. Eso no quita que podamos –debamos- abrir debates sobre el valor que tienen y las implicancias que producen. Porque la fe es personal pero los comportamientos que generan son públicos y, en ocasiones, pueden generar algunos inconvenientes. Pero, insisto, jamás es el cuestionamiento a lo que se cree lo que está en juego. Pero siempre a las normas que nos permiten hacer una sociedad saludable para todas las personas.

Ahora bien, toda creencia –que los que las tienen las asumen, lógicamente, como verdades- generan rituales
. Un ritual, leo en internet, “es una secuencia de actividades que implican gestos, palabras, acciones u objetos venerados, realizados según una secuencia establecida, dicha secuencia generalmente es guiada por un valor simbólico. Los rituales suelen ser prescritos por las tradiciones de una comunidad, incluyendo en esto a las comunidades religiosas, quienes desarrollan muchos rituales.
Estos nacen de una lógica concreta, se sugieren y se enseñan como valor y se fundan en una simbología que se considera importante. Son consecuencia de una forma de ver el universo y se deberían constituir como una opción libre de las personas el asumirlos.


El filósofo BYUNG-CHUL HAN en su libro 'La desaparición de los rituales' recuerda que ellos "transforman el 'estar en el mundo' en un 'estar en casa'. Hacen del mundo un lugar fiable". Básicamente dan un poco de certeza, sino uno cree en esta afirmación del filósofo, que la comparto. Es más, personalmente defiendo que, e
n épocas de incertidumbre, como las que vivimos, ofrecer pequeñas certezas a los demás es un increíble tesoro y, por el contexto, también es un acto de resistencia y revolucionario. Dar pequeñas certezas, pero sabiendo que la incertidumbre es una realidad humana inevitable. Pero, siempre hay que diferenciar entre lo general y lo particular. En la interrelación humana es vital esas pequeñas certezas. Me refiero a esas relaciones que vivimos cotidiana, concreta y diariamente. O sea, con esas personas a las que no les importan las grandes elucubraciones filosóficas, sino el día a día, allí donde reímos, lloramos, hablamos, hacemos, a esas personas que nos permiten que el aquí y ahora, sea mejor o peor, siempre convendría ofrecerles algunas pequeñas certezas. Al final de cabo, vivir es compartir y sentir.

Por eso, tal vez, la alegría sea simplemente eso: tejer rituales, a los que le debemos dar importancia, por la fe que queramos, aun basada en lo impensado, pero con la convicción que aquí y ahora tiene valor porque podemos hacerlo. Mañana será otro día y ya se verá. Creer que el camino lo vale, aunque sea incierto cuánto durará es más que una fe, es la racionalidad en estado puro: vivir es lo que hacemos ahora.

Así que adoptemos libremente el ritual que decidamos, lo elijamos entre los que existen si nos parece bien o si el otro, quien nos acompaña en algún trayecto de nuestro andar, le parece bien. Por ello, tengamos el buen tino de desear, por ejemplo, Felices Pascuas, porque lo sentimos así, porque el otro lo siente así y al hacerlo, aceptemos que estamos haciendo lo que nos merecemos como humanidad: reconocer al otro como importante y creer que somos ese otro para los demás. Crear espacios de encuentro siempre será el sendero de la paz. Es, quiero creer, una certeza necesaria. Una revolución urgente.

martes, marzo 19, 2024

El buen sexo

 Muchas personas quieren tener buen sexo. Es algo lógico, deseable, hasta podríamos decir envidable. El buen sexo no es más que un encuentro de dos personas que aprovechan las posibilidades que el cuerpo (con su anatomía y fisiología) tiene, apoyándose en los sentidos que se dispone y motorizado por las emociones y, en ocasiones, por los sentimientos que se posee. Todo ello permite recorrer los caminos que generan bienestar y que producen el placer como recorrido y la satisfacción sexual como realidad posible. Tener buen sexo es algo que, los que deseen, deberían aspirar siempre. Curiosamente es algo que está al alcance de quienes quieran.


Dos cosas que debemos señalar, antes que nada, el buen sexo se gesta en la decisión de tenerlo. Es decir, se consiente como condición previa y esencial. Sin consentimiento no hay buen sexo, hay crimen. En segundo lugar, el buen sexo lo hacen las personas, no los cuerpos y su rendimiento anatómico-fisiológico, ni la destreza que es un elemento positivo –de todo se puede aprender a hacerlo mejor- pero que toma dimensión cuando el otro es considerado en la plenitud del ser.

Entonces, ¿Qué hace falta para que el sexo sea del bueno? Disposición en primer lugar. Parece algo ganado, pero en realidad es algo conquistado. Precisa no sólo estar, sino buscar estar. Es permitirse el tiempo para hacer esa travesía que implica el sexo. Básicamente ya estamos diciendo que el sexo –aún el rapidito- no es una maratón, sino una pequeña delicadeza que se muestra en los gestos que prueban que la otra persona está presente. 

Luego de ello vendría una segunda cuestión: el sexo precisa el descubrimiento de uno, no llegamos sabiendo todo, pero si somos los únicos que podemos saber sobre nuestro cuerpo, nuestras sensaciones, nuestras respuestas. El sexo del bueno conlleva que nuestro cuerpo participe y para ello debemos saber escucharlo. Lo tercero sigue siendo clave: el buen sexo también es comunicación: queres disfrutar del sexo más y mejor: pues desarrolla más la comunicación, sobre lo que deseas, quieres, pides, ofreces y también lo que no. Lo cuarto, comprende que el buen sexo no es sólo el que usa el cuerpo y la función, sino que estimula la imaginación y los sentidos. Profundizar nuestras propias posibilidades eróticas nos garantiza más placer, más disfrute porque nos crea sensaciones positivas y mayores estímulos. O sea, ¿hacerlo con alguien con quien tenemos cierta constancia es mejor? Es lo que sugiere Sue Johnson. Esta psicóloga clínica desarrolló la Terapia de Pareja Centrada en las Emociones con el fin de ayudar a que las parejas puedan reconectarse. Esta autora dice: “Las parejas que se aman desde hace mucho tiempo tienen más y mejor sexo”. 

Al fin de cuentas terminas siendo lo mismo que cualquier actividad humana. Quieres hacerla bien, pues dedícate, piénsala como importante, sé lo suficientemente activo para que la rutina no aparezca, concéntrate en quien está presente, sé consciente de tus límites, de tus posibilidades y de lo que aun quieres mejorar. Luego de todo eso, desmelénate. El sexo es una aventura posible, un juego necesario, un compromiso vital, una necesidad maravillosa, una decisión activa y una actitud que enaltece. Hacerlo es más que algo anatómico, es una posibilidad cierta de hacer que lo efímero parezca eterno.

viernes, marzo 08, 2024

Día de la mujer


Que nadie olvide que el 8 de marzo recordamos el dolor, aunque hablemos del futuro, puntualizando este presente. No se trata de otra cosa por más que quiera sacar provecho la veta comercial con los chocolates, las flores, los restaurantes y todo lo demás. Este día conmemoramos un pasado doloroso. Recordamos que la humanidad demoró demasiado tiempo en darse cuenta que había dejado de lado a una parte suya, al resistirse estúpidamente a aceptar la evidencia más obvia que tuvo jamás: la humanidad es la suma de las personas y no quienes algunos "iluminados" decidan. Aceptar –aún cuesta que todos lo sepan- que es la diversidad de los seres humanos lo que es la única humanidad real. Lo sabemos, el obviar esa verdad inmensa como el mundo entero, acarreó dolor, muerte y sacrificios.
Un pasado que aún se mete en este presente. En esta época se cuestiona lo que se llama “agenda feminista” (insisto, para mi es la agenda de la humanidad: que todo ser humano tenga los derechos al día). Pero se habla sobre eso, para alabar, reclamar, cuestionar y lo que sea. Pero ese hecho implica una realidad: en el 2024 todavía tenemos que proponer cosas obvias para hacer en el futuro, o sea que aún hoy no llegamos a concretarlas. Porque hablar de futuro significa que hay camino recorrido, pero aún mucho para recorrer; personifica que hay derechos ganados, pero todavía derechos a ganar; pero, sobre todo, equidad a conquistar, defender y promover. Porque lo sabemos aún hoy es moneda corriente la inseguridad, la violencia, las inequidades, la incapacidad para aprovechar todo lo que todos deben aportar por la paz, por el cotidiano Y, sobre todo, visualizar que el único camino viable es asumir con todos los recursos que vivir en paz es más que un deseo lindo, es el único norte que nuestra humanidad debería tener.
Este 8 de marzo valga celebrar también que tanto sufrimiento que recordamos ya da frutos. Recordar que hubo sacrificios pero que hay éxitos en el presente: hoy hay más derechos, no para todos ni para todas, pero hemos avanzado un poco. Es importante decirlo porque debemos honrar a quienes han permitido ese avance. No para descansar, sino para tomar fuerza hacia adelante.
Hoy, hay mayor equidad, aunque de un modo tan irregular que es lamentable. Hoy respiramos pensando que la tarea tiene la ventaja que nace de la convicción que conseguirla es garantizar la posibilidad total que sea posible ser una sociedad que logra lo que generaciones no pudieron: que la paz sea una realidad inapelable.

Se hizo, pero falta mucho y además, recordar como tatuaje en el alma que el trabajo es constante. Hoy conmemoremos, pero sabiendo que la inequidad debe ser eliminada, que la violencia de género debe ser combatida sin pausa. Yo, por mi parte, vuelvo a sostener que hay muchas cosas que se hacen para que éste presente próximo sea mejor, sin embargo, hay algo que, confío, creo y “sé” (no como experiencia mística, sino como conocimiento de formación) que puede hacer la diferencia en nuevas generaciones: la educación sexual integral como se hace en algunos países y como se puede imaginar desde la ley argentina (la 26150), no se puede retroceder: no hay dinero que pueda pagar el error de retroceder. Tal vez por eso, Naciones Unidas Woman insiste este año que el slogan para el día de la mujer es INVERTIR.
Vuelvo, entonces a elevar mi voz e insistir, sin miedo de ser reiterativo, sino obligado a serlo: la educación sexual integral como decisión educativa nos garantizará que lo que deseamos como equidad, sea una posibilidad cierta más próxima, así los niños y niñas tendrán mayor claridad que la que tuvimos como humanidad: todo ser humano merece lo mejor posible y, por lo tanto, saber que la violencia contra quien es diferente es una afrenta a nuestra especie que jamás se puede justificar. Tal vez así, hagamos el paso definitivo que nos merecemos: seremos libres como fuimos “imaginados”.




miércoles, marzo 06, 2024

Responsabilidad afectiva

 El concepto de “responsabilidad afectiva” surgió durante la década de 1980, curiosamente, en


las comunidades poli amorosas. Allí comprendieron que, aunque no siempre está presente el amor, eso no debe impedir la existencia del compromiso con el otro. Sobre esto, actualmente, se construyó el concepto de la responsabilidad afectiva y, también, el de los buenos tratos. Parte de lo obvio: lo que decimos, lo que hacemos siempre produce un efecto sobre los demás. Ya el premio nobel de literatura Jose Saramago lo expresaba así: "Las palabras no son ni inocentes ni impunes, por eso hay que tener muchísimo cuidado con ellas, porque si no las respetamos, no nos respetamos a nosotros mismos”. Si sabemos eso, es lógico procurar ser cuidadosos en el trato con los demás. La consecuencia de eso, a veces puedes ser muy positiva y otras, negativa. Esto es lo que debemos evitar.


Entonces, la responsabilidad afectiva es el cuidado que ponemos en los sentimientos y
emociones, propias y de la otra persona. Un cuidado que debe basarse en un imprescindible consenso, en un diálogo sincero sobre los sentimientos y emociones y en el procurar acompañar teniendo en cuenta esos elementos. Obviamente, eso conduce a poder generar vínculos más saludables y, consecuentemente, más duraderos. Pero es necesario aclarar, la responsabilidad afectiva trata seriamente de evitar el dolor innecesario en las otras personas, pero jamás significa que debamos anteponer los deseos y los sentimientos del otro, sino más bien saber que nuestras acciones tienen impacto en los otros y comprender que eso es reciproco. Porque una relación, cualquiera sea, es la conjunción de deseos, expectativas, necesidades, valores, emociones y sentimientos de las dos personas. Nunca de una sola. Por eso para asumir esta responsabilidad afectiva, es imprescindible definir acuerdos, evidenciar necesidades, explicitar deseos y tener empatía. Así, es más fácil, hacer que las relaciones puedan ser más equitativas, respetuosas y transparentes.

Esto implica que para que nuestras relaciones sean saludables –cualquier tipo de relación:
duradera o circunstancial, romántica plena o sólo sexual, de pareja, de amistad, familiar o laboral- debemos tratar de tener claro nuestro lado afectivo, que incluye aprender a gestionar nuestras emociones (¡bienvenidas nuestras familias saludables y la educación sexual integral eficaz!). Eso solo podremos hacerlo si aprendemos, en algún momento a hablar de emociones. También debemos conocer y asumir nuestros estados emocionales, que incluye nuestras heridas emocionales, obviamente, como también nuestras fortalezas. Porque eso es lo que nos da nuestra memoria emocional y establece los patrones con los que respondemos cuando estamos contentos o nos sentimos lastimados. O sea, para tener una relación saludable, primero debemos trabajar con nosotros mismos. Luego, incorporar algunos elementos esenciales. El prioritario, estoy convencido, es la Comunicación asertiva que no es otra cosa que la forma de expresar qué queremos, qué nos molesta, qué sentimos, entre muchos otros aspectos. Lo segundo es comprender que una relación no es magia, sino dedicación y disposición. Por eso es fundamental establecer acuerdos, llegar a consensos. O sea, una pareja saludable negocia, a través del diálogo. Esto debería ser ineludible por lo evidente: una pareja es más que una persona. El otro es vital y yo, soy el otro para la otra persona. Un punto clave, es tener claro que cualquier relación tendrá complicaciones: no es ocultando los problemas que se resuelven, no es dejando de lado lo que sentimos, tolerando lo que nos afecta. 
Esto es importante recordarlo porque también es responsabilidad afectiva, con el otro y con uno mismo, también separarse cuando la relación está haciendo daño a uno, al otro o a los dos y hacerlo, valga señalarlo, conlleva también acuerdos, negociación y conducta asertiva. Una relación no es una condena, es una salvación.
En definitiva, la responsabilidad afectiva es pensar que somos seres importantes que merecemos ser cuidados y que tenemos la capacidad, me gustar pensar que es un lujo, en ofrecer con el trato la prueba que la otra persona es importante también. No pidamos lo imposible, hagamos posible lo necesario. 

jueves, febrero 22, 2024

Educación Sexual Integral

 Vuelven las clases y con ello diversas necesidades. En un país tan castigado como el nuestro las
prioridades no son homogéneas. Así, al tener datos alarmantes de pobreza, sabemos que generan problemas graves para la educación. Como también los inconvenientes por el costo de la vida, los salarios y demás temas que se desprenden de ello. Pero, además, está el hecho educativo en sí mismo. Ese proceso que los seguimos pensando como vital para la vida, esencial para el desarrollo, urgente para la paz. Dentro de ello, siempre se discute que contenidos actualizar o incorporar para que el proceso educativo sea lo más efectivo que se pueda y que sirva para crear una ciudadanía siempre mejor que logre generar condiciones óptimas para el país.

Insistimos en la convicción que la educación sexual integral (en su sentido primigenio planteado por la ley y con la visión de la UNESCO) es no sólo una obligación legal, sino una urgencia para modificar el futuro. Lo prioritario es comprender, asumir y requerir lo que ya debería ser obvio: la educación –cualquiera de ellas- es mucho más que información. Si sólo damos información no estamos preparando para el futuro a nadie, sólo estamos cumpliendo una tarea, hasta se podría decir que administrativa. Ojo, está claro que dar información de calidad es necesario e innegociable. Pero la educación sólo lo es cuando crea condiciones para que ese conocimiento pueda asumirse y generar condiciones para aplicarse y abrir nuevos conocimientos. La información es más estática, la educación siempre es dinámica, dialógica y, sobre todo, constructivista.

La educación sexual siempre se apoya en un trípode innegociable: a)- información científica y acorde con los niveles de comprensión del estudiantado, b)- desarrollo de habilidades para poder producir y vivir en relaciones saludables y c)- la promoción de un marco de valores sociales transversales y amplios, que para la ley está dado por los Derechos Humanos.  

Habría muchos temas que son importantes, pero voy a insistir en tres puntos clave que se debe reafirmar, desarrollar y sistematizar para producir una buena educación sexual integral. Esos tres puntos tienen que desarrollarse de manera sistemática apoyándose siempre sobre esos tres pilares

Ellos son:

1-      Los recursos (conocimiento y habilidades) para el autoconocimiento basado en la integralidad de la persona. No sólo somos cuerpos, es obvio. Por lo tanto, conocer nuestras propias emociones y sentimientos es clave también para el autoconocimiento. Como también, identificar nuestros deseos y gustos es clave para reconocer nuestra realidad y aprender a gestionar las diferencias inevitables que tenemos con los demás. Como también ese autoconocimiento es la puerta esencial para el cuidado no sólo del cuerpo –insisto- sino de la integralidad de uno. La pandemia nos alertó: nunca más debemos dejar de lado la salud mental.

2- 
    
La centralidad del consentimiento como la verdadera aduana de los comportamientos sexuales de las personas. El consentimiento es una síntesis de lo que aspiramos como humanidad en relación, la creación de los vínculos desde la decisión personal y con una centralidad de la comunicación asertiva como conducta innegociable a fomentar. El consentimiento como manifestación humana se asocia directamente con el respeto, los buenos trataos y la eliminación de la violencia.

3-      La diversidad como verdad humana. Aun en el relato bíblico de la creación se hace hincapié en esa diversidad. Somos semejantes en derechos y dignidad siempre, pero nunca somos iguales. No hay condición humana más central que la diversidad. 

Sobre esos tres elementos de base, los contenidos se pueden organizar desde la amplitud de visiones y perspectiva, pero siempre con esa centralidad y bajo la tutela de un sistema legal existente y un sistema educativo que promueve el valor social de la enseñanza.

Lo dijimos varias veces, pero sigue siendo necesario repetirlo: la educación sexual integral no puede ser ni un lujo para pocos, ni un tema accesorio, forma parte de nuestra intención más compartida como sociedad: hacer que nuestro país se desarrolle para que tenga lo que siempre anhelamos como utopía: desarrollo, paz y armonía. En este ciclo lectivo que empieza, renovemos nuestro pedido: educación sexual integral YA.

domingo, febrero 18, 2024

Falacias del sexo

 La vida sexual de las personas, generalmente, se divide entre la que viven realmente y la que los demás creen que uno vive. Esta curiosas separación que hacemos se retroalimenta y genera por creencias erróneas, verdaderas falacias (a las que le suelen llamar mitos) que surgen de ignorancia, mala interpretación, consejos sin fundamentos, pésimas experiencias o, simplemente de comentarios populares que se repiten como mantra y se prueban con nada. Todo ello puede causar mucho daño. En general, los que nos dedicamos al tema salud sexual insistimos en tratar de aclarar esas falacias/mitos sobre el sexo.

Antes que nada, aclaremos que, muchas veces, esos errores tienen una gran dificultad para
revertirlos dado e
l hecho de que a muchos adultos les cuesta hablar de su vida sexual, incluso con quienes los ven desnudos regularmente, o sea con sus parejas. Entonces, prefieren una mala verdad contada por alguno que uno mismo los ven como especialistas, sea por creer que tiene mucha experiencia o, porque tiene una profesión que los avala. No somos pocos los que hemos recibido alguna información de educación sexual de alguien que era médico, pero que no tenía formación en salud sexual (y, valga decirlo, en realidad, una pésima información sexual).


Lo curioso es que, a pesar de haber tanta información dando vueltas, esos verdaderos errores (que pueden generar horrores en la vida sexual) se mantienen. Entre ellos están: “sexo significa penetración”, “los hombres siempre quieren más que las mujeres”, “el deseo debe producirse al instante”, “los demás tienen más sexo que tú”, “ellas no necesitan lubricante adicional”, “es normal que el sexo duela”, “el sexo planificado es aburrido” y “ellos no están a la altura”.

Todos estos enunciados son falacias. Hoy nos vamos a concentrar en las tres primeras.

1-                  “Sexo significa penetración”. Este guion sexual ha gobernado a la humanidad y la ha limitado mucho. Según los terapeutas sexuales es algo que ha contribuido severamente a la prolongada brecha de placer entre hombres y mujeres en los encuentros heterosexuales. Por eso se sugiere que, en lugar de precipitarse hacia el coito, hay que centrarse en el “coito sin penetración”, un término que engloba cualquier actividad sexual que no implique penetración. Básicamente se trata de ampliar la vivencia de los comportamientos sexuales para hacer que el encuentro en sí mismo, en su abanico de posibilidades, genere mayor placer y plena satisfacción permanentemente. Anatómicamente, recordemos que la mujer tiene un órgano especial para la vida sexual: el clítoris. Por ello, que este participe es más que central, es imprescindible para que
lo sexual sea siempre más deseable.

2-                   “Los hombres siempre quieren más que las mujeres”: quizás una de las consultas más numerosas en el terreno del sexo: “La diferencia en el deseo”. Pero es falso que las mujeres no deseen sexo o que los hombres siempre lo deseen. Recordemos que el deseo de las mujeres tiende a fluctuar más a lo largo de su vida, pero que hombres y mujeres experimentaban fluctuaciones del deseo muy similares a lo largo de la semana. Por eso la diferencia en el deseo no es el problema central, sino la incapacidad de hablarlo, negociarlo y procurar que se puedan construir espacios para que el deseo se pueda canalizar siempre de la mejor manera para ambos.

3-                  “El deseo debe producirse al instante”: Se puede decir que, normalmente, hay dos tipos de deseo: el espontáneo, o sensación de querer sexo de la nada, y el receptivo, que surge en respuesta a estímulos. Los dos deseos son saludables y los dos se pueden y deben estimular. No somos máquinas con botón on y off. Somos seres humanos que precisamos estímulos, motivación, contextos y, siempre, consentimiento. El deseo también se cuece al ritmo calmo de los encuentros y la dedicación.


Básicamente debemos comprender que la vida sexual siempre puede ser satisfactoria para ello hay que proveer los tres pilares que pueden hacer que todo sea mejor: a- el mejor conocimiento sobre mi cuerpo, mis sensaciones y mis emociones. b- una comunicación fluida, asertiva y constructiva con mi pareja y c- la decisión firme, activa y concreta que el placer sexual no es un lujo que es para pocos, sino un derecho al que todos y todas estamos llamados.

viernes, febrero 02, 2024

Complicidad

 ¿Cuántos elementos entran para crear complicidad? Pensaba esta idea por la importancia que tiene esta para configurar un ideal de pareja o un real de pareja que ahonde en la felicidad de compartir. En función de ello armé un listado, que está en un working process, claramente. Veamos:

 1- La diversidad en la comunicación, inefable fortaleza de la libertad: que utilice más de un lenguaje de manera entendible, comprensible y compartida. No hay complicidad sin que una pareja no desarrolle un propio vocabulario, no de palabras, sino de gestos con certeza. Jamás de sobreentendidos. Una comunicación que siempre surge de la asertividad y que se manifiesta, quizás, con mayor fuerza en la capacidad que tiene una pareja de usar el humor.

 2- La confección de un libro del compromiso: curiosamente no siempre tangible, pero que adquiere una categoría de incunable y contundente para los dos. La complicidad conlleva una colaboración inseparable, que se ve en los gestos, pero se concretiza en las acciones. La cooperación nace, en ese sentido por una lógica mayor que la obligación sino por una actitud hacia el otro.

 3- La vivencia imprescindible de una sensación de alegría compartida para todas las emociones. Los integrantes de una relación necesariamente, por vivir en el mundo bien real, transitan por emociones variadas. La complicidad debe encontrar el tono para compartirlas y no transformarlas en alegría, porque las emociones también surgen de estímulos que no son siempre buenos, sino que generan hasta dolor. La complicidad lo que permite percibir con confianza que ese compartir encuentra ecos de solidaridad permanentemente, lo que si genera alegría siempre.

4- La segura sensación de cercanía: no hay intimidad posible sin cercanía que ofrece una clara impresión de protección, de un lugar donde el daño se minimiza o se ahorra. Esto facilita que la tanto la fragilidad inevitable, como la sensualidad como realidad inherente de los cuerpos y el erotismo concretamente personal pueda expandirse de un modo más ligero y, al mismo tiempo, más intenso. Por eso la complicidad de este tipo permite que la vida sexual se expanda un poco más y que el placer sea un verdadero norte real, convencido y conjunto.

 5- La inexpugnable fortaleza de la contención: lo anterior produce como correlato el concepto de contención que, símil al abrazo del tango permite libertad de movimiento, al mismo tiempo que genera una clara percepción de espacio protegido. Básicamente es el invaluable y sublime concepto de la intimidad que es ese momento compartido donde cualquier desnudez alcanza un nivel superlativo de humanidad porque exhibe una fragilidad y es rodeada de toda la fortaleza que se ofrece.


 

1/2/2024

viernes, enero 26, 2024

Las personas

 Me gustan las personas, sin que sea una limitación o criterio, con las que hablar siempre implica caminos diversos, por la inteligencia. Esa que me cubre un poco y me incita a otros andares. La que es capar de crear una lógica que obliga a descubrir senderos y no que solo va por caminos asfaltados. Esas personas que son capaces de elaborar preguntas incómodas, o por lo menos pensarlas, sin generarte mayor incomodidad, sino que van abriendo puentes para que puedas tejer respuestas. Esas personas con las que descubres qué hay otro mundo, más allá de tus narices, aun cuando ella sea grande.

Me gustan esas personas que pueden crear metáforas donde tú todavía no las imaginaste, esas que creen que el verbo aún tiene mucho para esculpir, no sólo lo que ya está descubierto y, por eso, van por la vida utilizando palabras que no conoces con la pulcritud del orfebre y te hacen parte. Me gustan las personas que tienen mundo detrás, por más que no hayan viajado. Y a eso te lo cuentan como un modo te ayudarte a descubrir un universo y te escuchan sabiendo que los mejores universos siempre se crean con otro.


Me gustan esas personas que te pueden contar algún misterio o compartir una música y al hacerlo, te abrazan un poquito y te dan un poquito más de humanidad. Me gustan esas personas que son inteligentes, no por decirlo, sino simplemente por haber vivido y que saben el valor de reír conjuntamente y de acompañar lágrimas de otros, sin sentir que hay competencia de drama, ni debilidad que avergüence. Me gustan esas personas que van por la vida dispuestas a acompañarte un trecho porque el camino lo vale siempre.

Pero, sobre todo, y si no hay tanta inteligencia, priorizo que me gustan esas personas que no miden tamaños, ni formas, ni colores, porque saben que el respeto tiene que ver con mirar de frente, que la vergüenza es parte de nuestro ser, tanto como el pudor, y por ello, no utilizan el juicio como sentencia, ni la razón como privilegio y que procuran que el poder, inevitablemente humano, jamás sea manipulación o imposición. Me gustan las personas que son seres humanos del modo que siempre imaginamos a la humanidad con la fuerza para soportar cosas y la ternura para acompañarlas y que se enorgullecen que seas otro y, al mismo tiempo, que seas tú.

Ahora bien, por qué también soy quién soy, debo agregar, sin desmedro de lo dicho y sosteniendo cada palabra, que cuando pienso eróticamente debo decir que me gustan esas personas que tienen todo eso y, dentro de ellas, sólo las mujeres, que tienen el clítoris. Si, lo digo, porque el clítoris me parece una pieza anatómicamente perfecta, que genera una sensación de esplendor artesanal. Seguramente fue hecha por ese Dios deseable, aquel que imaginó que su creación solo podía hacerse en los caminos del placer, para que así, sean verdad sus sueños de evolución. Hay en esa belleza anatómica y fisiológica, la potencialidad de una conjunción excelsa de todas las posibilidades que se pueden generar cuando la disposición para el encuentro es capaz de crear de la nada un todo. Eso lo creo, firmemente, porque sé que en el encuentro -y la intimidad- se pueden manifestar, con más convicción y certeza, la paradójica sensación de la eternidad efímera, donde el infinito parece un punto y el punto es el universo. Por eso me gusta imaginar que si una mujer, con clítoris, está dispuesta, hay quizás un camino cierto al placer y por más que se comience en cualquier lado, hay una inevitable lógica de pasar por allí en algún instante. Tal vez porque en esas mujeres veo una serenidad que preciso, de una sensualidad que invoca lo mejor que puede haber. Porque al hacerlo, puedo imaginar la sagrada desnudez compartida y con ello, particularmente una espalda de una mujer, donde si quieres, puedes confirmar que el beso es un arte, pero también un aprendizaje. Creo que cuando esa mujer te mira con la intención de mirarte ella y, por eso, media su decisión la caricia le da sentido al braille. Porque los senos no son un desafío sino una suerte de rayuela para tocar el cielo.

Me gusta la mujer. No por ninguna lógica, sino porque ello me autoriza el juego de buscarse
, reencontrarse, de sentirse y, tal vez, porque el tango le dio otra forma a
 la cercanía. Me gusta la mujer, esa mujer, porque hizo que pueda descubrir el otro lenguaje de las caricias el que comienza casi por casualidad y se transforma en un incunable.

Dado a elegir el origen del mundo, lo elijo como Courbet sabiendo que, después, de eso solo hay universos a crear.

 

23/1/2024

jueves, enero 18, 2024

¿Socialismo o libertad? (really?)


La propuesta es simple: el socialismo fracasó. Simple y contundente. Sin
concesiones ni excusas que puedan mostrar una sutileza. En cambio, el libre mercado funciona si lo dejan actuar con libertad. Es decir, si no funcionó hasta el momento es porque no fue un verdadero libre mercado. La premisa sigue siendo la misma que gobierna la humanidad. Lo que pienso es bueno porque lo digo y cuando no funciona es porque no me permiten, pero lo que creo que es malo no funciona porque es malo y si no lo dejan es normal porque la gente no lo quiere. No debe sorprendernos, como humanidad siempre hemos tenido doble vara. La que mide a los demás y la nuestra. A veces, por cuestiones de baja estima, podemos invertir las varas, pero siempre son dos. Una para medir lo que creemos mejor y otra para lo que detestamos. No podemos ser objetivos, simplemente porque somos personas. 

Entonces, ¿cómo se resuelve? Como siempre, el que tiene el poder actúa, con mayor o menos tolerancia, con mayor apertura o menor, pero siempre estableciendo límites de normalidad. O sea, siempre la libertad adelante, en la medida que sea uno quien la defina. Cíclicamente caemos en lo mismo. ¿Hay solución? Cómo siempre la hubo, creer en alguna utopía y permitir que los intersticios sean habitables. Comprender que, si bien el poder es inevitable, la diversidad también y, lo obvio, más allá de los limites, es en el encuentro cara a cara con alguien, donde realmente somos capaces de crear los universos perfectos. El resto, sólo son palabras que no duran más que lo que duran el poder que nos apropiamos. Al final, creo, solo importará cuan habitable hicimos el mundo para el otro. 


Francisco Viola

Elucubraciones nómadas (inédito)

martes, enero 16, 2024

Tener sexo


 Es el verano: el sol, las vacaciones, quizás lo imprevisto, lo fuera de lo rutinario nos expone un poco más a pensar disfrutar las cosas de otro modo, con otro ritmo, otra energía, otra entrega. Dentro de eso, también está el sexo. Porque, lo cierto, es que pocas actividades humanas juntan en la acción –o por lo menos en la expectativa- tantas sensaciones diversas y únicamente humanas como el sexo. Efectivamente, en esa expresión de la sexualidad se manifiestan: lo lúdico, lo transitorio, lo perenne, la intimidad, el placer, el deseo, tal vez el sentimiento, la intención, la disposición. Por eso señalamos que es una de las actividades humanas más humanas, porque puede ser no sólo plena, sino nos puede, en ocasiones, mostrar el camino de la paz: no por nada el slogan popular lo sintetiza pour la galerie: haz el amor, no la guerra.

Pero más allá de lo situacional de las vacaciones, sugiero que habría que tener en cuenta que tener sexo en el verano podría (sería bueno) que sea una forma de prepararse para tener un año con una vida sexual saludable. ¡Claramente!, Ya que estamos relajados, los que puedan estarlo, sería ideal de aprovechar esa instancia para desarrollar con la pareja una serie de comportamientos que nos pueden ayudar en el transcurso del año. Señalemos lo obvio: cada cual le dará al sexo el valor que quiera, eso está claro, pero las parejas que consiguen desarrollar una buena comunicación e interacción sexual poseen otras herramientas más para desarrollar la intimidad, la compañía y la fortaleza en el vínculo.

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Sí, me estoy refiriendo al sexo en las personas que tienen una pareja estable, y para ellas el tener
sexo son buscar relaciones sexuales estables durante todo el año que, valga señalarlo, son el fruto de una construcción cotidiana, de una intimidad, de una comunicación, de una complicidad en la búsqueda de la cercanía, del placer y, obviamente, de una relación mucho más saludable. Por eso recordemos que, en el sexo, también es necesario el buen trato. Que vendría a ser el conjunto de conductas de cuidado de uno y del otro en relación a lo erótico. El buen trato, siempre nace de una empatía hacia la otra persona, o sea estar dispuesto a responder las señales que nos manda nuestro partenaire. Contestar, aunque sea diciendo soy consciente de lo que dices, pero ahora prefiero no, pero lo hablamos luego, porque yo también lo quiero. Por eso es diferente la disposición de la disponibilidad. No siempre se puede, pero siempre se toma consciencia del deseo del otro.

Por ello no podemos cansarnos de recordar, señalar y puntualizar la vital importancia de la escucha que no es solo de palabras, sino de una forma más amplia de captar la expresión de las emociones y, de ese modo, percibir la sensibilidad del momento y de la compañía. Es más fácil abrirse a la posibilidad del placer, tanto de recibirlo como de darlo, cuando uno percibe que es bien tratado. Pero, además, cuando uno además de percibirlo, lo puede vivenciar seguramente el sexo será más placentero. Lo que nos interesa también comprender que una pareja que tenga un sexo más placentero que, además, surge de una comunicación más fluida, seguramente podrá realizar acciones más positivas en relación a su estructura como pareja. Una aclaración más, cuando hablamos del sexo estoy hablando de la suma de acciones que podemos hacer para que el placer sensual esté presente en nuestras vidas.

Por eso, el verano, sin las rutinas del cotidiano, con la relajación de las pausas es ideal para pensar que podemos dedicarnos al otro a escuchar, a hablar, a imaginar, a compartir, a conocernos más y, claramente a disfrutar mucho más. El tener sexo es una de las oportunidades que tenemos para hacerlo. Es bueno, barato y bonito. En estas épocas es una ganga a aprovechar.

 

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