martes, julio 20, 2021

Pequeña elegía para mis amigos y amigas

 No hay cortesía mayor que reconocer que el otro es importante cuando lo es. No con falsas declaraciones sino con la simple evidencia de sentirlo. Pero, lo cierto, que quienes son amigos lo saben no porque hay un día, sino porque vivencian la tosca madera de lo que uno está hecho. Allí comienza y termina todo. Es curioso cómo funciona ese universo que nos toca en suerte, donde el camino minúsculo de un infinito. Sin embargo, en esa porción de todo que nos toca, a veces, logramos saborear el gusto a la eternidad. Creo, desde hace tiempo cuando somos capaces de hacer del tiempo un momento compartido. Cuando eso pasa, los relojes son artilugios sin sentido y el espacio sólo es una forma más de volar.

En la pequeña vida que no toca transitar, los afectos se construyen con los rudimentos que tenemos y, valga decirlo, con eso logramos, tantas veces, hacer la orfebrería sin igual que se llaman vínculos. Porque la vida, sigue siendo eso: invisibles hilos que son seguros puentes donde otro nos reconoce como cercano, como importante, como necesario.

Cuando eso pasa, la simple armonía del silencio compartido teje ese oasis, donde uno se siente, sin mucho, pero con todo lo necesario.

Pues, melancólico, nostálgico, festivo, presente, añorado, intrigado, confiado, recordado será uno porque, al fin y al cabo, la amistad es un poco eso y tanto más.

Por ellos, por ellas, porque sé que soy como soy y eso lo atesoran como pueden pero con ese cariño que vale todo.

domingo, julio 18, 2021

Sobre "penes de madera" y los razonamientos



A veces es difícil comprender las cosas si uno se queda con el título o con las ideas previas que uno tiene. Partamos de una evidencia: la educación sexual integral (ESI) en la República Argentina está establecida por una ley Nacional, sancionada y promulgada en el año 2006, la ley 26150, que valga decirlo, la considero un lujo. En su primer artículo esta ley que crea el programa nacional de Educación sexual integral reza: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Simple, claro, contundente. Luego, obvio, como pasa con tantas leyes: objeciones, chicanas, formas de no hacerla cumplir y discusiones con fundamentos variopintos pero que no llegan al nudo: explicar porque la educación sexual integral no debería darse.

La educación sexual integral es una necesidad obvia, porque es educación y porque implica el ofrecer conocimiento adecuado y correcto, desarrollar habilidades para la vida (según la definición de la Organización Mundial de la Salud) y fomentar el desarrollo de los valores considerados marco en nuestro país: los derechos humanos. Busca no sólo eso, sino hacer frente a problemas concretos que afectan a las personas. Oponerse a la educación sexual integral no parece tener otros fundamentos que cierta desidia por el futuro, la incapacidad para visualizar el presente y la ingenuidad de creer que los ejemplos puntuales –sacados de contextos y lejos de lo que plantea la ley- es lo que genera daño, no viendo el daño que hace la falta de una educación sexual integral.

Ahora bien, desde que se creó el programa de Educación Sexual Integral ha habido un esfuerzo sistemático por fortalecer estrategias educativas, desarrollar materiales acordes, generar capacitaciones específicas, entre otras cosas, con el fin implementar la ESI en todo el país. El programa, que se ha enfrentado a muchos contratiempos generados por incomprensibles argumentaciones, sesgados ejemplos y otras cuestiones generales, no ha disminuido su esfuerzo sostenido para su objetivo. Para ello, muchas personas han trabajo para generar propuestas educativas concretas, materiales de gran calidad, una divulgación con los recursos posibles y canales y compromisos para intentar que la ESI sea una realidad. Si, al mismo tiempo, pueden existir errores, como la vida misma, por culpa de personas que, con diferentes intenciones, han propiciado actividades que no siempre han sido las adecuadas. Sobre todo, paradójicamente, por no seguir con más decisión las políticas e indicaciones formuladas por el programa en cuestión.

Mientras esto ha pasado, la salud sexual se ha enfrentado a diferentes problemas. Cito tres que tienen un cierto apremio: el aumento de algunos indicadores relacionados con el aumento de las ITS (infecciones de trasmisión sexual), el, siempre lamentable, embarazo adolescente y la violencia de género, particularmente en las relaciones que surgen entre los jóvenes escolarizados. Frente a ello, actuar es una obligación definida por una ideología clara: la salud es un derecho que no se puede obviar intencionalmente.

Frente a eso se toman las medidas que se consideran necesarias. En esta ocasión lo que llama la atención a ciertas personas fue por una licitación para compra de material dentro del contexto del programa y de sus proyectos. Nuevamente se utiliza un detalle sin pensar en el todo. Es decir, criticar o alarmarse sin querer tomar conciencia del hecho educativo completo. Detenerse en aquello que nos alarma y obviar lo que necesitamos. Negar el conocimiento que motiva medidas y restringirse a chistes básicos o a opiniones altamente emocionales. La educación, lo sabemos no es eso

En la vida aprendemos que cuando se piensa sin considerar ni contexto, ni realidad, ni lo específico, es porque estamos haciendo un razonamiento que obvia la complejidad en el sentido que Edgar Morin la define con su famosa teoría de la complejidad. Justamente, el autor centenario francés, hace unos días, hablaba de las tres lecciones que surgen de la complejidad: 1- resistir a toda dominación, 2- tomar consciencia de la complejidad humana y 3- vivir poéticamente, pues con amor. No hay forma de lograr esto sin una educación sexual integral como la que viene promocionando, a partir de esta ley que, insisto, es necesario leerla antes de oponerse y usarla para proponer. Porque proponer es lo que nos hará ser mejores. 

miércoles, julio 07, 2021

Samuel y el dolor

 

En estas épocas, donde aprendemos todo lo que pasa en el mundo con una rapidez vertiginosa, nos encontramos con noticias que hacen creer que el mundo y sus habitantes lograron comprender la importancia del momento que vivimos y se esfuerzan por hacer del mundo algo respirable, no sólo, por ejemplo, por el cuidado del medio ambiente –de una urgencia innegable- sino, sobre todo, por el esfuerzo decidido por comprender que sin el otro no hay humanidad posible. Así, podemos encontrar pruebas a diario donde la solidaridad está presente, donde se pone el límite a la violencia como una actitud permanente de personas y, también, manifestaciones claras a favor de una decisión irreversible por conseguir la equidad.

Sin embargo, el ser humano sigue siendo, por otro lado, el otro límite, aquel donde el odio, la violencia y la sinrazón respiran y se movilizan por personas. Así, estos días pudimos recibir la noticia de como unas personas mataron a golpes a otra persona que se llamaba Samuel. Lo hicieron simplemente porque pudieron hacerlo. No medió otra cosa que el poder sin control y la estupidez en estado supremo. En España, a la salida de un boliche, lo que es una actividad festiva donde cada uno la pasa lo mejor posible, la vida de un hombre terminó porque unas personas pensaron, creyeron, le dijeron o lo que fuera y, además, nadie tuvo el límite para decir: ¡No!, nunca jamás, la violencia puede resolver una diferencia. En la agresión aparecieron los insultos homofóbicos, porque hay varones que, por un razonamiento demasiado básico, creen que eso, le da un sentido a su estupidez completa. A su falta de capacidad de comprender que somos humanos porque evolucionamos desde los primates hasta ese estado superior fue, entre otras, porque la naturaleza nos ofreció la diversidad como hecho sustantivo de todo y, por lo esencial que es la alteridad, o sea que el otro es otro y yo también soy el otro de alguien; esos dos elementos, diversidad y alteridad, son las mayores riquezas que existen, a pesar que tantos se obsedan con negarlo a diario. Por eso estoy convencido que seguir pensando que algún tipo de fobia lleve a matar, porque el otro es diferente, es diverso o lo que fuera, es desperdiciar la posibilidad cierta que tenemos de seguir evolucionando.

Hace unos días terminó junio y con ello el mes que se dedica al “orgullo” y que está asociado al orgullo LGBT. Un mes, que tiene su día particular el 28 de junio, que procura concientizar no sobre la diversidad en sí mismo, sino para comprender que es necesario buscar una sociedad más tolerante e igualitaria. Que levante la mano quien no la quiere. Pues, quienes no la levanten son el problema. Porque la humanidad no dejará de evolucionar a pesar de ellos. Está claro el norte, la diversidad, la equidad, la no violencia.

Samuel fue asesinado. El era homosexual. No fue asesinado por eso, eso fue una excusa. Porque una turba que mata, precisa excusas, ya que nunca jamás tendrá razones. Duele, como duele cualquier muerte que pasa porque alguien tiene poder y cree que la violencia tiene cabida como recurso. Frente a ello, los que levantamos la mano por una sociedad que evolucione, debemos insistir en las manos levantadas pidiendo lo necesario: educación sexual para ser más humanos, equidad para ser más justos y libertad para que el amor expresado sea más que un derecho, sea una necesidad imperiosa.

 

 

sábado, julio 03, 2021

Noticias sobre la incertidumbre


 Las noticias sobre la pandemia nos pesan. Están a nuestro lado. No sólo circulan, como este virus, sino que oscilan entre una vaga tranquilidad que armamos con poco y alguna sensación que surge de la esperanza, ese material intangible que nos hace respirar, tantas veces, cuando las cosas parecen medio torcidas. Pero aquí estamos, aun transitando la duda. Efectivamente, no éramos pocos los que esperábamos empezar el mes de julio con bastante de la antigua normalidad. Pero no, estamos de nuevo en una situación complicada, a lo que se debe agregar, el tiempo que hace mella en los ánimos. Junio se termina y las cosas aún están complicadas. Los números son contundentes y muestra que estamos transitando una fase sensible de la enfermedad. En el medio, buscamos – a veces, encontramos- sobre qué aferrarnos. Así podemos pensar que hay un par de puntos que nos dan un respiro, por decirlo de algún modo: 1- las vacunas existentes y que se distribuyen con bastantes aciertos y algunos errores (pero voy a insistir con los aciertos, porque es importante en estas épocas apoyarse sobre estos elementos) y 2- hemos avanzado en el conocimiento de la enfermedad y en algunas cuestiones para tratarlas. Pero, lo sabemos, la prevención, que siempre fue conocida, nos cuesta: la distancia social, las restricciones auto-impuestas para las reuniones sociales, el uso del barbijo de forma correcta, son cosas simples pero que se hacen cuesta arriba para muchas personas. Sea porque están cansadas, sea porque no lo perciben, sea porque creen que no es para ellos. Para que el panorama se complique aún más, sabemos que el factor económico pesa y pesa mucho. Las necesidades aparecen y, entonces, no por capricho, hay mucha gente que debe exponerse.

Son varios problemas por eso se dice que esta pandemia es, en realidad, una sindemia. Es el término que los antropólogos utilizan para referirse a que no es una única situación de morbilidad la que nos rodea, sino que hay varias que se potencian. Una sindemia es, según Singer, el antropólogo que acuñó el término, la situación cuando “dos o más enfermedades interactúan de forma tal que causan un daño mayor que la mera suma de estas dos enfermedades". En este caso, a la pandemia COVID-19 se suma, también la pandemia de la violencia contra la mujer, que estas épocas también ha tenido una escalada. Como también el aumento de desórdenes metabólicos, entre otros.

Recordemos que, desde siempre, las dos preocupaciones más fuertes que tiene el ser humano están dadas por el eros y por el tanatos. El amor y la muerte nos preocupan, nos inquietan, nos movilizan. Esta pandemia nos ha movilizado mucho porque estas dos aristas han irrumpido como una constante. Porque ambas surgen se han hecho omnipresentes en el cotidiano nuestro. De repente, el eros, no como cuestión filosófica, sino como hecho concreto el que funciona en el acto de la convivencia y el tanatos, que toma ese valor porque genera un sufrimiento que no podemos negar: la ausencia total siempre es omnipresente como realidad o como riesgo latente y cercano.

No por nada, se insiste que lo que vivimos ha generado mucho malestar y ha afectado a la salud mental de una manera que no podemos obviarla y que, cuando todo pase -porque lo sabemos, pasará-, nos deberemos hacer cargo de una manera más eficaz, concreta y contundente. Reconstruir nuestro cotidiano. Para pensar en eso, hay un concepto maravilloso de la “resiliencia” que uno de sus promotores Boris Cyrulnik, un referente mundial en esta temática, la define simplemente como iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma”. Surge de una convicción que podemos tener y/o promover “la capacidad de triunfar, de vivir, de desarrollarse de manera socialmente aceptable, a pesar del estrés o de una adversidad que implica normalmente el grave riesgo de un resultado negativo”.

Por ello, frente a la incertidumbre que se vive, frente a este cotidiano afectado, frente a las terribles pérdidas que hubo, pensemos que el futuro es aquello que vamos a construir en nuestro día a día y para ello, debemos creer y darnos cuenta que no debemos hacerlos solos o, también darnos cuenta que el otro quizás nos necesita un poco más. Como siempre pienso, esto implica una verdad elocuente: nosotros también somos ese otro.

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