jueves, febrero 28, 2019

Tucumán, 2019



Una niña sufrió. Una niña sufre. Como tantos días, esta vez lo supimos por la fuerza. No pudimos negarlo. El sufrimiento estuvo, está, estará. Quizás, esperanza aquí, será resiliente. Pero la resiliencia no implica borrar. El sufrimiento se hizo, se hace. Frente a esto la pregunta es obvia: ¿Se hizo todo lo posible para evitarlo? No, la respuesta es univoca. Claramente no logramos hacer lo necesario como sociedad (sobre todo quienes tienen la responsabilidad para ello) para evitarlo. Parece normal, parece la vida. Pero así como fue a muchas personas no nos gusta que lo sea. Todos los días alguien sufre y, lamentablemente, alguien ve coartada su niñez por culpa de errores que se cometen, de negligencias, de desidia, de ambiciones desmedidas, de mentiras, de “circunstancias”. La verdad es que, en este caso, no se hizo lo posible –por nuestros hijos e hijas haríamos lo imposible- para evitar el sufrimiento. Deslindar responsabilidades, ser “políticamente correcto” con las palabras, apegarse a derecho para responder y todo lo que se nos antoje. Pero lo cierto que el sufrimiento de la niña está, estuvo, estará.
No se hizo todo lo posible para evitarlo. Pero hay una pregunta peor: ¿se hizo algo para aumentarlo? Allí, no “hay tutía”. Si se aumentó aún el sufrimiento a la que se expuso una niña por culpa de negligencias de quien fuera, eso ya es otra cosa. No habla de responsabilidades, sino de perversión, de deterioro como humanidad.
Ahora, donde se dice que no debe haber otro caso, pensemos y ejecutemos lo necesario para evitarlos. Es el momento de hacer todo lo posible para que el sufrimiento –este tipo de sufrimiento en todas sus dimensiones, en todas sus etapas-, no sea una opción para nuestra infancia, no sea su destino.

Pero, también, seamos jueces más veraces, más valientes, más certeros contra aquellos que han hecho que este sufrimiento sea aún peor. Tal vez así, como decía Sábato, aquel del informe NUNCA MAS, “podamos recuperar cuanto de humanidad que hayamos perdido”.

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