domingo, abril 01, 2018

Pascuas, por ejemplo

Toda religión tiene fechas que sintetizan su creencia, su fe, por ejemplo, las pascuas para los católicos, pesaj para los judíos y otras para cada una. Para los que no son creyentes esas fiestas no le dicen mucho o les resutal indiferentes o raras.  Sin embargo, podemos aceptar algo con más facilidad. Cuando los creyentes viven realmente esas fechas  siempre incluyen por lo menos tres cosas: tiempo de reflexión y de auto-reflexión, convicción que esa creencia implica la esperanza de algo mejor para toda la humanidad e intención de compartir con desconocidos algo. Esto, en sí mismo, es algo hermoso. Puesto que si hay alguna posibilidad que la humanidad supere su desazón, su autodestrucción, su incapacidad de vivir en paz permanentemente es haciendo eso de manera más constante.
Así que por ello, solamente, todo momento que una religión convoca a sus fieles, sean estos muchos o pocos, hay quizás una llama de esperanza que se enciende. Aún sin creer en esa fe, hagamos voto de creer que la humanidad tiene la posibilidad cierta de salvarse o, por lo menos, de no destruirse y violentarse tan rápido. Así, quizás, lo consigamos. ¿qué? Lo más elemental: vengamos de quien vengamos, el ser humano está llamado a algo mejor que lo que demostró en general: está llamado a la paz, a la alegría, al amor. 
¿Por qué lo digo? Porque aun cargándonos como especie a mucha gente, destruyendo parte del planeta por imbecilidad total y egoísmo, habiendo hecho tanto mal a tantas personas, el ser humano aún persigue la utopía de ser un ser superior. Y, todos hemos conocido, sin dudas, personas justas que, como bien dijo Borges, “salvan al mundo”.
Así que en cualquier fiesta religiosa, respiremos un poco de la humanidad que queremos, solo por lo que se hace, vale la pena. 

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