jueves, mayo 29, 2014

Círculos

Las personas tenemos círculos que, superpuestos dan sentido, validez y consistencia a los actos. Uno es el círculo de las ideas. Ese conjunto de pensamientos que tenemos y que surgen de nuestras normas internas –o externas asumidas como propias-, de nuestra propias lecturas éticas que hacemos  -que pueda o no coincidir con la del grupo mayoritario, puesto que siempre coincide con alguna-, con la claridad que tengamos para pensar; el segundo círculo está dado por los hechos como conocimiento adquirido. Como lo aprendido de alguna forma pero que le damos una consistencia en lo real, en lo que pasa. El tercer círculo pasa por los sucesos que nos acaecen y que llevan al pragmatismo puro, aquel de poner el cuerpo, a lo que viene.
Lo ideal es que los tres círculos coincidan y entonces los “planetas se alinean” y se produce una experiencia enriquecedora, benéfica, útil, placentera y que se guarda como momento atesorado. Como una vivencia que nos define. En definitiva esos momentos vitales que todos y todas tenemos y merecemos.
Cuando no pasa, el ruido aparece, un ruido que nos pesa. Un ruido que surge de una suerte de falta de sentido. De choque entre “esos planetas”. Sólo tenemos dos soluciones posibles. La primera, previa, tratar que nuestros círculos sean amplios para albergar mayores sucesos. Que no sean esquemáticos, rígidos, estrictos por más que seamos ordenados para vivir y pensar. Lo segundo es, si el ruido aparece no dejar que crezca, pedir ayuda, buscarlas y empeñarse en “alienar los planetas”. Tal vez, ese siempre sea el camino a la felicidad.

jueves, mayo 22, 2014

Sueños

En portugués tienen dos palabras para nuestro sueño:  Sono e sonho. La primera la utlizan para el dormir y esa sensación tan especial que tenemos, en ocasiones, cuando nos despertamos temprano  (por más que Dios ayude). La segunda la reservan para los sueños en el sentido de imaginar cosas que esperamos, deseamos y queremos conseguir, a pesar de lo difícil (I´ve a dream, de Martin Luther King, aquello que tantas veces son las utopías que nos hacen avanzar).
En varias ocasiones ambos sueños son la síntesis de una suerte de felicidad. Pienso, por ejemplo, en los cumpleaños y en los nacimientos. En esas ocasiones que cuesta conciliar el sueño y, sin embargo, no es la angustia ni la preocupación la que nos impide sino el poder sentir que el momento es tan especial que bien merece la pena eludir el “sono” para dar tiempo al “sueño”.
La vida misma incluye todo lo que nos pasa. Incluye la vigilia y ese “sono” necesario y reparador –OJALÁ-. También incluye los “sueños” como imagen, deseo, motivo y fuerza para que la contraparte de esos sueños, el día a día donde se ejecutan de la manera que se pueda. Algo así como “a Dios rogando y al mazo dando”.

Por ello, ojalá todos podamos conciliar el sono para que las fuerzas no falten para nuestros sonhos. Así, todo cumpleaños –o lo que fuera- y, sobre todo, todo nacimiento, sea la mágica conjunción de la esperanza real de una felicidad que nunca debe terminar y siempre ser trabajada y compartida.

viernes, mayo 02, 2014

Negociar

En las elecciones, como en la vida misma, se negocia. Negociar no es intrínsecamente malo. Es, seguramente, necesario. Pero negociar no es sinónimo de comprar voluntades, ni convicciones, ni ideas. Menos votos.
Todos negociamos. Es habitual, inevitable por el hecho de ser humanos. La opción sería imponer todo y hasta utilizar la fuerza  para que los demás hagan lo que uno quiera. Si, prefiero negociar que comprar y que imponer. Ahora bien, ¿todo se puede negociar? Creemos que no. Allí viene lo personal: cada uno sabe las cosas que no es capaz de negociar –o que le ofenden  realmente hacerlo: cosas materiales, cosas espirituales, convicciones musicales, gustos diversos, ideas que uno cree revolucionarias, etc.-. Lo cierto es que todos creemos que hay cosas que no se deberían negociar. Por ello, pensamos que hay cosas que la comunidad donde estamos –vivimos, trabajamos, estudiamos, investigamos- no debería ser moneda de cambio. Por ejemplo, muchas personas discursean –algunos lo creemos firmemente- que la dignidad humana no debería ser nunca un tema de negociación. En el caso de la comunidad universitaria, por ejemplo, también hay cosas que no deberían ser negociables: nunca aceptar títulos comprados –por el valor que queremos darle a lo académico-; no permitir la falta de normas éticas para toda investigación; impedir la destrucción del patrimonio universitario y social; proscribir el uso de los recursos públicos para el enriquecimiento personal ilegal; oponerse a la designación de ineptos e incapaces para un puesto de responsabilidad; No aceptar aquello que atente contra los DDHH; no tolerar la violencia como mecanismo de venganza o de presión. Sí, todos tenemos límites para negociar: Ojalá que quienes lo deben hacer también lo tengan y sea aquel que impide manchar el deseo de “pedes in terra ad sidera visus”.


Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...