viernes, marzo 08, 2024

Día de la mujer


Que nadie olvide que el 8 de marzo recordamos el dolor, aunque hablemos del futuro, puntualizando este presente. No se trata de otra cosa por más que quiera sacar provecho la veta comercial con los chocolates, las flores, los restaurantes y todo lo demás. Este día conmemoramos un pasado doloroso. Recordamos que la humanidad demoró demasiado tiempo en darse cuenta que había dejado de lado a una parte suya, al resistirse estúpidamente a aceptar la evidencia más obvia que tuvo jamás: la humanidad es la suma de las personas y no quienes algunos "iluminados" decidan. Aceptar –aún cuesta que todos lo sepan- que es la diversidad de los seres humanos lo que es la única humanidad real. Lo sabemos, el obviar esa verdad inmensa como el mundo entero, acarreó dolor, muerte y sacrificios.
Un pasado que aún se mete en este presente. En esta época se cuestiona lo que se llama “agenda feminista” (insisto, para mi es la agenda de la humanidad: que todo ser humano tenga los derechos al día). Pero se habla sobre eso, para alabar, reclamar, cuestionar y lo que sea. Pero ese hecho implica una realidad: en el 2024 todavía tenemos que proponer cosas obvias para hacer en el futuro, o sea que aún hoy no llegamos a concretarlas. Porque hablar de futuro significa que hay camino recorrido, pero aún mucho para recorrer; personifica que hay derechos ganados, pero todavía derechos a ganar; pero, sobre todo, equidad a conquistar, defender y promover. Porque lo sabemos aún hoy es moneda corriente la inseguridad, la violencia, las inequidades, la incapacidad para aprovechar todo lo que todos deben aportar por la paz, por el cotidiano Y, sobre todo, visualizar que el único camino viable es asumir con todos los recursos que vivir en paz es más que un deseo lindo, es el único norte que nuestra humanidad debería tener.
Este 8 de marzo valga celebrar también que tanto sufrimiento que recordamos ya da frutos. Recordar que hubo sacrificios pero que hay éxitos en el presente: hoy hay más derechos, no para todos ni para todas, pero hemos avanzado un poco. Es importante decirlo porque debemos honrar a quienes han permitido ese avance. No para descansar, sino para tomar fuerza hacia adelante.
Hoy, hay mayor equidad, aunque de un modo tan irregular que es lamentable. Hoy respiramos pensando que la tarea tiene la ventaja que nace de la convicción que conseguirla es garantizar la posibilidad total que sea posible ser una sociedad que logra lo que generaciones no pudieron: que la paz sea una realidad inapelable.

Se hizo, pero falta mucho y además, recordar como tatuaje en el alma que el trabajo es constante. Hoy conmemoremos, pero sabiendo que la inequidad debe ser eliminada, que la violencia de género debe ser combatida sin pausa. Yo, por mi parte, vuelvo a sostener que hay muchas cosas que se hacen para que éste presente próximo sea mejor, sin embargo, hay algo que, confío, creo y “sé” (no como experiencia mística, sino como conocimiento de formación) que puede hacer la diferencia en nuevas generaciones: la educación sexual integral como se hace en algunos países y como se puede imaginar desde la ley argentina (la 26150), no se puede retroceder: no hay dinero que pueda pagar el error de retroceder. Tal vez por eso, Naciones Unidas Woman insiste este año que el slogan para el día de la mujer es INVERTIR.
Vuelvo, entonces a elevar mi voz e insistir, sin miedo de ser reiterativo, sino obligado a serlo: la educación sexual integral como decisión educativa nos garantizará que lo que deseamos como equidad, sea una posibilidad cierta más próxima, así los niños y niñas tendrán mayor claridad que la que tuvimos como humanidad: todo ser humano merece lo mejor posible y, por lo tanto, saber que la violencia contra quien es diferente es una afrenta a nuestra especie que jamás se puede justificar. Tal vez así, hagamos el paso definitivo que nos merecemos: seremos libres como fuimos “imaginados”.




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