martes, diciembre 28, 2021

Deseos 2022


Al comenzar este nuevo año, es lógico que pensemos en deseos. Ese ritual nos hace tan humanos, tan maravillosamente humanos, porque desear es una de las formas de expresión de nuestro ser, tanto de lo que somos como también de aquello que aspiramos a ser.

Desear no es sólo decir cosas que uno imagina, no es tampoco “mentirse un poco” con planes que nos exceden y no creemos realmente. Desear es recuperar vivencias, darles consistencia a los sueños, procurar estímulos y canalizar las convicciones. Desear es ofrecernos la posibilidad de transformar nuestra realidad para que se parezca a aquella realidad que anhelamos, buscando lo que sentimos como necesario y que motiva a la acción. Cuando uno desea, busca los senderos que conducen a ese objetivo o procura los estímulos que hagan más fácil el conseguirlo. Desear no es una metáfora para el movimiento, desear puede y deber ser un motor.

Ahora bien, esto implica que los deseos no salen de la nada, sino de convicciones, experiencias, confianza, necesidades y conocimiento. Por eso los deseos se repiten tanto y tantas veces: no se trata de ser innovador en ellos sino persistente.

Todos podemos hacerlos, por lo tanto, también los hago aquí y los enuncio. Seguramente no hay mucha sorpresa, creo que varios pueden coincidir en uno o en todos de los que a continuación planteo.

Como estoy convencido que la vida debe ser estimulada, deseo que el arte esté presente, y que se permitan el arte como una forma de expresión. No debería existir ser humano que no haga el intento serio de manifestar su sensibilidad de la forma que pueda o quiera.

Como no hay ninguna historia que careza de una buena banda de sonido, deseo que la música os acompañe como sea posible. Una melodía, una canción que se escuche con la emoción sincera que se genera. Y con la música, deseo que haya baile. Como aprendí hace un tiempo, el baile es la forma que tenemos de hacer que algo bueno se movilice dentro de uno y nos hable de la cotidiana sensación de estar bien.

Deseo que este 2022 tenga todo el sexo que se pueda, que no quiere decir otra cosa que la posibilidad cierta de disfrutar el placer de compartir un momento donde la desnudez sea una de las formas de crear momentos. Pero valga decirlo, cuando uno dice sexo, es el que se consiente, porque sino es, simplemente, un crimen.

Deseo que el diálogo no sea una opción sino la decisión permanente que elijamos. Dialogar permite la posibilidad cierta de llegar a la paz, aunque no sea una garantía al 100 %, más es el camino más certero.

Deseo que “compartir lo que se pueda” sea entendido como la forma más segura de generar los cambios que ansiamos. Es muy conocido que lo que se entrega con convicción hacia el otro tiene mayores posibilidades de producir efectos benéficos.

Deseo que la intimidad sea una forma concreta de encontrarse con quien uno quiera. La confesión no es sólo decir lo que uno cree que no está bien, sino una de las formas de mostrar la fragilidad inherente a la humanidad para que sea protegida.

Deseo que la diversidad, bendita diversidad, sea asumida como la riqueza incalculable que tenemos como sociedad que quiere crecer. No hay nada más elocuente que ver que la diferencia sólo nos muestra la maravillosa consistencia de la igualdad.

Desear la salud parece necesario, pero más deseo que se dediquen a su salud (que incluye la salud sexual, lo debo decir), porque ella no viene de arriba, por más que sea un don, sino que se la conquista día a día con los mejores hábitos y la prevención necesaria. Por ello, deseo vacunas para todos, más para los que son anti vacunas y que están perjudicando al resto.

Deseo que la lucha contra la violencia tenga aún mejores resultados, pero, sobre todo, que no genere el daño de su presencia y, mucho menos, que haya que seguir lamentando que haya una menos.

Deseo que la educación que pregonamos como la base de todo, sea una realidad incontestable y, porque ya lo saben, no quita que es bueno repetirlo, que la educación sexual integral sea una realidad constante.

Deseo que el camino a la paz se construya desde nuestro interior y logre ofrecerse a los otros. Nadie construye la paz sin intentar que el otro esté un poco mejor.

Deseo que, por un momento, seamos conscientes de que lo que hagamos, como lo hagamos, debe ser válido desde el momento que es aquí y ahora y procura, con convicción y alguna certeza, un tipo de bien.

En definitiva, deseo que las utopías que ansiamos puedan tejerse en ese momento que somos capaces de construir cuando lo intentamos. Por eso y por más, desear un Feliz 2022 no es otra cosa que la secreta plegaria que siempre ansiamos: un lugar de paz y felicidad bordado en el cotidiano con los recursos que tengamos, pero con la convicción de merecerlo.  

sábado, noviembre 27, 2021

Sobre el sida

 

El próximo miércoles, como cada 1 de diciembre, se celebra el Día Mundial del Sida. Al respecto dice la Organización Panamericana de la Salud: “este día es una oportunidad para apoyar a aquellos involucrados en la lucha contra el VIH y para mejorar la comprensión del VIH como un problema de salud pública mundial”. Este año la campaña tiene el lema: “Pon fin a las desigualdades. Pon fin al sida. Pon fin a las pandemias”. Tres problemas de salud que existen, aunque se realizan esfuerzos sistemáticos y dedicado para hacer frente a ellos. Sin embargo, no se puede evitar que estén presente. Me refiero a la desigualdad, pero sobre todo la inequidad; al problema del sida y, también de las ITS y, finalmente, el problema de las pandemias que siguen ocurriendo.

Sobre lo primero, la Organización Mundial de la Salud dice que las “inequidades sanitarias las desigualdades evitables en materia de salud […] inequidades que son el resultado de desigualdades en el seno de las sociedades y entre sociedades”. En este sentido la equidad, que es un concepto que enaltece a la humanidad, no sólo es urgente, sino que no es utópico, sino muy pragmático. Por eso responde a la pregunta concreta ¿qué hacemos para contrarrestar las inequidades que podemos ver en el cotidiano? Porque, si bien la carga principal está en quienes ejercen el poder de alguna manera, también tiene que ver con el cara a cara, donde somos capaces de generar los cambios que se necesitan. Todos los días, cada uno de nosotros puede hacer algo, es más, seguramente lo hace.


El segundo pedido que existe es “poner fin al sida”. Un desafío enorme al cual la ciencia se encuentra abocada. Pero también hay que asociar este problema con el de las infecciones de trasmisión sexual. ¿Por qué? Porque la prevención sigue siendo la misma, que incluye el utilizar los recaudos en las relaciones sexuales, entre otras cuestiones. El uso del preservativo y del campo de látex en las relaciones. Pero usarlo implica no sólo hacerlo, sino hacerlo bien. Esto es algo que se debe aprender. Nuevamente aparece en escena la educación sexual integral que en unos de sus contenidos incluye esto (con muchos otros) las normas de cuidado frente a las ITS. Pero también figuran las campañas de sensibilización social y los servicios de salud sexual que funcionan en todos los hospitales de nuestro país como recursos para hacer frente a eso. Pero sobre todo, la importancia de combatir los prejuicios y estigmas que, como hoy lo sabemos, afectan a las personas tanto o más que la misma patología.

Lo tercero es poner fin a las pandemias. Esto que puede ser un poco una súplica incluye lo obvio: el comportamiento. Como lo vemos con la pandemia de covid-19. Las formas de poner fin a esto son básicamente dos: respetar las medidas sanitarias indicadas y la vacunación. Sobre lo primero hemos visto que muchas personas no respetan las consignas mínimas y que se esfuerzan en no hacerlo. Sobre lo segundo el cuestionamiento a la ciencia con argumentos pueriles y basados en mensajes virales, siempre alarmistas, siempre sin verdadero basamento, siempre con la intención de generar desconfianza. Las pandemias precisan con constancia comportamientos sociales que reduzcan los factores de riesgo y que estimulen los factores protectores. He aquí el desafío permanente que como sociedad debemos hacer.


Los días, como este primero de diciembre, donde se recuerda los problemas que nos afligen no es sólo una forma de decir que existen, es una forma de mostrar lo que avanzamos. No como una meta conseguida, sino como esos espacios donde podemos respirar porque algunas cosas se realizan. Así que defiendo la idea que vale la lucha cotidiana se merece señalar los logros y, a partir de ello redoblar los esfuerzos para seguir avanzando. Estoy convencido que el trípode es claro: 1)- Educación sexual integral para ofrecer el conocimiento más certero, habilidades para hacer del encuentro un espacio de protección saludable y la defensa de valores que incluye los DDHH y por lo tanto combate el prejuicio y la violencia. 2)- un sistema social, que incluye lo legal, que potencie un marco de derechos y de condiciones para que la equidad sea real y palpable día a día y, finalmente, 3) una idea de salud transversal nacida de la ciencia, pero construida por el respeto hacia el otro.

Poner fin a los problemas, como estos, es una utopía, pero definitivamente, ella nos permite el mejor camino, aquel donde somos capaces, cada día, de hacer algo positivo por el otro, recordando siempre que nosotros también somos ese otro para alguien.

 

 

 

miércoles, noviembre 24, 2021

Contra la violencia, el 25 de noviembre y siempre



La violencia contra la mujer, contra las niñas, contra las adolescentes son acciones que nos degradan como seres humanos. Esto es verdad, como también, que hacerlo es un delito. Pero eso no impide que siga pasando. Frente a esto es lógico preguntarse, ¿Cómo una especie que es capaz de la belleza, del placer y del amor en todas sus dimensiones, sigo recurriendo a la violencia que mata, que destruye, que afecta al otro?

Por eso es que el próximo 25 de noviembre, está establecido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Día aprobado por las Naciones Unidas en 1999, como un recuerdo del asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como las mariposas. Así, este organismo desarrolla campañas que están bajo el lema, desde hace unos años, de 16 días de activismo contra la violencia (desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, día de los DDHH). El slogan es #pinta tu mundo de naranja.

Pero el 25 de noviembre es un día. Sólo un día. Un día que debemos gritar que esa violencia que pasa todo el año debe parar. Un día que debemos tomar aire, conciencia y energía para que el trabajo de todo el año nos haga pensar que al año siguiente no será necesario este día, que alguna vez lograremos eliminar esta violencia. Si, sé, suena a utopía. Pero, recordemos, la utopía de un día, y el trabajo del resto del año. El trabajo constante y convencido que podemos cambiar las cosas.

Ahora bien, lo resaltemos, hay una parte de la humanidad, una parte enorme, que cree que la violencia no es el camino, que no es la condición inevitable, que no es el destino. Así, por ejemplo, en 1991, un grupo de hombres canadienses, sacudidos por la llamada Masacre de Montreal, crearon una campaña que se llamó del Lazo Blanco (White Ribbon Campaing). Señalemos que adoptaron como símbolo ese color por ser el de la paz y, en este caso, “representa el compromiso público de los hombres que lo portan de no ejercer violencia contra las mujeres, no permitir que otros lo hagan y de no permanecer en silencio frente al problema”.

En esta ocasión quiero revindicar que existen hombres que hacemos nuestra la lucha para eliminar este tipo de violencia. Lo hacemos convencidos que nuestra humanidad nos exige comprender que este tipo de violencia –y las otras también- son algo que debemos enfrentar para lograr el cambio que alguna vez llamaron objetivos del milenio y que hoy son los objetivos del desarrollo sostenible (2030). Eso apunta a que la gente sin distinción de ningún tipo pueda acceder a la paz, a la equidad y al bien común, para estar mejor, para sentirnos mejor, para vivir mejor.

Por ello, debemos ser más activos en esta época. Ya lo mencioné otras veces. Es hora de exigir una educación sexual integral ya que ofrece, entre otras cosas, herramientas para hacer frente a esto que, mucho antes que la pandemia de COVID-19 aparezca, ya se mostraba como una verdadera pandemia que no podíamos controlar. Si, la violencia contra la mujer es una pandemia, también es hora de actuar frente a ella. Es hora de ser más activos en la construcción de una red de trabajo para que cada uno pueda ofrecer una parte de la solución a quienes sufren la violencia; ser sensibles para verla, dispuestos para acompañar a quien la sufre, equilibrados para apoyarlas y conscientes que el esfuerzo debe ser cotidiano, permanente y desafiante. Esforzarnos en erradicar este tipo de violencia seguramente, nos permitirá avanzar aún hacia lo mejor que tenemos como humanidad: la capacidad de crear belleza, de disfrutar del placer y de encontramos en el sentimiento. Por ello, renovemos lo que muchas personas deseamos: No más violencia. Que el camino sea el que siempre decimos: la educación como compromiso, apuesta, inversión y acción. Porque si apostamos, en este caso, a una educación sexual integral, estaremos trabajando seriamente para evitar la violencia y permitirnos una sociedad justa, equitativa, solidaria y feliz.

miércoles, noviembre 17, 2021

55


Un número más, que es una combinación fácil. El cinco es un número que llama la atención. Es curioso, no es bíblico como el tres, no es atractivo como el dos, no tiene la importancia del uno, pero está allí, llamativamente fácil para las operaciones y necesariamente ideal para algunas cosas. Aunque no me preguntéis para qué, pues sólo lo puse porque el teclado me exige continuar con esta perorata.  Pero dado que estamos en la tarea, lo veamos simple o lo construyamos mágicamente. Si por eso se llama sacar conejos de la chistera, que será muy español, pero está muy bueno como imagen. Aunque parezca nada original y sea medio elemental.  Más elemental sería pensar en rimas con cinco, que deberían terminar con vikingo, domingo, bingo o brinco. Lo bueno que también combina con Francisco, que es mi nombre. Pero hoy no sale poesía porque los versos están dormitando el sueño una historia que no se contó. Así que hoy tocaba prosa y con eso es lo que hay para decir.

El cinco, vuelvo a él, como si fuese una ruleta, sería el número y no puede ser el 55 porque como saben los que alguna vez creyeron en la suerte como una muestra de justicia divina, la ruleta sólo tiene 36 números. Pero bueno pensando en 5 y que este se repita, es más fácil imaginar cinco cosas que sean como una suerte de norte, o tal vez sur, porque el sur también existe. Aunque no veo porque en oeste, donde la leyenda dice que había un romanticismo de otra época o el este, donde Oriente sigue siendo tan atractivo. Al fin y al cabo, solo es cuestión de pensar que tener una brújula te ayuda a saber dónde estar, pero no necesariamente a donde ir. Así que descartó lo del norte y me quedo, nuevamente, con el cinco como propuesta.  


Encima si pienso que es el 2021 y le quito 55 da 66 y si no fuera porque le falta n 6 sería un número para preocuparte. Aunque por lo que aprendí, o me lo estoy inventando de cuajo, dos seis hablan de un demonio sin toda la maldad que está en el tercer seis. O sea, sería como ese demonio que se permite algunos placeres o que los has vivido sin pensar en el pecado que otros le atribuyen a esos gestos. En definitiva, sería algo así como una ecuación, tres seis es para quien hace lo que te lleva literalmente al infierno y cuando son solo dos, pues nada, quizás hayas conocido algunos paraísos. Esto me lo acabo de inventar, confieso, pero suena bonito y entonces vale.

Pero volvamos al mítico número “5” de mi relato. Así podría pensar 5 nombres que tienen mi historia, pero me dejaría de lado a tantas personas, aunque no llegaría a 55 o, confieso, o, si incluyo a esas personas que sé, quizás las pase. Pero si pongo nombres, sé que debería no mencionar algunos y sería una injusticia. Por ello, quisiera imaginar 5 momentos que son el todo para mí, pero como síntesis es tan personal que no pretendo mostrarlas aquí. Es obvio que la vida nos ofrece mojones que hacen que las cosas tengan sentido para ver un recorrido tortuoso, en mi caso, donde lo efímero es una sensación que acaricia la constancia de los hechos. Sutilmente contradictorio, porque lo sé, algo de ello esconde este recorrido.

Cinco deseos serían más fáciles de pensar, pero prefiero no decirlos porque, aunque sea todo verdad aquello de que quien avisa no traiciona, tampoco hay que alertar a los envidiosos que siempre juegan su papel en la forma aleatoria en que las cosas se hacen. Por lo menos eso dicen los que saben. No diré ni cinco libros, ni cinco películas, ni cinco canciones, ni cuadros, ni obras de teatro. La vida se merece mucho más de eso y de tantas cosas, pero sólo cinco sería una estupidez, más propia de limitación mental que de promesas.

Cinco amores, uno está tentado en pensar, pero todos lo saben, o deberían saberlo, los amores no se piensan mucho, se siente todo y están allí, armando acciones o, tal vez, tallando recuerdos que se renuevan con lo simple o se sienten con la ausencia. Que sean deseos, pero hoy no, porque los deseos son las simples formas que tenemos de imaginar lo que está llegando, o eso quiero pensar hoy y por eso, saldré a su búsqueda, que quizás sea una de las formas más simples que tenemos de hacerlos realidad.

Entonces, ¿qué me queda? Pues lo necesario: la alegría que alegra, la compañía que acompaña, el amor que ama, el deseo que desea y la tranquilidad que reina, porque que tranquilice es muy poco. ¡Qué lo pario! Tan simple y tan complejo. Pues, la vida es así, uno se da el lujo en un día como este de pedir lo imposible y sentir que está aquí, justo donde uno está.

17/11/2021

sábado, noviembre 13, 2021

La libertad sexual


Partamos de dos evidencias: la primera que la libertad es, quizás, una de los componentes más deseables para la humanidad. La segunda cuestión es que la vida sexual activa de las personas es al mismo tiempo, algo deseable pero no necesariamente siempre presente por diferentes circunstancias. Lo que conlleva lo que debería definir su presencia: la decisión personal de aspirar a ella o no. En esta aseveración voy a detenerme para pensar sobre estos dos conceptos relacionados: la libertad sexual.

Para ello, señalicemos la obviedad, que, valga decirlo, en estos temas conviene siempre visibilizarla. Por ello digamos que la libertad sexual no consiste en poder hacer todo, sino en poder decidir qué hacer, cuándo hacerlo, con quien hacerlo, cómo hacerlo. Así, decidir experimentar sexualmente algo, cualquier cosa, puede servir para mostrar la libertad sexual. Sin embargo, esa libertad sexual también incluye el poder decidir “no quiero experimentar esto o aquello”. Cuando hablamos de decidir es fundamental que eso incluya la claridad sobre ese procedimiento racional y volitivo de considerar los elementos disponibles, los sentimientos involucrados, el conocimiento de uno mismo y otras cuestiones para elegir. No es simplemente el hacerlo. Es asumir y consentir en su sentido real y concreto.

La libertad sexual no incluye, necesariamente, el manual del kamasutra –aunque maravilloso es el poder seguirlo un poco o mucho-, ni tampoco la concreción de cada una de las fantasías que nos desvelan –aunque ellas puedan ser un festín de placer en tantas ocasiones-, ni tampoco el cumplir una lista mitológica de deseos sexuales –aunque sea espectacular poder hacerla y jugar con ella-. La libertad sexual incluye la capacidad madurada de encontrarse con el otro para recorrer caminos de placer e intimidad, donde el límite esté dado por la comunicación más diversa plena que podamos descubrir. La libertad sexual es la que nos permite experimentar la intimidad como un espacio de seguridad tal que el otro pueda sentirse en la tranquilidad de desnudarse un poco más siempre y viceversa. Quizás, un ejemplo concreto de esa libertad sexual sea cuando somos capaces de sumergirnos en una experiencia novedosa con el otro y al no gustarnos poder decir no me gustó, no quiero repetirlo y lo que haya después sea una intimidad que respira aún más gozosa.

La libertad sexual es tal vez el norte que marca el encuentro con el otro desde un modo creativo, diverso y genuino. Por ello, la promovamos, sabiendo que ella, siempre nace en el pudor que se valoriza.

Como pueden comprender, en esta noción de libertad sexual que propongo hay dos elementos que aparecen como faros: de un lado el consentimiento –siempre central en la sexualidad- y, como un limitante no negociable, la violencia (en cualquiera de sus manifestaciones).

Las preguntas son obvias: ¿Cómo hacer para desarrollar el consentimiento como conocimiento, capacidad y expresión? Y ¿Cómo hacemos para actuar frente a la violencia que debe ser eliminada, controlada y sancionada? La respuesta tiene dos niveles como casi todo. El primero es la educación. En eso me refiero a una educación sexual integral, como siempre insisto, basada en nuestra maravillosa ley 26150 que fomenta el mejor consentimiento y nos da herramientas para hacer frente a la pandemia de la violencia. Lo segundo, a través de redoblar el esfuerzo que se hace en la lucha contra la violencia, quizás ese esfuerzo sea una de las pruebas más contundentes que hablan de una sociedad que se supera. Esa sociedad es la que deseamos, ambicionamos, defendemos y por eso, nos comprometemos. Básicamente es la que elegimos, pero recordando que elegir, no es lo único que define la libertad, sino tomar conciencia de la elección que realizamos y asumir las ventajas, los desafíos y el compromiso que eso implica.

sábado, octubre 16, 2021

Sobre el sexo, el amor y demás









“No saber amar, no significa que no se ame”. Leo en un libro. Aprender es entonces la clave. ¿Pero se puede aprender a amar? Ya lo dije, se puede enseñar los recursos para hacerlo. Así, se puede mostrar la tonalidad de las emociones, las necesarias habilidades, se puede mostrar la paleta de colores, sonidos y sabores que nos rodean y ver como se combinan mejor. Además, se puede aprender a escuchar como laten los corazones y lo que los diferentes sonidos puedan decir. Si, son imágenes y evocan a poesía, aunque sea ya gastada y por ello no pulida. Porque el amor sigue siendo fuente de poesía o, tal vez, rime con poesía. Pero que eso no nos confunda. Amor sigue siendo real, concreto y de día a día. Amamos porque aprendemos a hacerlo y para ello, nunca mejor dicho “a dios rogando y con el mazo dando”.  Es decir que el amor existe no sólo porque lo sentimos sino porque lo “laburamos”. Porque nos empeñamos en que eso implique superación para intentar otra vez algunas cosas y, sobre todo, porque existe un deseo –como motor- para el intento sea un poco mejor, cada vez.

Ahora encima, lo complicamos, el amor incluye tantas versiones que cada una de ellas conlleva dimensiones o manifestaciones diferentes. Formas de comunicarnos, de hacer, de ofrecer, de pedir, de sentir, de conectar, de un largo etcétera que nos obliga a sintetizar con una sola palabra universos diferentes, que tal vez tengan la misma esencia –el bien del otro- pero que constan de tantos matices que sobresalen de maneras tan disimiles que la diferencia es notable. A eso, encima, le agregamos que utilizamos el amor para validar cualquier cosa que nos incomoda, en ocasiones. Así, hablamos de amor con la liviandad que nos permitimos tantas cosas, en ocasiones y, obviamente, “no en tu caso”.

Ahora, sobre amar y sexo. Es decir, amar a una persona con la que queremos y tenemos una intimidad que deseamos. Eso implica nuevos aprendizajes, puesto que el sexo, el sexo que se disfruta y el que siempre se puede disfrutar implica aprender y mucho….no se trata de inervaciones y flujos –aunque nunca viene mal para algunos aprender un mínimo- se trata de la utilización eficaz de los tres recursos que orientan la verdadera educación – aclaro: a esto sólo lo firmo yo-: la comunicación como forma de reconocer al otro y de ser reconocido por el otro; las habilidades como las capacidades de hacer que el otro conozca mis limites y conozca los suyos y decidamos conjuntamente como avanzar con ellos y, eventualmente, sobre ellos y el comprender que la diversidad conlleva, también, el creer que los valores no son únicos sino personales y colectivos y que la educación implica asociar límites para que respiren adecuadamente. Lo último siempre será la economía exigente del daño.

Si, amemos y “sexemos” como soñamos, pensamos o sentimos. Para ello, sólo queda el camino del aprendizaje. El resto, lo dejemos a los animales que les va bien por ser animales.

 

sábado, octubre 09, 2021

Quince años

 Quince años son muchos años. En quince años mucho puede pasar Por ejemplo, quince años son los años de educación formal en la Argentina en un trayecto educativo que se sabe obligatorio: inicial, primaria y secundaria. Efectivamente, dado que hay un jardín de 3, quienes en el 2006 empezaron la escuela, hoy con 18 años cumplidos recibieron una educación obligatoria, con posibilidad que sea gratuita, formal, oficial, estructurada y con objetivos para empezar la universidad o la vida adulta. Una educación que uno cree, confía y espera que haya sido lo suficientemente buena para desarrollar los mejores conocimientos posibles (y bien actuales, basado en la ciencia), hayan desarrollado algunas habilidades para gestionar la vida un poco mejor, fortaleciendo el marco de derechos y los valores más amplios que nuestro país propone que son los Derechos Humanos. Así, esa persona en 15 años recibió lo mejor que pudo en la escuela formal. Esto sería verdad, si hubiese recibido, entre otras cosas, Educación sexual integral, durante esos 15 años. Porque el pasado 4 de octubre se celebraron 15 años de una ley histórica, moderna, necesaria y conseguida por amplio consenso, no entre políticos, sino por una política educativa realizada dentro de un sistema democrático. Esta sutil diferencia hoy también nos debería llamar la atención.

Efectivamente, el 4 de octubre del 2006, se sancionó la ley 26150 que creó el Programa Nacional de Educación sexual integral. Un programa vigente que durante 15 años no dejó de hacer actividades, crear materiales, ofrecer capacitaciones, debatir sobre educación, producir propuestas, ampliar el diálogo, promover derechos, estimular la participación y actuar en un país federal pero único. En la acción cotidiana, lo sabemos, se ven los aciertos y en las dificultades, tal vez errores, como también se visualizan con mayor claridad la convicción en algo. Así se puede afirmar que el programa nacional de educación sexual es un orgullo para nuestro país. No sólo por pensar soluciones a problemas urgentes, sino por pensarlas no como urgencias sino como importantes lo que conlleva basarse en una planificación, en un cotidiano y en un mediano y largo plazo.

No pretendo con esto, afirmar que la educación sexual es un hecho conquistado en todo el sistema escolar y a lo largo de todo el país. Tampoco pretendo negar que existen aún dificultades en su amplia, verdadera y completa implementación. Menos que menos que existen resistencias a su implementación y esfuerzos para que no se haga. Más, lo que quiero celebrar es que, a pesar de las dificultades y demás, no se dejó de avanzar. El programa nacional de educación sexual integral, con las limitaciones que pueden surgir en un país heterogéneo, con esa capacidad innata y educada de crear “peros”, o de cultivar excusas, que muchas veces tenemos los argentinos, ese programa sigue haciendo con el mismo norte: ofrecer una educación de calidad a todos los educandos porque es su derecho. Esto ordenado por los ejes rectores del programa que son: el cuidado del cuerpo y de la salud, la valoración de la afectividad, el reconocimiento de la perspectiva de género, el respeto por la diversidad y el ejercicio de nuestros derechos.

Si lo vemos a esos ejes con una mente abierta y con una visión sin miedo, descubriremos que incluye, de un modo u otro, lo que ambicionamos para nuestra descendencia: que sean capaces de vivir en un mundo donde se cuiden, cuiden a los demás, sin violencia, con aceptación de la diferencia, con la certeza de estar protegidos y con la posibilidad de desarrollarse en paz, con la posibilidad más cierta de tener recursos para ser felices y disfrutar la vida.

Sigo pensando, afirmando y reclamando que es momento que comprendamos que no se debate el hacer educación sexual, porque siempre se hizo. Por ello, nuestro rol siempre debe ser de exigir que la misma sea de calidad y que debe ser ahora mismo, sin dilaciones. Porque, lo sé, con esa educación sexual integral vamos a garantizar, entre cosas, lo que siempre soñamos: un país más libre, con una capacidad de gestionar los conflictos sin violencia, con infantes y adolescentes –que serán las personas adultas del mañana- que tendrán una capacidad educada para comprender la diversidad, disfrutar el cotidiano, ser responsables en sus relaciones, empoderadas para pensar y construir una Argentina que no sólo respete, sino promueva los Derechos Humanos como un sistema vital.

viernes, septiembre 24, 2021

El tacto


Hace unos seis años, leí una columna sobre el erotismo virtual. En ella se planteaba la dificultad que existía en la actualidad, paradójicamente, para el contacto y como este se estaba mediatizando por lo digital. Esto dicho mucho antes de la pandemia, situación que nos obligó a hacerlo casi masivo por razones diversas. Valga recordar que la pandemia aún no se terminó, aunque nos cuesta tanto aceptarlo.

Volviendo a nuestro tema, en la mencionada columna se citaba a otro columnista de Boston, Richard Kearney, con su editorial “Losing our touch”. Este autor plantea que “el tacto

conoce las diferencias […] es la fuente de nuestro poder más básico para discriminar. […] Nuestra primera inteligencia es el refinamiento sensorial. Y esta sensibilidad primordial es también la que nos pone en riesgo en el mundo, exponiéndonos a la aventura y al descubrimiento”. Sin dudas que la pandemia nos dio otra prueba más de ello. Por ello nos costó tanto, porque el contacto físico, el uso del tacto sobre otras personas, nos faltó y, en ocasiones, nos incitó a razonar casi mágicamente para obviar la importancia del distanciamiento social. El tacto nos obligaba a razonar como sea para poder resolver el dilema: No podemos tocar, pero necesitamos hacerlo. Nos hace falta sentir por el tacto al otro.

Sin dudas que eso se basa en una certeza: el tacto para el ser humano tiene algo de imprescindible, como nos refiere el filósofo americano. Particularmente, me quiero detener en el tacto como caricia, lo que incluye un amplio abanico de opciones. Desde la inocente caricia que muestra el cariño maternal hasta aquella que nos muestra la satisfacción del encuentro amado. Pero si pongo como extremos estos dos ejemplos, no lo quiero hacer para economizar sobre la cantidad de caricias que podemos generar y que cada uno puede sentir. Así, si uno piensa un momento, seguramente encuentra recuerdos y vivencias de muchas caricias realizadas y hasta puede identificar en ellas, una variedad de sentidos, expresiones, deseos, sentimientos, intenciones.

La caricia es la artesanía del tacto porque es mucho más que un gesto. Siempre es un vocabulario expresando, tal vez, la idea más simple y compleja de la humanidad: el otro no sólo existe, sino que nos permite la existencia. He sostenido varias veces que es el momento el tiempo que mide nuestra humanidad. El momento definido como la intimidad compartida con el otro, profunda o circunstancialmente.

Seguramente, ese momento se puede medir de muchas maneras, lo podemos hacer con cualquier gesto que ponga en evidencia el encuentro con otra persona. Hoy se me ocurre pensar en una medida: la capacidad que tenemos de ofrecer y recibir una caricia, no como otra cosa que como el gesto que nos hace transitar la distancia infinita y necesaria hacia el otro y, al hacerlo, nos permite la mágica posibilidad efímera, pero constante, de saber que siempre el otro puede estar cerca, al permitirla. Porque siempre en todo encuentro que sea posible, el consentimiento es la medida del encuentro.

Ahora bien, en esta pandemia, donde hemos tenido la obligación de controlar los acercamientos, de medir las distancias, de evitar el tacto como una forma de preservar la salud, todo ello no nos ha hecho olvidar, ni dejar de necesitar el tacto. No por el tacto en sí mismo, sino porque el otro es importante. Comprenderlo, quizás nos permita recordar que decir lo que sentimos, expresar lo que necesitamos, contar lo que deseamos, o sea verbalizar nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros ofrecimientos, no reemplaza al tacto, pero si revindica lo mismo, al otro, el que está allí, ese que es importante para uno, y, con esto, aparece la otra obviedad: nosotros también somos ese otro para alguien.

sábado, septiembre 18, 2021

Declaración del placer sexual

 

El fin de semana pasado terminó el XXV Congreso internacional de la Salud sexual. En el mismo, entre varios temas, se ratificó “La Declaración del Placer Sexual” que fuera proclamada originalmente en el Congreso Mundial anterior de Salud Sexual en la Ciudad de México en 2019. En la misma se reconoce que “el placer sexual es la satisfacción y disfrute físico y / o psicológico derivado de experiencias eróticas compartidas o solitarias, incluidos pensamientos, fantasías, sueños, emociones y sentimientos”. Darle un lugar importante al placer luego de esta experiencia, aún actual de la pandemia, es esencial. Después de todo, lo sabemos, el placer es esencialmente humano. Nos referimos al placer sexual que se puede buscar y obtener de muchas maneras, aunque el placer vale para tantas experiencias vitales.0

Lo que se sugiere es que el placer se puede aprender, se puede desarrollar y se puede perfeccionar. Particularmente creo que el placer forma parte de dos universos vitales: el de la educación sexual y el de salud sexual. Pero permítanme que diga algo más sobre esto. Recordemos que el placer sexual es la percepción de disfrutar en relación a la activación de respuestas fisiológicas de lo que conocemos como respuesta sexual. El placer se ejecuta por diversas razones, pero alcanza su majestuosidad a partir de elementos nucleares de la vida sexual saludable. Así, desde el consentimiento, un término que debería ser simple de entender: si es si, no es no y no hay más. Pero sabemos que el consentimiento es una construcción compleja porque se edifica con diferentes órdenes. Así el consentimiento como cuestión más elaborada es una suma de autoconocimiento, autoestima, seguridad (me gusta mucho más empoderamiento), asertividad, comunicación, emociones y libertad. Aunque insisto, su ejecución necesita solo que el sí sea si y que él no sea no y punto, lo vuelvo a señalar. 

Ahora bien, para tener esos elementos que señalamos, el camino es la educación sexual, progresiva, constante, sistemática y constructivista. Basada en conocimiento científico que ya existe y es claro, en el desarrollo de habilidades llamadas para la vida, según la OMS, y la afirmación de valores positivos que incluye, obviamente, los DDHH. Esa construcción, insistimos, progresiva y acorde con las edades, permite que las personas lleguen a su vida sexual con herramientas más sólidas para consentir, que implica saber que se quiere, decidir cómo se lo quiere y con una mayor capacidad de evitar la violencia en las relaciones y las relaciones llamadas tóxicas. 

En segundo término, el placer sexual como consecuencia del consentimiento, el auto compromiso con esta actividad humana positiva, enriquecedora y necesaria, puede ser, en estos términos, un resguardo para la salud de las personas. 

Por ello, pensar el placer como una construcción que debemos llegar desde nuestra convicción, decisión, libertad y disposición implica pensar en una forma saludable de pensar nueva vida sexual, que, como sabemos, está ligada claramente a nuestra calidad de vida.

En la perspectiva que pregona la Declaración, entre lo que se considera importante para que se pueda conseguir hay un trípode que sería bueno poner como norte clave: lo primero es lo legal. En este punto nuestro país tiene una legislación que favorece la salud sexual y los derechos sexuales muy innovadora y moderna. Lo segundo, la educación sexual integral, que aún falta pero que se hace en nuestro país. Pero falta insistir y, finalmente, la declaración insta a Garantizar que el placer sexual sea elemento integral de la provisión de servicios de salud sexual y que estos sean accesibles, asequibles, aceptables y libres de estigma, discriminación y persecución. Algo a concretar un poco más.

Como verán, muchas cosas para decir y muchas otras para hacer. Así que si, el placer es cosa seria. Prepararnos para él es una necesidad humana que debemos estimular. Vivir el placer de manera satisfactoria es, sin dudas, una de las formas más plenas de sentirse bien y estar bien.

viernes, septiembre 03, 2021

Día de la salud sexual

 

El 4 de septiembre se celebra el día de la salud sexual. Este día se instauró desde el 2010 con el fin de reafirmar la necesidad que la salud sexual sea considerada como un elemento axial para las personas y que forme parte de las políticas sanitarias, educativas y sociales. Cada año se renueva el logo y el slogan que orienta este día, adecuándolo a mensajes que potencien la salud sexual en todos los niveles. Este año, por todo lo vivido por la pandemia el slogan del día de la salud sexual es: “Turn it on (Enciéndelo): la salud sexual en el mundo digital”.


El slogan de este año busca tomar conciencia del lugar que tomaron el mundo digital en nuestra realidad. Así, la Asociación mundial para la salud sexual nos dice que este día “
es un llamado a la acción para cuestionarnos y reflexionar de los riesgos y las oportunidades que nos ofrece el mundo digital y cómo estos maximizan o amenazan la salud y derechos sexuales”.

Para pensar en esto, como ya reivindiqué en otras columnas, debemos comprender que la sexualidad es mucho más que lo genital y que atraviesa a toda la persona. Por ello se insiste con acciones concretas que deben realizarse en pos de obtener lo que básicamente queremos todos: el bienestar de las personas, optimizando su calidad de vida, promoviendo la salud y generando los espacios necesarios para poder responder a inquietudes, problemas y dificultades.

De un lado está claro que debemos combatir aquello que es un delito vía digital relacionado con la sexualidad. El mal uso del sexting y, sobre todo el grooming. Cuando hablamos de sexting, hacemos referencia a la práctica de difusión mediante mensajería instantánea de fotografías o videos de contenido sexual producidos por el emisor. Remarcamos el valor del consentimiento como central para la vida sexual placentera y enriquecedora. El grooming, por su parte, es un delito. Es una de las formas de violencia y abuso que aparecieron con el mundo digital.  Es, concretamente, “la acción deliberada de un adulto, varón o mujer, de acosar sexualmente a una niña, niño o adolescente a través de un medio digital que permita la interacción entre dos o más personas, como por ejemplo redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto, sitios de chat o juegos en línea”.

Por eso debemos insistir en la salud sexual como una necesidad, un derecho, una urgencia, ya que es uno de los desafíos más trascendentales que tenemos en nuestra sociedad.

Concretamente hay tres puntos que sugiero como imprescindibles para combatir lo que afecta la salud sexual y, sobre todo, para poder hacer que la misma se desarrolle positivamente:

1] la necesidad de la educación sexual integral como una de las garantías que tenemos para con el futuro. Que la educación sexual integral se desarrolle de la mejor manera y de un modo real, consistente y de acuerdo a los principios de la ley vigente en todo el país, la 26150;

2] la urgencia de desarrollar aún más las consejerías en salud sexual o de promover que estas consultas encuentren respuestas, orientativas y/o activas para promover calidad de vida (ley 25673) y

3] Potenciar las políticas sociales que buscan evitar la discriminación, favorecer la inclusión y luchar sin cuartel contra todo tipo de violencia, que incluyen las que surgen del mundo digital.

Creo, firmemente, que la salud sexual es un derecho de las personas, consagrado por tratados internacionales y, también, indirectamente, por la Constitución que busca “promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad”. Por ello, sostenemos que pensar en la salud sexual como esencial para el bienestar es más que un slogan, es una forma de considerarse uno mismo, de considerar a los demás y, en consecuencia, exigir como habitantes de este bendito suelo que el futuro sea presente.

domingo, agosto 15, 2021

Infancia

Todos y todas tuvimos infancia. Pero no todos y todas pudimos disfrutarla, deleitarnos, jugar, alegrarnos, entristecernos y volvernos a alegrar en ella. No todos pudimos saborearla como si fuera un lujo, un placer, una maravilla completa, un don total. No todos pudimos disfrutar la infancia como se debe disfrutar: con juegos, con regalos, con caricias, con cariño, con travesuras, con cuentos, con bailes, con disfraces, con juguetes, con enojos, con caprichos, con risas ingenuas, con charcos y barro, con siestas, con amigos para siempre.
No todos pudimos pasar por esa época con la magia de un cumpleaños. De esos que hacen que el universo se detenga para que uno abra un regalo y, que de un papel colorido, con un moño gigante adornando, surja un deseo hecho realidad.
No todos pudimos abrir regalos cuando niños y sentir el abrazo cálido del cariño que nos hace creer en un mundo mejor, que nos protege, que nos quiere y que nos invita a bailar y a pensar que ser feliz no es una tarea compleja, sino simple, sencilla y necesaria.
No, no todos lo pudimos hacer. Pero si algunos y algunas tuvimos cumpleaños donde los regalos aparecieron y donde el sentimiento nos invadía, donde las velitas eran una ceremonia y el ritual del juego era un hábito hermoso. Los que tuvimos la posibilidad de vivir eso, lo recordemos en cada cumpleaños pensando que sonreír es una de las formas más simples que tenemos de compartir eso, con aquellos que no pudieron hacerlo y para recordarles a aquellos que a veces, parecen olvidarlo.

¡Felicidades!

viernes, agosto 06, 2021

La sexualidad o las sexualidades: el dilema inclusivo

La noción de sexualidad es compleja en sí misma. Desde su aparición aparece como englobante integral, diversa y revolucionaria. Una palabra que se nutre de todos los comportamientos humanos, de todas sus creencias, sus pensamientos, sus palabras. Precisa en la concepción e imprecisa en la práctica, por esto, se resume, tantas veces a la actividad sexual, aun cuando sabemos que la excede largamente a esta. Estoy convencido que la sexualidad se asocia directa, completa y definitivamente con la humanidad. Es decir, la única sexualidad conocida que existe es la de la humanidad, aunque, claramente los animales, una de las especies que cohabita la tierra también tiene sexo y también tiene comportamientos sexuales más allá del coito. Pero lo que individualiza al ser humano como especie es lo que define que la sexualidad que porta es única, específica y propia de esta especia. Ahora bien, cuando afirmo eso, surge una necesidad urgente de explicar que la humanidad, también por definición, incluye como característica propia, identitaria y permanente la diversidad. La humanidad es una pero los seres humanos somos diversos. Esto, valga decirlo, incluye un abanico de muchas cosas que no siempre son las mejores.

Esto implica una cuestión esencial que al asociar a la sexualidad como cuestión identitaria de la humanidad lo lógico es comprender que la sexualidad también es única. No existen “sexualidades”, dado que no existen “humanidad” en plural. Esto, lo subrayemos, no se opone al hecho definitivo de la humanidad la diversidad como omnipresente, innegable y central para la especie. Es decir, no existe una sola forma de ser “humanos”, aunque si existe, por esa misma humanidad, intentos de pensar, ejecutar y pretender que si lo hay. Pues con la sexualidad lo mismo: hay una sola, la que cualquier integrante de la humanidad manifiesta y, al hacerlo, se individualiza en un abanico de posibilidades. Allí la diversidad existe. Pero como tal, también hay intentos, esfuerzos, lógicas para imponer una visión única de la vivencia de la sexualidad.

Ahora bien, se puede entender que como recurso se hable de “sexualidades”. Sin embargo, creo que por más que parezca muy lógico, mi hipótesis que es contraproducente para la diversidad, para la promoción de la inclusión, para el desarrollo de la equidad y para la evolución positiva de la humanidad. 

Efectivamente, si la sexualidad es única, como condición del ser humano, esto implica, necesariamente que cada humano la puede manifestar de la forma que va construyendo a través de los recursos disponibles. Si las sexualidades son varias, esto significa que hay categorías donde uno puede entrar. Esta aparente sutileza es lo que, creo, puede perjudicar lo que la noción de “sexualidades” busca defender: la diversidad como hecho incontestable de la humanidad.

No hay otra sexualidad que la humana, en esta afirmación que vengo haciendo desde hace más de 20 años radica el elemento esencial que distingue la sexualidad: es el ser humano con su abanico de posibilidades e imposibilidades, con sus aristas y dimensiones variadas, con su ensamble socio cultural, con las vivencias desordenadas con su propia biografía y sus narrativas quien construye su yo sexual y luego lo manifiesta como puede, como desea, como aprende, como siente. La noción de libertad solo es válida cuando las categorías no nos anteceden como sello, sino que permiten con mayor tranquilidad la fluidez.

No por nada el nuevo desafío que ha tomado la WAS (World association of sexology) es el de la justicia sexual. El que busca que los Derechos sexuales que existen y se reconocen, sea más que un papel, sino una forma concreta que la humanidad pueda vivir, desde su esencia sexual, el cotidiano, esos instantes donde pasa lo importante: la vida, el amor, la amistad, el trabajo, la familia y un largo etcétera que todas las personas ansiamos hacerlo de la mejor manera posible. 

martes, julio 20, 2021

Pequeña elegía para mis amigos y amigas

 No hay cortesía mayor que reconocer que el otro es importante cuando lo es. No con falsas declaraciones sino con la simple evidencia de sentirlo. Pero, lo cierto, que quienes son amigos lo saben no porque hay un día, sino porque vivencian la tosca madera de lo que uno está hecho. Allí comienza y termina todo. Es curioso cómo funciona ese universo que nos toca en suerte, donde el camino minúsculo de un infinito. Sin embargo, en esa porción de todo que nos toca, a veces, logramos saborear el gusto a la eternidad. Creo, desde hace tiempo cuando somos capaces de hacer del tiempo un momento compartido. Cuando eso pasa, los relojes son artilugios sin sentido y el espacio sólo es una forma más de volar.

En la pequeña vida que no toca transitar, los afectos se construyen con los rudimentos que tenemos y, valga decirlo, con eso logramos, tantas veces, hacer la orfebrería sin igual que se llaman vínculos. Porque la vida, sigue siendo eso: invisibles hilos que son seguros puentes donde otro nos reconoce como cercano, como importante, como necesario.

Cuando eso pasa, la simple armonía del silencio compartido teje ese oasis, donde uno se siente, sin mucho, pero con todo lo necesario.

Pues, melancólico, nostálgico, festivo, presente, añorado, intrigado, confiado, recordado será uno porque, al fin y al cabo, la amistad es un poco eso y tanto más.

Por ellos, por ellas, porque sé que soy como soy y eso lo atesoran como pueden pero con ese cariño que vale todo.

domingo, julio 18, 2021

Sobre "penes de madera" y los razonamientos



A veces es difícil comprender las cosas si uno se queda con el título o con las ideas previas que uno tiene. Partamos de una evidencia: la educación sexual integral (ESI) en la República Argentina está establecida por una ley Nacional, sancionada y promulgada en el año 2006, la ley 26150, que valga decirlo, la considero un lujo. En su primer artículo esta ley que crea el programa nacional de Educación sexual integral reza: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Simple, claro, contundente. Luego, obvio, como pasa con tantas leyes: objeciones, chicanas, formas de no hacerla cumplir y discusiones con fundamentos variopintos pero que no llegan al nudo: explicar porque la educación sexual integral no debería darse.

La educación sexual integral es una necesidad obvia, porque es educación y porque implica el ofrecer conocimiento adecuado y correcto, desarrollar habilidades para la vida (según la definición de la Organización Mundial de la Salud) y fomentar el desarrollo de los valores considerados marco en nuestro país: los derechos humanos. Busca no sólo eso, sino hacer frente a problemas concretos que afectan a las personas. Oponerse a la educación sexual integral no parece tener otros fundamentos que cierta desidia por el futuro, la incapacidad para visualizar el presente y la ingenuidad de creer que los ejemplos puntuales –sacados de contextos y lejos de lo que plantea la ley- es lo que genera daño, no viendo el daño que hace la falta de una educación sexual integral.

Ahora bien, desde que se creó el programa de Educación Sexual Integral ha habido un esfuerzo sistemático por fortalecer estrategias educativas, desarrollar materiales acordes, generar capacitaciones específicas, entre otras cosas, con el fin implementar la ESI en todo el país. El programa, que se ha enfrentado a muchos contratiempos generados por incomprensibles argumentaciones, sesgados ejemplos y otras cuestiones generales, no ha disminuido su esfuerzo sostenido para su objetivo. Para ello, muchas personas han trabajo para generar propuestas educativas concretas, materiales de gran calidad, una divulgación con los recursos posibles y canales y compromisos para intentar que la ESI sea una realidad. Si, al mismo tiempo, pueden existir errores, como la vida misma, por culpa de personas que, con diferentes intenciones, han propiciado actividades que no siempre han sido las adecuadas. Sobre todo, paradójicamente, por no seguir con más decisión las políticas e indicaciones formuladas por el programa en cuestión.

Mientras esto ha pasado, la salud sexual se ha enfrentado a diferentes problemas. Cito tres que tienen un cierto apremio: el aumento de algunos indicadores relacionados con el aumento de las ITS (infecciones de trasmisión sexual), el, siempre lamentable, embarazo adolescente y la violencia de género, particularmente en las relaciones que surgen entre los jóvenes escolarizados. Frente a ello, actuar es una obligación definida por una ideología clara: la salud es un derecho que no se puede obviar intencionalmente.

Frente a eso se toman las medidas que se consideran necesarias. En esta ocasión lo que llama la atención a ciertas personas fue por una licitación para compra de material dentro del contexto del programa y de sus proyectos. Nuevamente se utiliza un detalle sin pensar en el todo. Es decir, criticar o alarmarse sin querer tomar conciencia del hecho educativo completo. Detenerse en aquello que nos alarma y obviar lo que necesitamos. Negar el conocimiento que motiva medidas y restringirse a chistes básicos o a opiniones altamente emocionales. La educación, lo sabemos no es eso

En la vida aprendemos que cuando se piensa sin considerar ni contexto, ni realidad, ni lo específico, es porque estamos haciendo un razonamiento que obvia la complejidad en el sentido que Edgar Morin la define con su famosa teoría de la complejidad. Justamente, el autor centenario francés, hace unos días, hablaba de las tres lecciones que surgen de la complejidad: 1- resistir a toda dominación, 2- tomar consciencia de la complejidad humana y 3- vivir poéticamente, pues con amor. No hay forma de lograr esto sin una educación sexual integral como la que viene promocionando, a partir de esta ley que, insisto, es necesario leerla antes de oponerse y usarla para proponer. Porque proponer es lo que nos hará ser mejores. 

miércoles, julio 07, 2021

Samuel y el dolor

 

En estas épocas, donde aprendemos todo lo que pasa en el mundo con una rapidez vertiginosa, nos encontramos con noticias que hacen creer que el mundo y sus habitantes lograron comprender la importancia del momento que vivimos y se esfuerzan por hacer del mundo algo respirable, no sólo, por ejemplo, por el cuidado del medio ambiente –de una urgencia innegable- sino, sobre todo, por el esfuerzo decidido por comprender que sin el otro no hay humanidad posible. Así, podemos encontrar pruebas a diario donde la solidaridad está presente, donde se pone el límite a la violencia como una actitud permanente de personas y, también, manifestaciones claras a favor de una decisión irreversible por conseguir la equidad.

Sin embargo, el ser humano sigue siendo, por otro lado, el otro límite, aquel donde el odio, la violencia y la sinrazón respiran y se movilizan por personas. Así, estos días pudimos recibir la noticia de como unas personas mataron a golpes a otra persona que se llamaba Samuel. Lo hicieron simplemente porque pudieron hacerlo. No medió otra cosa que el poder sin control y la estupidez en estado supremo. En España, a la salida de un boliche, lo que es una actividad festiva donde cada uno la pasa lo mejor posible, la vida de un hombre terminó porque unas personas pensaron, creyeron, le dijeron o lo que fuera y, además, nadie tuvo el límite para decir: ¡No!, nunca jamás, la violencia puede resolver una diferencia. En la agresión aparecieron los insultos homofóbicos, porque hay varones que, por un razonamiento demasiado básico, creen que eso, le da un sentido a su estupidez completa. A su falta de capacidad de comprender que somos humanos porque evolucionamos desde los primates hasta ese estado superior fue, entre otras, porque la naturaleza nos ofreció la diversidad como hecho sustantivo de todo y, por lo esencial que es la alteridad, o sea que el otro es otro y yo también soy el otro de alguien; esos dos elementos, diversidad y alteridad, son las mayores riquezas que existen, a pesar que tantos se obsedan con negarlo a diario. Por eso estoy convencido que seguir pensando que algún tipo de fobia lleve a matar, porque el otro es diferente, es diverso o lo que fuera, es desperdiciar la posibilidad cierta que tenemos de seguir evolucionando.

Hace unos días terminó junio y con ello el mes que se dedica al “orgullo” y que está asociado al orgullo LGBT. Un mes, que tiene su día particular el 28 de junio, que procura concientizar no sobre la diversidad en sí mismo, sino para comprender que es necesario buscar una sociedad más tolerante e igualitaria. Que levante la mano quien no la quiere. Pues, quienes no la levanten son el problema. Porque la humanidad no dejará de evolucionar a pesar de ellos. Está claro el norte, la diversidad, la equidad, la no violencia.

Samuel fue asesinado. El era homosexual. No fue asesinado por eso, eso fue una excusa. Porque una turba que mata, precisa excusas, ya que nunca jamás tendrá razones. Duele, como duele cualquier muerte que pasa porque alguien tiene poder y cree que la violencia tiene cabida como recurso. Frente a ello, los que levantamos la mano por una sociedad que evolucione, debemos insistir en las manos levantadas pidiendo lo necesario: educación sexual para ser más humanos, equidad para ser más justos y libertad para que el amor expresado sea más que un derecho, sea una necesidad imperiosa.

 

 

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