domingo, agosto 14, 2022

Kamasutra


Pocos libros tienen tanta fama y tan pocas lecturas como el Kamasutra. El famoso tratado del sexo suele ser mencionado tantas veces y, sin embargo, en muchos casos forma parte de un mítico saber y no del haber sido leído. Veamos un par de detalles. El Kamasutra (De 'Kama', placer sexual, y 'sutra', hilo, regla o frase corta) es un antiguo texto hindú, escrito por Mallinga Vatsayana (entre los siglos I y VI. d.C.), erudito bráhmana, es decir, perteneciente a la casta sacerdotal. Es menester recordar que una fina línea divide el sexo y la religión en el carácter de la India. En esta tradición, la ley señala que una relación sexual debe ir más allá del mero acto de la procreación: de ella debe orientarse al máximo placer. El libro, después de haber permanecido como olvidado en manuscritos escritos en sáncristo, paso a otra instancia cuando fue traducido por Sir Richard Burton en 1889, para comenzar allí su divulgación sin límites en occidente.


A pesar que lo primero que evoca la mención de este libro es la práctica libre del sexo y, por lo tanto, un número “loco de posturas sexuales” (para aclarar el libro habla de 64 posibilidades), en realidad el libro es un tratado complejo sobre la unión erótica entre un hombre y una mujer, incluyendo las esferas del amor, la utilidad de la pareja y la ley sagrada para quien lo escribió. Es más, el libro original plantea 7 temas concretos: 1- la vida del ciudadano (en cuanto a cuestiones materiales:  el patrimonio, la decoración sensual de la casa), 2- se exponen técnicas sexuales como acariciar, morder, besar y hacer el amor, poniendo énfasis en el placer de la mujer) , 3- se explica el arte de la seducción, 4- el matrimonio y la creación de la familia (donde se expresa con más énfasis la visión patriarcal inherente al tratado ya que da, sobre todo, instrucciones de cómo ser una buena esposa), 5- las esposas de otros hombres (se da indicaciones sobre la seducción de las mujeres de otras hombres y las consecuencias de eso), 6- la cortesana, es la otra parte y se orienta a una profesión muy activa en esas épocas donde el tratado fue escrito y, finalmente, 7- se habla de los filtros del amor y de los afrodisiacos.

Aunque es un tratado complejo donde se lo debe ver como una guía para comprender una
sociedad específica en un momento histórico, ha quedado en el imaginario como un libro que potencia la vida sexual y nos habla de todo tipo de proezas posibles en una cama. Digamos que, si uno lo lee, vería que no es solo está las sugerencias sexuales, sino un modo de comportarse y esos elementos no sólo nos podrían aparecer como anticuados, sino hasta inaceptables. Pero seguimos con la fantasía que ese libro puede generar el infinito placer. En esta lógica nos podríamos preguntar si ¿es importante usar el Kamasutra que imaginamos en una pareja? Pues la respuesta obvia es no. Pero es simplista. La propuesta mejor sería que cada pareja establezca su propio libro de amores, si uno quiere montarlo como quiera y de ese modo establecer las posiciones sexuales que quiera experimentar. Pero eso, ¿para qué? Porque el sexo es una de las formas que tienen las parejas para construir intimidad, compromiso y potenciar la pasión. Algo esencial para que la pareja funcione mejor, porque esas son las aristas que definen, en la teoría del amor de
Robert Sternberg
, el mejor triángulo posible. Pero, además, porque, como insistimos en otros momentos, la salud sexual favorece el bienestar de las personas. ¿Cómo lo debo hacer? Pues la manera simple sigue siendo el poder hablar, que es más que decir palabras, es buscarlas para que reflejen lo que uno cree, siente, necesita o piensa. Todos sabemos que no es tan fácil para todos hablar de lo sexual pero, además, lo más importante, el escuchar no sólo las palabras sino lo que se expresa en el cuerpo. Por eso no debemos cansarnos de insistir, lo que hace que nuestra vida sexual mejore siempre es la comunicación. Con ella, nuestro kama-sutra será siempre capaz de hacernos disfrutar y, como sabemos, eso es una de las mejores formas de vivir.

 

viernes, agosto 05, 2022

¿Qué sostiene el deseo?



Esta pregunta nos interpela. La escuché por primera vez en alguna discusión nocturna y luego planteada por la terapeuta americana Esther Perel (altamente recomendable su libro “El dilema de la pareja”). En esa pregunta se muestra uno de los problemas modernos más acuciantes que viven muchas personas en su vida de parejas: que el deseo se perdió o disminuyó muchísimo. Esto, obviamente, genera que sea difícil disfrutar la vida sexual y, en ocasiones, eso lleva a cuestionar el vínculo que los une. No por nada la falta de deseo es una de las consultas más constantes que existe actualmente en el campo de la salud sexual. Recordemos que el deseo sexual se produce cuando el cerebro interpreta determinado estímulo como sexual. Para eso se basa en el imaginario que uno tiene, la experiencia que ha vivido y, en ocasiones, con algo que no pensábamos que podía ser un estímulo pero que nos genera deseo.  Algo de ello desencadena una serie de estímulos neurológicos y que nos motiva a ciertos comportamientos sexuales. Así, el deseo es una combinación de mecanismos genéticos, neurotransmisores variados y de información aprendida a través de experiencias personales. Porque más allá de la explicación fisiológica que tiene el deseo, este se vive en el aquí y ahora donde podemos sentirlo y experimentarlo.

Por eso, valga insistir que el deseo al ser un impulso que tenemos los seres humanos que se basa no tanto en nuestro sentimiento –maravilloso que se asocien, eso si- sino en nuestra propia capacidad de crear estímulos a partir de nuestro imaginario sexual y asentado en nuestro propio mapa erótico. El deseo, diciéndolo simple: se lo puede estimular a partir de uno mismo como también comprender que el deseo tenga sus propios enemigos o inhibidores que, no pocas veces, uno mismo genera.

Entonces, ¿cómo hacemos para mantener el deseo encendido? En primer lugar, tomarlo en serio, que no significa otra cosa que darle importancia, o sea tiempo. Esto implica lo obvio, tiempo de calidad. Desear es sumergirse en escuchar los estímulos que nos gustan y buscarlos en la medida de lo posible. Me estoy refiriendo específicamente a las imágenes que nos estimulan nuestro propio imaginario. De más está decir que eso siempre partiendo de dos límites que siempre señalamos: no producir daño y el consentimiento como hilo rector de todo comportamiento sexual.

Darle tiempo implica dos tiempos importantes: el primero para escucharse uno, que es una forma de decir, descubrir lo que nos estimula el deseo, o sea el autoconocimiento. El segundo, escuchar a nuestra pareja, porque hoy es sabido que uno de los estimulantes mayores del deseo es notar la mirada de excitación en la persona que tienes enfrente, si tú la recibes bien, claro. Esto conlleva dos herramientas esenciales para poder sostener el deseo: la comunicación –que ya insistimos muchas veces- y el autorizarnos a disfrutar. Esto incluye recuperar lo lúdico que tiene el sexo también.

El deseo no sólo es algo humano, sino que es imprescindible para nuestra felicidad. Sostenerlo no sólo es posible, sino necesario. No es una posibilidad arbitraria, sino algo que se puede estimular, se puede generar y, cuando está indicado, se puede tratar. Para ello, recordemos la clave humana: lo que es bueno se debe estimular, cuidar y ocuparnos. No hay otro camino para que el disfrute sea lo que corresponde, una de las tantas formas de encuentro que la humanidad tiene y necesita siempre.

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