viernes, noviembre 24, 2023

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer


 

El 25 de noviembre está establecido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Día aprobado por las Naciones Unidas en

1999, como un recuerdo del asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como las mariposas. Así, este organismo desarrolla campañas que están bajo el lema, desde hace unos años, de 16 días de activismo contra la violencia (desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, día de los DDHH). El slogan de este año es ¡ÚNETE! Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas”.

La palabra invierte nos hace pensar en capital humano implica pensar en medidas adecuadas, completas, integrales y pragmáticas para el desarrollo adecuado completo y permanente de las personas de una población. Obviamente, esto es fundamental para pensar no sólo en bien común, sino en bienestar, en progreso y en términos de porvenir. S

uena como algo necesario y esencial. Tomar las medidas para promoverlo y, también para liberar los frenos que lo impiden. Si pensamos en términos de frenos estamos hablando de los problemas que deberían ser urgentes e imprescindibles a resolver. Entre ellos, definitivamente está el tema de la violencia y, particularmente, el de la violencia contra la mujer porque una sociedad que no considera eliminar lo que frena, inhibe, afecta y hasta destruye a más de la mitad de la población qué es lo que termina haciendo la violencia de este tipo, evidentemente no va a poder concretar el capital en el desarrollo humano. Así, luchar contra esa plaga de la violencia, pasa a ser una suerte de prioridad que debemos ejecutar con todos los recursos necesarios. Eso, valga decirlo, es lo que tienen las prioridades porque estamos diciendo que como sociedad, como personas, vamos a poner todos el mayor esfuerzo para poder concretar esto. Estoy hablando, concretamente, de disponer los recursos sociales, legales, económicos, sanitarios y educativos.  

Veamos esos recursos. Los legales hay buenas noticias, en parte, porque hoy Argentina tiene una legislación, que siempre se puede perfeccionar, pero que contempla muchas situaciones. Pero todos sabemos que una legislación necesita ser aplicada y ahí es donde hay algunos elementos que nos limitan y que deberíamos tratar de actuar sobre eso. Porque la ley se debe aplicar pero también todos mopdemos contriubir a que no sea necesario porque no se la incumple. Para ellos depende de sensibilizar y capacitar. Por eso la ley Micaela es un recurso a nivel social para que la población deje de tolerar ciertas cosas en relación a la violencia, comprendiendo que no es un problema solamente entre dos personas o de la persona afectada, sino que siempre es algo más amplio que afecta al tejido social y que impide que haya posibilidades también de desarrollo para todos y todas. A nivel sanitario no solo se trata de decir que hay un problema si no pensar en soluciones y todos sabemos ya a esta altura del partido que el concepto de salud no es la enfermedad sino también es buscar el mayor bienestar bio psicosocial. La violencia afecta en los tres niveles por eso es obvio poder ver con detalle como la violencia física puede llegar a aparecer y ojalá podamos en algún momento no tener que sufrir por feminicidios esa violencia física extrema, pero también tiene una enorme parte psicológica y tiene la parte social que debe ser considerara por el sistema sanitario. A nivel educativo, ya lo pueden imaginar. La solución pasa por ofrecer herramientas, no solamente de conocimientos, sino también de habilidades y de valores que permitan que las personas adquieran no solo la convicción, sino también las herramientas para hacer frente a la violencia cotidiana. Esto incluye que sea más fácil a cada persona identificar lo que se llama las banderas rojas de la violencia. Que son indicios de que una relación puede ir hacia la violencia. Esto, si uno lee la ley de educación sexual integral.

Pensar seriamente en el futuro también depende que concretemos todo lo necesario para que sea una realidad un mundo sin violencia, el cual será, indiscutiblemente, un mundo mejor. Por eso es hora que asumamos que la propuesta de Angela Davis (activista política por la igualdad de género y la justicia social) es una verdadera propuesta de acción: “No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”. Eliminar la violencia es más que una necesidad, es un plan de acción concreto.

lunes, noviembre 20, 2023

Democracia

 


 
Este año celebré los 40 años de egresado de la secundaria. En el discurso final el rector, siguiendo un largo ritual, nos bautizó con el nombre de promoción “Constitución nacional”. Con ese título “zarpamos” de la secundaria hacia la adultez. Justo el año en que la democracia se reinstalaba en el país. Soy, por lo tanto, “hijo” de ese preámbulo que don Raúl Alfonsín trasmitió como una idea de bien común. Luego de 40 años la democracia que nos tocó en suerte tiene problemas. José Saramago, a quien admiró por varias razones, lo sentenciaba directamente diciendo que “la democracia está desnuda y enferma”. En esa realidad estamos y parecemos persistir. La toleramos con sus imperfecciones porque la consideramos mejor que lo que hubo anteriormente. Simplificando, porque es una forma de gobierno que dejo atrás toda dictadura y anarquía y se orientó a la idea utópica y, en ocasiones reales, del bien común que ansiamos.


En esta elección, nuevamente se elegía presidente dentro de un sistema democrático que incluye, tal como si fuera una comunidad, varios integrantes. La democracia no es un presidente –a pesar que tenemos un régimen demasiado presidencialista-. La democracia es un conjunto de personas organizadas en diferentes poderes e instituciones y, también, lo señalemos, incluye a los ciudadanos. No es una sola persona, aun la delirante o la que cree que el camino es demasiado a la derecha, sino les a suma del poder social que nos incluye como gente de a pie, pero también a los otros poderes, repito vehementemente.

Ahora bien, en una democracia se ejerce el voto que, en nuestro país, no creo que sea del modo más óptimo, o sea aquel que garantice la libertad, la democracia y los DDHH, pero eso es harina de otro costal, en estos momentos. Pero, en democracia está claro que el voto es crucial. Porque el voto es la decisión personal que tomamos para elegir a alguien que represente ideas que tenemos, pero, nueva obviedad, no es un cheque en blanco, porque para eso tenemos los recursos, si creemos realmente en la democracia, para que nadie se vaya al carajo en el cargo. Creer en la democracia es eso, permitir que, entre dos personas, en este caso, yo pueda elegir sin que el otro me diga que es antidemocrático elegir por el otro candidato. Volvemos a la vieja proclama de Voltaire, en el imaginario popular, con su famoso: “no estoy de acuerdo con tus ideas, pero voy a luchar para que las puedas decir”.

Democracia es creer que el voto es válido y es un instrumento útil para elegir aun a quien disiente de mis ideas que, por lógica, serán mejores, o más justas, o más equilibradas o más necesarias. Pero también es creer que 40 años después de ese inicio de esta democracia ininterrumpida, tenemos la convicción, la fuerza y los recursos – públicos, privados, sociales e individuales-  para defender a esa democracia cuando nuestro preámbulo se ve amenazada. Una defensa que no puede ser solamente no votes por el otro que es malo.

Hace 40 años terminaba mi adolescencia, prácticamente, desde ese entonces, este último argumento – el otro es malo y yo soy mejor, así que si votas al otro son malo- ya no lo considero válido por madurez. Tal vez, por eso, cuando escucho esas explicaciones, subscribo la idea del premio Nobel portugués quien decía que “es hora de pensar una nueva democracia”. Ojalá sea la que entronice la dignidad humana siempre y contra todo, defienda los Derechos Humanos del pasado, del presente y del futuro y permita que los humildes tengan calidad de vida no en los discursos de personas ricas a costa de los pobres, sino en lo cotidiano, donde pasa la vida que debemos tener.

Francisco J. J. Viola

19/11/2023

jueves, noviembre 16, 2023

Pequeños deseos por un día cualquiera

  

La vida es simple y debería venir con pocas indicaciones. Tal vez si me mirase hoy a mi otro yo –o a mi hijo- le diría algunas pocas cosas que hubiese sido bueno saber de antemano. Les diría que es necesario hacer el mayor esfuerzo de evitar el daño de uno y de los demás, y si se hace,  procurar repararlo. También señalaría expresamente que es una obligación, hasta moral, potenciar el placer al máximo posible, el de uno el de los demás. Hay que hacer lo posible para garantizar la intimidad siempre, como forma de estar y acompañar.

Por otro lado, creo que es posible comer peras, a pesar de la idea de “El Doctor”, aunque, valga decir, cortesía de por medio, que, tal vez, no mangos y, definitivamente, no caqui chocolate. Declaro que intentar la risa y hacer reír es casi una forma de imaginar un mundo mejor, porque el humor combinado entre dos personas tiene secretos que se hacen fuerzas. Pero el resto de lo que ese buen hombre dijo, lo comparto de pe a pa. Porque la ternura solo existe en nosotros y enjaularla debería ser un delito.

Hay que intentar bailar con ganas de decir aquí estoy y compartirlo con la intención de encontrarse y saborear cercanía placer y alegría. Creo que hay buscar el arte como forma de encontrarse, por eso, que la música, el teatro, la pintura y lo que sea esté presente como se puede. Por formas personales que siempre haya una carta escrita, como confesión, promesa y esperanza. Escribir es una obligación que nos debemos.

Es una obligación sublime que haya cafés, porque siempre hay una discusión que nos debemos, donde se construye un poco nada y se cobija entre aromas, reflexiones, delirios e intenciones.

Recordar con letras inmensas que siempre hay personas, alguien por lo menos, por quien todo vale la pena, cualquier sacrificio, enfrentar a no importa que monstruos, si hace falta, aun recorrer el desierto durante 40 dias, porque ellas son oasis, brújulas y esperanza.

Nunca, pero nunca, deben faltar ni besos ni caricias. Si hay Dios, estoy seguro que lo puso como mandamiento, aunque alguien después lo haya quitado bajo fiebre temporal. Como también, ese Dios que imagino, puso al sexo como la forma eficiente de encuentro, entrega, juego y hasta amor, por eso no debe ser Grial y si real

Seamos todo lo simple que nos podemos permitir, para poder hacer que esta complejidad sea llevadera. No nos obliguemos a compartir nada, pero nunca renunciemos a hacerlo porque al compartir desafiamos al universo y a la eternidad por crear momentos totales.

Nos animemos al camino, a la locura, a la paciencia, al reposo, a la mirada, al silencio, a la palabra, a los sentimientos, a las dudas, a las certezas, a los rituales prestados, al carnaval, a la aventura, a las rutinas, al circo, al pequeño ridículo que hace reír, al cariño, a la sonrisa cómplice y a la risa compartida, al ofrecer, al pedir, a la hamaca, al espejo, a la desnudez, al gusto diferente, a lo diverso, a ser normalitos, al ser únicos, a la amistad, a la gentileza, a la prudencia, a la valentía y a tanto más. En definitiva, nos animemos a ser todo lo humanos que tantos otros ya fueron.

Al final cuando lo de Machado se cumpla, sólo quedara si fui lo más fiel a “Mon panaché”.

17711/2023

viernes, noviembre 03, 2023

Parafilias

 

En salud sexual hay un concepto que tiene una historia particular. Es el de la parafilia. Ofensivo, controvertido, habitual y lógico. Veamos esta idea. Comencemos con la definición en su microhistoria. “Para filia” es una palabra de origen griego que sale de la unión de dos vocablos muy utilizados comúnmente παρά (pará), "al margen de", y φιλíα (philía), "amor" y se lo utilizo para hablar específicamente sobre ciertos comportamientos sexuales. La para-filia entonces es tener una actividad sexual diferente a los que los cánones establecen como lo habitual. Algo fuera de lo común para un grupo de personas. Ahora bien, el primer problema que se plantea es la falta de información acerca de la frecuencia de ciertas actividades,
ya que se sabía lo que se decía que se hacía y no lo que se hacía concretamente. O sea, lo no habitual, lo parafílico
, estaba disociado de la realidad. Aquí surge un error conceptual clave: que a lo “habitual” se lo llame “normal”, y lo que es “diferente” por oposición se lo llama “a-normal”, que significa fuera de la norma. Como sabemos, los seres humanos tenemos una tendencia irrefrenable –parece ser- a emitir juicios de valor y de opinión a partir de su lectura parcializada de los hechos. En este sentido, lo a-normal es siempre lo que hay que corregir, según la lógica normalizadora. Los comportamientos que no son “normales”, por ello pasan a pasan a ser malos. Un pasito más, un adjetivo más y, terminamos hablando de desviaciones y de perversiones. Como pueden ver de un paso al otro se llega al camino equivocado también. Entonces, un comportamiento que, aparentemente, no todos hacen es catalogado de anormal, - aun cuando seguramente todos disfrutaban en la intimidad-. Luego de eso, algún avispado intelectual o moral –valga la ironía- lo sentencia como perverso o desviado. Obviamente, eso conduce a clasificarlo como problema y, por lo tanto, a buscar soluciones. Si el problema es sanitario se impone un tratamiento, si el problema es social, se aplican sanciones legales. Un circuito lógico, pero con fallas conceptuales exageradas.

Como suele pasar, estas dos ideas de daño conducen a dos estrategias de control: a nivel sanitario, clasificaciones que definen la perversión en términos de ciertas situaciones que generan problema: diferente, repetido, genera malestar y se mantiene en el tiempo. Del lado legal: sanción disciplinaria intensa. Cárcel y penas desde livianas hasta duras. Terreno fértil para que inocentes, sanos y placenteras personas se vean sacudidos por una oleada moral-sanitaria y legal.

Sin embargo, lo no habitual no puede ser el problema necesariamente, sobre todo a nivel sexual. En este campo, debemos estar regidos por pautas más concretas, específicas y definidas. Si bien cada sociedad tiene derechos a emitirlas como crea mejor, existe una norma superior que debería ser considerada siempre y son la fijada por los Derechos Humanos, por el bien común y por la salud de las personas. En este sentido es adonde se orienta el razonamiento actual en relación a la parafilia.


A nivel de DDHH el límite es claro. En primer lugar, para todo acto sexual debe existir siempre el consentimiento, entendiendo que se considera todo aquello que es consentido de forma libre, informada, por alguien con capacidad de hacerlo, que lo ha expresado clara y específicamente. Dentro del consentimiento, casi todo. El “casi” es porque agregamos una variable importante: el daño potencial o real que se hace. Allí es donde actuamos. A nivel sanitario la que nos debe interesar es cuando el comportamiento sexual genera malestar psicológico (distress) causado por sus tendencias sexuales y no solamente como resultado de la desaprobación o repudio social. Es decir, no puede evitar hacerlo y le genera no sólo inconvenientes sino lo hace sentir mal en algún momento. Allí es donde se debe intervenir. A nivel social sería para garantizar que el consentimiento sea siempre central y que el daño sea siempre evitable. Para ello, leyes y, sobre todo, -inexorablemente volvemos-: educación sexual integral.

La vida sexual siempre debe ser una fuente de placer, bienestar y, potencialmente, el encuentro entre personas que sean capaces de participar a partir de su libertad y la disposición para hacerlo. Dentro de ello, el repertorio que puedan decidir depende de su disposición para hablar, de su imaginación y de su inteligencia erótica. Por ello, sólo nos preocupemos por lo que hace daño de algún modo, de lo que incluya la violencia como forma de dominación, poder y daño y lo que genere luego malestar a la persona. Quizás en esta lógica estemos creando un mundo mejor.

 

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