sábado, noviembre 27, 2021

Sobre el sida

 

El próximo miércoles, como cada 1 de diciembre, se celebra el Día Mundial del Sida. Al respecto dice la Organización Panamericana de la Salud: “este día es una oportunidad para apoyar a aquellos involucrados en la lucha contra el VIH y para mejorar la comprensión del VIH como un problema de salud pública mundial”. Este año la campaña tiene el lema: “Pon fin a las desigualdades. Pon fin al sida. Pon fin a las pandemias”. Tres problemas de salud que existen, aunque se realizan esfuerzos sistemáticos y dedicado para hacer frente a ellos. Sin embargo, no se puede evitar que estén presente. Me refiero a la desigualdad, pero sobre todo la inequidad; al problema del sida y, también de las ITS y, finalmente, el problema de las pandemias que siguen ocurriendo.

Sobre lo primero, la Organización Mundial de la Salud dice que las “inequidades sanitarias las desigualdades evitables en materia de salud […] inequidades que son el resultado de desigualdades en el seno de las sociedades y entre sociedades”. En este sentido la equidad, que es un concepto que enaltece a la humanidad, no sólo es urgente, sino que no es utópico, sino muy pragmático. Por eso responde a la pregunta concreta ¿qué hacemos para contrarrestar las inequidades que podemos ver en el cotidiano? Porque, si bien la carga principal está en quienes ejercen el poder de alguna manera, también tiene que ver con el cara a cara, donde somos capaces de generar los cambios que se necesitan. Todos los días, cada uno de nosotros puede hacer algo, es más, seguramente lo hace.


El segundo pedido que existe es “poner fin al sida”. Un desafío enorme al cual la ciencia se encuentra abocada. Pero también hay que asociar este problema con el de las infecciones de trasmisión sexual. ¿Por qué? Porque la prevención sigue siendo la misma, que incluye el utilizar los recaudos en las relaciones sexuales, entre otras cuestiones. El uso del preservativo y del campo de látex en las relaciones. Pero usarlo implica no sólo hacerlo, sino hacerlo bien. Esto es algo que se debe aprender. Nuevamente aparece en escena la educación sexual integral que en unos de sus contenidos incluye esto (con muchos otros) las normas de cuidado frente a las ITS. Pero también figuran las campañas de sensibilización social y los servicios de salud sexual que funcionan en todos los hospitales de nuestro país como recursos para hacer frente a eso. Pero sobre todo, la importancia de combatir los prejuicios y estigmas que, como hoy lo sabemos, afectan a las personas tanto o más que la misma patología.

Lo tercero es poner fin a las pandemias. Esto que puede ser un poco una súplica incluye lo obvio: el comportamiento. Como lo vemos con la pandemia de covid-19. Las formas de poner fin a esto son básicamente dos: respetar las medidas sanitarias indicadas y la vacunación. Sobre lo primero hemos visto que muchas personas no respetan las consignas mínimas y que se esfuerzan en no hacerlo. Sobre lo segundo el cuestionamiento a la ciencia con argumentos pueriles y basados en mensajes virales, siempre alarmistas, siempre sin verdadero basamento, siempre con la intención de generar desconfianza. Las pandemias precisan con constancia comportamientos sociales que reduzcan los factores de riesgo y que estimulen los factores protectores. He aquí el desafío permanente que como sociedad debemos hacer.


Los días, como este primero de diciembre, donde se recuerda los problemas que nos afligen no es sólo una forma de decir que existen, es una forma de mostrar lo que avanzamos. No como una meta conseguida, sino como esos espacios donde podemos respirar porque algunas cosas se realizan. Así que defiendo la idea que vale la lucha cotidiana se merece señalar los logros y, a partir de ello redoblar los esfuerzos para seguir avanzando. Estoy convencido que el trípode es claro: 1)- Educación sexual integral para ofrecer el conocimiento más certero, habilidades para hacer del encuentro un espacio de protección saludable y la defensa de valores que incluye los DDHH y por lo tanto combate el prejuicio y la violencia. 2)- un sistema social, que incluye lo legal, que potencie un marco de derechos y de condiciones para que la equidad sea real y palpable día a día y, finalmente, 3) una idea de salud transversal nacida de la ciencia, pero construida por el respeto hacia el otro.

Poner fin a los problemas, como estos, es una utopía, pero definitivamente, ella nos permite el mejor camino, aquel donde somos capaces, cada día, de hacer algo positivo por el otro, recordando siempre que nosotros también somos ese otro para alguien.

 

 

 

miércoles, noviembre 24, 2021

Contra la violencia, el 25 de noviembre y siempre



La violencia contra la mujer, contra las niñas, contra las adolescentes son acciones que nos degradan como seres humanos. Esto es verdad, como también, que hacerlo es un delito. Pero eso no impide que siga pasando. Frente a esto es lógico preguntarse, ¿Cómo una especie que es capaz de la belleza, del placer y del amor en todas sus dimensiones, sigo recurriendo a la violencia que mata, que destruye, que afecta al otro?

Por eso es que el próximo 25 de noviembre, está establecido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Día aprobado por las Naciones Unidas en 1999, como un recuerdo del asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como las mariposas. Así, este organismo desarrolla campañas que están bajo el lema, desde hace unos años, de 16 días de activismo contra la violencia (desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, día de los DDHH). El slogan es #pinta tu mundo de naranja.

Pero el 25 de noviembre es un día. Sólo un día. Un día que debemos gritar que esa violencia que pasa todo el año debe parar. Un día que debemos tomar aire, conciencia y energía para que el trabajo de todo el año nos haga pensar que al año siguiente no será necesario este día, que alguna vez lograremos eliminar esta violencia. Si, sé, suena a utopía. Pero, recordemos, la utopía de un día, y el trabajo del resto del año. El trabajo constante y convencido que podemos cambiar las cosas.

Ahora bien, lo resaltemos, hay una parte de la humanidad, una parte enorme, que cree que la violencia no es el camino, que no es la condición inevitable, que no es el destino. Así, por ejemplo, en 1991, un grupo de hombres canadienses, sacudidos por la llamada Masacre de Montreal, crearon una campaña que se llamó del Lazo Blanco (White Ribbon Campaing). Señalemos que adoptaron como símbolo ese color por ser el de la paz y, en este caso, “representa el compromiso público de los hombres que lo portan de no ejercer violencia contra las mujeres, no permitir que otros lo hagan y de no permanecer en silencio frente al problema”.

En esta ocasión quiero revindicar que existen hombres que hacemos nuestra la lucha para eliminar este tipo de violencia. Lo hacemos convencidos que nuestra humanidad nos exige comprender que este tipo de violencia –y las otras también- son algo que debemos enfrentar para lograr el cambio que alguna vez llamaron objetivos del milenio y que hoy son los objetivos del desarrollo sostenible (2030). Eso apunta a que la gente sin distinción de ningún tipo pueda acceder a la paz, a la equidad y al bien común, para estar mejor, para sentirnos mejor, para vivir mejor.

Por ello, debemos ser más activos en esta época. Ya lo mencioné otras veces. Es hora de exigir una educación sexual integral ya que ofrece, entre otras cosas, herramientas para hacer frente a esto que, mucho antes que la pandemia de COVID-19 aparezca, ya se mostraba como una verdadera pandemia que no podíamos controlar. Si, la violencia contra la mujer es una pandemia, también es hora de actuar frente a ella. Es hora de ser más activos en la construcción de una red de trabajo para que cada uno pueda ofrecer una parte de la solución a quienes sufren la violencia; ser sensibles para verla, dispuestos para acompañar a quien la sufre, equilibrados para apoyarlas y conscientes que el esfuerzo debe ser cotidiano, permanente y desafiante. Esforzarnos en erradicar este tipo de violencia seguramente, nos permitirá avanzar aún hacia lo mejor que tenemos como humanidad: la capacidad de crear belleza, de disfrutar del placer y de encontramos en el sentimiento. Por ello, renovemos lo que muchas personas deseamos: No más violencia. Que el camino sea el que siempre decimos: la educación como compromiso, apuesta, inversión y acción. Porque si apostamos, en este caso, a una educación sexual integral, estaremos trabajando seriamente para evitar la violencia y permitirnos una sociedad justa, equitativa, solidaria y feliz.

miércoles, noviembre 17, 2021

55


Un número más, que es una combinación fácil. El cinco es un número que llama la atención. Es curioso, no es bíblico como el tres, no es atractivo como el dos, no tiene la importancia del uno, pero está allí, llamativamente fácil para las operaciones y necesariamente ideal para algunas cosas. Aunque no me preguntéis para qué, pues sólo lo puse porque el teclado me exige continuar con esta perorata.  Pero dado que estamos en la tarea, lo veamos simple o lo construyamos mágicamente. Si por eso se llama sacar conejos de la chistera, que será muy español, pero está muy bueno como imagen. Aunque parezca nada original y sea medio elemental.  Más elemental sería pensar en rimas con cinco, que deberían terminar con vikingo, domingo, bingo o brinco. Lo bueno que también combina con Francisco, que es mi nombre. Pero hoy no sale poesía porque los versos están dormitando el sueño una historia que no se contó. Así que hoy tocaba prosa y con eso es lo que hay para decir.

El cinco, vuelvo a él, como si fuese una ruleta, sería el número y no puede ser el 55 porque como saben los que alguna vez creyeron en la suerte como una muestra de justicia divina, la ruleta sólo tiene 36 números. Pero bueno pensando en 5 y que este se repita, es más fácil imaginar cinco cosas que sean como una suerte de norte, o tal vez sur, porque el sur también existe. Aunque no veo porque en oeste, donde la leyenda dice que había un romanticismo de otra época o el este, donde Oriente sigue siendo tan atractivo. Al fin y al cabo, solo es cuestión de pensar que tener una brújula te ayuda a saber dónde estar, pero no necesariamente a donde ir. Así que descartó lo del norte y me quedo, nuevamente, con el cinco como propuesta.  


Encima si pienso que es el 2021 y le quito 55 da 66 y si no fuera porque le falta n 6 sería un número para preocuparte. Aunque por lo que aprendí, o me lo estoy inventando de cuajo, dos seis hablan de un demonio sin toda la maldad que está en el tercer seis. O sea, sería como ese demonio que se permite algunos placeres o que los has vivido sin pensar en el pecado que otros le atribuyen a esos gestos. En definitiva, sería algo así como una ecuación, tres seis es para quien hace lo que te lleva literalmente al infierno y cuando son solo dos, pues nada, quizás hayas conocido algunos paraísos. Esto me lo acabo de inventar, confieso, pero suena bonito y entonces vale.

Pero volvamos al mítico número “5” de mi relato. Así podría pensar 5 nombres que tienen mi historia, pero me dejaría de lado a tantas personas, aunque no llegaría a 55 o, confieso, o, si incluyo a esas personas que sé, quizás las pase. Pero si pongo nombres, sé que debería no mencionar algunos y sería una injusticia. Por ello, quisiera imaginar 5 momentos que son el todo para mí, pero como síntesis es tan personal que no pretendo mostrarlas aquí. Es obvio que la vida nos ofrece mojones que hacen que las cosas tengan sentido para ver un recorrido tortuoso, en mi caso, donde lo efímero es una sensación que acaricia la constancia de los hechos. Sutilmente contradictorio, porque lo sé, algo de ello esconde este recorrido.

Cinco deseos serían más fáciles de pensar, pero prefiero no decirlos porque, aunque sea todo verdad aquello de que quien avisa no traiciona, tampoco hay que alertar a los envidiosos que siempre juegan su papel en la forma aleatoria en que las cosas se hacen. Por lo menos eso dicen los que saben. No diré ni cinco libros, ni cinco películas, ni cinco canciones, ni cuadros, ni obras de teatro. La vida se merece mucho más de eso y de tantas cosas, pero sólo cinco sería una estupidez, más propia de limitación mental que de promesas.

Cinco amores, uno está tentado en pensar, pero todos lo saben, o deberían saberlo, los amores no se piensan mucho, se siente todo y están allí, armando acciones o, tal vez, tallando recuerdos que se renuevan con lo simple o se sienten con la ausencia. Que sean deseos, pero hoy no, porque los deseos son las simples formas que tenemos de imaginar lo que está llegando, o eso quiero pensar hoy y por eso, saldré a su búsqueda, que quizás sea una de las formas más simples que tenemos de hacerlos realidad.

Entonces, ¿qué me queda? Pues lo necesario: la alegría que alegra, la compañía que acompaña, el amor que ama, el deseo que desea y la tranquilidad que reina, porque que tranquilice es muy poco. ¡Qué lo pario! Tan simple y tan complejo. Pues, la vida es así, uno se da el lujo en un día como este de pedir lo imposible y sentir que está aquí, justo donde uno está.

17/11/2021

sábado, noviembre 13, 2021

La libertad sexual


Partamos de dos evidencias: la primera que la libertad es, quizás, una de los componentes más deseables para la humanidad. La segunda cuestión es que la vida sexual activa de las personas es al mismo tiempo, algo deseable pero no necesariamente siempre presente por diferentes circunstancias. Lo que conlleva lo que debería definir su presencia: la decisión personal de aspirar a ella o no. En esta aseveración voy a detenerme para pensar sobre estos dos conceptos relacionados: la libertad sexual.

Para ello, señalicemos la obviedad, que, valga decirlo, en estos temas conviene siempre visibilizarla. Por ello digamos que la libertad sexual no consiste en poder hacer todo, sino en poder decidir qué hacer, cuándo hacerlo, con quien hacerlo, cómo hacerlo. Así, decidir experimentar sexualmente algo, cualquier cosa, puede servir para mostrar la libertad sexual. Sin embargo, esa libertad sexual también incluye el poder decidir “no quiero experimentar esto o aquello”. Cuando hablamos de decidir es fundamental que eso incluya la claridad sobre ese procedimiento racional y volitivo de considerar los elementos disponibles, los sentimientos involucrados, el conocimiento de uno mismo y otras cuestiones para elegir. No es simplemente el hacerlo. Es asumir y consentir en su sentido real y concreto.

La libertad sexual no incluye, necesariamente, el manual del kamasutra –aunque maravilloso es el poder seguirlo un poco o mucho-, ni tampoco la concreción de cada una de las fantasías que nos desvelan –aunque ellas puedan ser un festín de placer en tantas ocasiones-, ni tampoco el cumplir una lista mitológica de deseos sexuales –aunque sea espectacular poder hacerla y jugar con ella-. La libertad sexual incluye la capacidad madurada de encontrarse con el otro para recorrer caminos de placer e intimidad, donde el límite esté dado por la comunicación más diversa plena que podamos descubrir. La libertad sexual es la que nos permite experimentar la intimidad como un espacio de seguridad tal que el otro pueda sentirse en la tranquilidad de desnudarse un poco más siempre y viceversa. Quizás, un ejemplo concreto de esa libertad sexual sea cuando somos capaces de sumergirnos en una experiencia novedosa con el otro y al no gustarnos poder decir no me gustó, no quiero repetirlo y lo que haya después sea una intimidad que respira aún más gozosa.

La libertad sexual es tal vez el norte que marca el encuentro con el otro desde un modo creativo, diverso y genuino. Por ello, la promovamos, sabiendo que ella, siempre nace en el pudor que se valoriza.

Como pueden comprender, en esta noción de libertad sexual que propongo hay dos elementos que aparecen como faros: de un lado el consentimiento –siempre central en la sexualidad- y, como un limitante no negociable, la violencia (en cualquiera de sus manifestaciones).

Las preguntas son obvias: ¿Cómo hacer para desarrollar el consentimiento como conocimiento, capacidad y expresión? Y ¿Cómo hacemos para actuar frente a la violencia que debe ser eliminada, controlada y sancionada? La respuesta tiene dos niveles como casi todo. El primero es la educación. En eso me refiero a una educación sexual integral, como siempre insisto, basada en nuestra maravillosa ley 26150 que fomenta el mejor consentimiento y nos da herramientas para hacer frente a la pandemia de la violencia. Lo segundo, a través de redoblar el esfuerzo que se hace en la lucha contra la violencia, quizás ese esfuerzo sea una de las pruebas más contundentes que hablan de una sociedad que se supera. Esa sociedad es la que deseamos, ambicionamos, defendemos y por eso, nos comprometemos. Básicamente es la que elegimos, pero recordando que elegir, no es lo único que define la libertad, sino tomar conciencia de la elección que realizamos y asumir las ventajas, los desafíos y el compromiso que eso implica.

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