jueves, octubre 27, 2022

Celestina 2.0

 

Celestina es un apelativo que deriva del personaje de la tragicomedia protagonizada por Melibea y Calisto atribuida a Fernando de Rojas. Pero, ese nombre es utilizado para referirse a una persona, generalmente –machismo distributivo que le llaman- una mujer, que contribuye para que dos personas establezcan una pareja sentimental. La celestina funcionaba como un nexo que permitía unir, no por casualidad sino por decisión, a personas interesadas en estar con otras personas. Para ello, la celestina conocía intereses, gustos, necesidades y atributos de alguien y buscaban las coincidencias en otra persona, con el principio de procurar que ambos se complementen y, al hacerlo, se conviertan en una pareja. Sólo era una de las formas posibles. Aclaremos, no todas las celestinas consiguieron que se formen parejas, tampoco todas las parejas formadas por esa matriz fueron felices y también, algunas veces, podían ponerte en pareja con una persona “tóxica”, nombre que se utiliza para tres tipos diferentes: incompatibilidades serias de carácter, personas violentas y las personalidades psicopáticas.

Pero llegó el siglo XXI y con ello la tecnología que permitió que tantas cosas que antes se hacían de otro modo se simplificarán o se adaptaron a esos recursos que aparecieron con la idea de resolver problemas con otras herramientas. Pues era lógico que la función de la Celestina tuviera una contraparte tecnológica: las aplicaciones pensadas para favorecer los encuentros llamados amorosos. Es decir, herramientas tecnológicas que permiten hacer que una persona que busca algún tipo de relación con alguien pueda conocer a personas en función de los tres temas importantes que movilizaron siempre la búsqueda de alguien: gustos que nos parecen compartidos o agradables, una atracción física determinada y, finalmente, la disposición para acercarse de algún modo. Pues estas aplicaciones permiten eso, más fácilmente y sin que medie otra persona. Tienen riesgos, claro que sí. Pero como hacemos frente a cualquier riesgo, debemos disminuirlo y gestionarlo para evitar sufrir daños. Pero el riesgo existe, porque, como pasa en la vida, vamos a buscar conocer a alguien que es, lisa y llanamente, un desconocido. Como cuando contactamos a alguien en cualquier sitio.

Actualmente las redes sociales de encuentros son numerosas, variadas y hasta con diferentes objetivos. Saberlo es esencial, porque lo peor que puede pasar siempre es confundirnos del lugar donde estamos. Así hay redes sociales que propician la infidelidad, otras que buscar el sexo lo más rápido y simple posible, otras que se orientan a construir relaciones más serias o constantes otras que favorecen los encuentros homosexuales, algunas pensadas para ciertas franjas etarais y varias otras posibilidades.


Cada aplicación tiene sus “consejos” sobre como postear, tanto fotos, como datos, hasta formas de responder. Esas sugerencias son como la que tiene toda tecnología: leer las instrucciones antes de accionar. Pero no siempre lo hacemos, lo sabemos. Por ello, quiero sugerir una pequeña ayuda memoria, en relación a los encuentros que debemos buscar, tanto en las redes, como en la vida. Ellos son:

1] Nunca jamás hay que hacer lo que no se desea en las relaciones. Porque la palabra clave es consentimiento. Para ello, saber lo que se propone y aceptarlo en función de lo que se quiere.

2] Una relación saludable no incluye violencia en ninguna de las formas, incluido en esto, los celos o la violencia psicológica en cualquiera de sus formas

3] Situar nuestras expectativas de lo que buscamos es clave, porque si nos mentimos, después la evaluación será injusta con nosotros mismos.

4] No confundamos lo virtual –o lo ideal- con la realidad. Las relaciones que se busca, aún las pasajeras, pasan en el “aquí y ahora”, en función de la disponibilidad presente y del encuentro que nos permitamos.

5] Lo lúdico es esencial para crecer. Lo aprendemos cuando chicos, nos sumergimos en ello en la juventud y, lamentablemente, lo retaceamos o lo borramos en la adultez. Pues utilizar lo lúdico es importante para disfrutar la vida en cualquier etapa y ayuda a crecer siempre.

En definitiva, lo que quiero decirles es lo que ya saben: nos merecemos el encuentro siempre, porque en ello está la prueba que somos humanos y, en cada encuentro, podemos encontrar las formas de disfrutarlo, de hacerlo valioso y de ser uno mismo. En el fondo se trata de ser honestos, cariñoso y generosos, primeramente, con la persona del espejo y, luego, con el que nos permitimos. Para eso, nos dispongamos y utilicemos la técnica –o tecnología- que nos parezca mejor.

domingo, octubre 09, 2022

Edad y sexo


De un tiempo a la fecha la Organización Mundial de la Salud (OMS) está señalando la
existencia de problemas en relación a las personas mayores, situación que fue nombrado como “edadismo” y que, según esa institución, “
se produce cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas provocando daños, desventajas e injusticias. Puede adoptar muchas formas, como prejuicios, discriminación y políticas y prácticas institucionales que perpetúan creencias estereotipadas”. Esto genera diferentes problemas y afecta seriamente a la salud de las personas entendida esta como asociada al bienestar.


Dentro de los estereotipos que están presentes figura los que usamos en relación al sexo. Según este estereotipo, parece que existiese una edad en que el sexo no es deseable o no sea realizable o no es buscado. Pues lo que hemos aprendido es que esa idea no sólo es falsa, sino también que ha hecho mucho daño. La vida sexual activa no tiene edad, por más que con los años aparezcan algunas limitaciones, algo que no debemos negar, menospreciar o desconsiderar. Lo bueno es que esas limitaciones, aun las complejas, no son imposibles de resolver o contornear.

Sin pretender dar un manual, hay algunas sugerencias a hacer para que las personas mayores tengan una vida sexual activa, basada en el disfrute de la intimidad y en el placer. Lo más importante, quizás, es comenzar con un principio general y lo podemos decir como una suerte de slogan: Tenemos derecho a seguir viviendo el sexo a cualquier edad. Algo tan obvio pero que la sociedad –a veces los grupos más cercanos- nos quieren hacer creer que no es así. La vida sexual es de uno, y debe surgir de dos cosas principalmente: el deseo de tenerla y el consentir a buscarla.

La segunda sugerencia, también muy importante, para quienes tienen una pareja, es que es necesario hablar con la pareja sobre estos deseos. Si, decirlo es más fácil que hacerlo, sobre todo a cierta edad. Pero es, sin dudas, un primer paso necesario. Hablar de necesidades, deseos y preocupaciones habilita la posibilidad de avanzar. Es importante comprender que nos podemos sentir vulnerables frente a la posibilidad, pero debemos saber que también la otra persona quizás sienta eso, como también puede coincidir en los deseos. Hablar es, curiosamente, el supuesto problema que habilita posibles soluciones.

El punto siguiente es un doble desafío. Porque muchas veces nos sentimos inseguros en relación a nuestra salud en general como para tener sexo. Pues aquí viene el gran desafío hablar con nuestros médico/a, quien, valga decirlo no siempre está preparado para este tipo de consultas, pero que, en estas épocas sabe que existen no sólo estas inquietudes, sino que también pueden aportar soluciones. Una consulta con las preguntas, las inquietudes y las necesidades que se tiene podría abrir una puerta para que la vida sexual sea una realidad.

El punto siguiente es de cierta complejidad para muchas personas: se debe expandir la idea del sexo. Esto, sin pretender que sea sumergirse en ese universo que cada uno calificaría de “extremista” según su percepción, significa, básicamente, en primer lugar, reconocer que, por ejemplo, tocar, besar y otros contactos íntimos pueden ser gratificantes para uno y para la pareja. Eso tiene que ver con estar abiertos para encontrar nuevas formas de disfrutar del contacto sexual y la intimidad.

Los otros consejos que se suelen dar para que la vida sexual sea una nueva forma de conectarse con la satisfacción y el deseo de vivir, siempre incluyen la idea de cambios, pequeños o mayores. Los cambios que van: desde mudar la rutina hasta buscar nuevas formas de conexión con tu pareja. Para ello es esencial buscar dos tipos de actividades conjuntas: las que producen alguna diversión y las que permiten reírse juntos. La risa sigue siendo el mejor antídoto para casi todos los males, particularmente para hacer frente al stress que pensar en sexo, con las pocas o muchas limitaciones que uno tiene por la edad produce.

Básicamente se trata de lo simple: el sexo, como actividad humana es, desde siempre, y por toda la vida un espacio que podemos aprovechar para crecer, para disfrutar, para acompañar, para volar, para gozar, para estimularse, para compartir, para cada una de esas cosas o todas asociadas y aún para más. Como también, recordad que el sexo sigue siendo consecuencia de lo mismo que nos pasa cuando jóvenes: esa mezcla de deseo que nos empuja y de esa decisión de intentarlo hacer, con la mejor intención de ser felices. Por allí se podría comenzar.

 

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