domingo, marzo 27, 2022

Verdades sobre Educación sexual integral

 

A veces es necesario aclarar lo evidente porque parece que no siempre lo es para todas las personas. Sobre la educación sexual podemos decir muchas cosas. Es más, se las dicen y todos podríamos aportar así diversos ejemplos. Sin embargo, nos centralizaremos en dos elementos objetivos:

a-      En nuestro país existe la ley nacional N° 26.150, aprobada por el Congreso de la Nación, que en su artículo primero establece “que todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”.

En este sentido, corresponde recordar que el Congreso de la Nación Argentina está conformado por los representantes de todas las provincias que debaten y participan en la elaboración de las leyes; de esta manera, las provincias, por medio de sus representantes, han discutido y participado directa o indirectamente en la elaboración y aprobación de esta ley. Por otra parte, la propia ley refiere a todas las jurisdicciones por lo que se considera que tiene “fuerza de ley nacional” (valga la redundancia en este caso).

b-      La educación sexual es algo que siempre se hizo porque se educa permanentemente. Cualquiera sabe esta verdad, incluso hasta los sectores más conservadores la sostienen. No existe forma que una educación de cualquier tipo no eduque sexualmente, entendiendo como sexualidad la definición real que comprende una dimensión importante y transversal de todo ser humano.

Al aceptar estas dos verdades hay consecuencias muy pragmáticas que debemos defender y decidir.

Sobre la primera, que refiere al alcance de la legislación nacional, nos planteamos: ¿debe aceptarse la discriminación entre los distintos habitantes del país? Es decir, un estudiante argentino recibirá educación sexual como un derecho sólo si nace en las provincias que optaron por “adherirse” a una ley que, subrayemos, en ningún momento pide como condición la adhesión para que la ley se ejecute.

La segunda nos obliga a preguntarnos si vamos a seguir siendo tan irresponsables de discutir la educación sexual, mientras dejamos que se haga cotidianamente, de cualquier forma y por cualquier medio o vamos a ser responsable. Por eso es lo que la ley ofrece, pide, exige, ordena y determina: que la educación sexual integral no puede ser dejada librada al azar, sino debe ser planificada, gestionada, transversalizada y visibilizada.

Es hora de asumir que no existe ninguna creencia aceptable que no defienda que lo más importante es la educación como el antídoto para la violencia, para la infelicidad, para el odio. La educación sexual integral es la apuesta más firme, segura y concreta para crear una sociedad mejor y más acorde con lo que siempre soñamos. Porque es educación y porque tiene que ver con la naturaleza humana. Demorarla en debates equivocados o es mala intención o simplemente es ignorancia.

lunes, marzo 07, 2022

Día de la mujer



Mañana, martes es el día internacional de la mujer. Menuda tarea nos toca ese año al pensar en este día. Un día que nos debe doler. De entrada, es un día que evoca al 8 de marzo de 1909 cuando más de cien mujeres fueron asesinadas por discutir y reclamar sus derechos, por buscar el “pan” necesario y la “calidad de vida” que debería ser innegociable. Se las mató en un incendio en la fábrica donde trabajaban (es una forma de decir, puesto que las condiciones eran bastante deplorables y podríamos hablar de esclavitud, sin enrojecernos). No fue ni por bombones, ni por elogios, ni por flores, fueron asesinadas por pedir sus derechos. Es en 1977 cuando la Asamblea de las Naciones Unidas declaró esa fecha como un día de reflexión sobre la condición de la mujer.

Ahora bien, este año toca pensarlo en medio de una guerra que nos hace sufrir como humanidad pero que es algo sólo humano, aunque nos duela pensarlo así. Efectivamente, es el ser humano la única especie que es capaz de auto infligirse tamaña crueldad y ser capaz de recurrir a la violencia extrema como forma para solucionar los problemas. Agredir de ese modo como si la solución fuese por esas vías, confundiendo poder de daño, con razones, sabiendo que en toda guerra el sufrimiento es incalculabe, inevitable y constante. Pero, además, en nuestro país, la semana pasada, 6 hombres, masculinos (en este caso valga la redundancia) violaron a una mujer en la vía pública y a la luz del día. No fueron ni animales, ni monstruos, fueron seres humanos, quienes son capaces de tamaña violencia contra otra persona.

Por eso, pensar que siga habiendo “día internacional de la mujer”, no es orgullo sino, decepción. Ya que las tragedias, la injusticia, la dominación que dieron motivo a ese día continúan presentes. Días como el “8 de marzo” son modos de recordar que sigue existiendo un grupo de mujeres que sucumben a diario a manos de hombres. Son días para insistir con el hecho que la injusticia está presente y por más que afecta a tantos, dentro del “tantos” aún son la mayoría mujeres. Son días para decir, claramente, que la dignidad de muchos seres humanos se profana a diario por la cantidad de necesidades insatisfechas que tiene gran parte de la humanidad, particularmente, las mujeres. Son días para levantar la voz contra cualquier abuso de poder que permite la esclavización, el ultraje, la denigración, la falta de posibilidades, el mantenimiento de los estereotipos, los límites que se imponen para la dignidad. 

El ocho de marzo es una fecha triste. El ocho de marzo nos invita a recordar que todavía no dimos el paso necesario como humanidad, el que nos permite tratar a cualquiera como igual, como soberano en sus decisiones, como libre en sus convicciones, como necesario para nuestra felicidad. El paso para comprender que los derechos humanos deben ser derechos y no concesiones del poder de turno. Día para comprender que lo vital es necesario e impostergable. Lo necesario es el acceso a la dignidad como algo del "aquí y ahora" para todos y todas. Particularmente este año ONU Mujeres promueve el lema "Igualdad de género hoy para un mañana sostenible".

El ocho de marzo es el recuerdo de una lucha que aspiró a algo mejor y que recibió como pago la muerte cruel. Por ello recordemos que nuestra lucha es por una idea soberana que desea que nuestros cercanos -geográficamente hablando- reciban la dignidad que nace con la vida misma, que tengan la posibilidad de aspirar a ser felices independiente de su cuna, a ser respetados por el simple hecho de estar presentes. Es una lucha contra todo lo que afecta esa posibilidad: la represión de cualquier tipo, la violencia en cualquiera de sus formas y la corrupción como materia prima de la inequidad, la exclusión y la injusticia.

Este día de la mujer, pensemos que la humanidad está en deuda porque aún no logra superar la violencia como una forma de acción. Sin embargo, también nos detengamos un momento para comprender que es esta misma humanidad (tú, yo y los demás), quien puede tener la capacidad de hacer frente a ello. Justamente, somos los humanos quienes podemos generar los espacios, las acciones, las leyes, los hábitos necesarios para poder avanzar en el desarrollo sistemático de la paz, de la no violencia, de la equidad como norma inapelable, de la cultura del buen trato, de la inclusión social que genera el capital humano del crecimiento y del desarrollo humano, de la educación para la vida, que incluye inexorablemente la educación sexual integral- buen día para exigirla con más decisión- como un modo definitivo de crear una sociedad que reconozca y valorice la dignidad de todos sus integrantes protegiendo sus derechos, estimulando su crecimiento y definiendo los límites indiscutibles de la convivencia.

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