miércoles, julio 30, 2014

París

He crecido con el mito de esa ciudad. He sentido el encanto de su leyenda. Pocos lugares como esa ciudad –en ocasiones ese nombre de ciudad solamente- tiene la capacidad de cautivar más allá de lo racional. De ese modo las expectativas son inmensas aún antes de llegar a ella  (no por nada existe el “síndrome de París” generado por la decepción profunda y psico-somática).
En definitiva es como con las personas, o con algunas. Sobre todo cuando el amor o lo que llamamos así está en el medio. Nos creamos expectativas sobre lo que vamos a encontrar y sobre ella fundamos lo que queremos ver, lo inundamos de “lugares comunes” y con ello nos enfrentamos a la realidad.
Y, como París, nos puede producir desilusión, decepción o lo contrario seducirnos con su evidente belleza, encantarnos con su sabor a legenda, hipnotizarnos con el mito de todos sus contenidos y nada más. O, hacer todo eso o nada pero ofrecernos la simple libertad que permite recorrerla con nuestras propias decisiones. Con nuestro intercambio personal. Donde dejamos fluir y fluimos y así, de ese modo, nos dejamos encontrar por la magia, por la realidad y tejemos esos vínculos que nos hacen crecer.

Si, París, permite la metáfora. Por eso, “siempre nos quedará París".

jueves, julio 24, 2014

Basta de "fotos infartantes"

¿No pueden ser más creativos a la hora de hacer un título para fotos donde haya mujeres en bikini? ¿Sólo se les ocurre fotos “infartantes”? Este es uno de esos comentarios sexistas, estúpidos y que, aún siendo unos machistas de mierda,  pecan completamente de una insufrible falta de ingenio. Ni vamos a entrar a discutir que el infarto no pasa por ver esas fotos, ni de cerca. Échale la culpa a la ingesta excesiva de grasas, a la falta de ejercicios, al poco control médico y a otra pila de factores que, definitivamente, no incluye ver mujeres en bikini. Ni en fotos ni en vivo.
Si, esto es una crítica de esas que la gente me dice: ¿para que las ves? O ¿para qué te calentás? No le des importancia. 
Pues no quiero evitarlo. Tal vez por la razón más simple: la de la deformación profesional o, quizás, por algo más específico: lo evidente. Hay cosas que cuando la empezas a ver, no antes, seguramente, ya es evidente y te salta a la cara.
Pero veamos un poco más lo que más me preocupa del comentario que, obviamente, no es la falacia médica (dejemos claro esto: eso no produce infartos). Lo que me inquieta es porque se lo acepta como si nada a un comentario sexista y, en segundo lugar por lo poco ingenioso, lo aceptemos, típico de lo vulgar. Lo primero surge, en primer lugar, de reducir todo a bikinis y trogloditas. Sólo se comenta así cuando una mujer está en bikini y sólo porque los hombres se enloquecerían con esas “curvas infartantes” (¡Diablos, caí en la tentación!). Todo se limita a lo heterosexual, al cuerpo llamado perfecto y a la mentada y supuesta obsesión sexual de los hombres. O todos nos ponemos dentro de ese esquema o somos anormales.  Lo poco ingenioso se asocia con la simplicidad de caer en lugares comunes y nunca ver más allá de las narices. Hacer la simple…para así no caer en la tentación de darnos cuenta que nuestra limitación mental es nuestra propia incapacidad de permitirnos lo diverso, lo nuevo, lo renovado.

Celebremos la desnudez. Nos permitamos la libertad siempre. Vibremos con la intimidad que escojamos y procuremos, siempre, pero siempre el encuentro con el otro, donde las emociones siempre nos pueden hacer sentir que el corazón late diferente que es una imagen bonita pero que, les aseguro, tampoco produce infartos.

lunes, julio 21, 2014

Para ellas, para ellos


Porque estuvieron, porque están, porque estarán.
Porque no me comprendieron pero me aceptaron.
Porque, tantas veces, siguen sin comprender pero me aceptan aún más.
Porque siempre esperamos que lo hagan, aún cuando no lo consiguen.
Por lo compartido, ayer, hoy y mañana.
Por esas sonrisas y esas muchas risas.

Por lo que sabemos, por lo que atesoramos, por lo que callamos, por lo hablado.
Por la distancia que nunca es lejanía: lo sé y lo sabe.
Por que conocemos el paño y sabemos la real esencia de la esperanza que nos alimenta.

                                            Porque somos sentimentales y no lo somos tanto.

Porque, simplemente, se me antoja y se les antoja



¡Feliz día y mejor vida siempre! (que no es poco)



domingo, julio 20, 2014

Lo evidente

La gente reclama, a veces, lo evidente a otros. Algo así ¿cómo no te diste cuenta? Algo que parece obvio, pero de una obviedad monumental. Como si sólo hubiese una sola posibilidad de observar el mundo. Como si todo fuese lineal. Lo cierto que los seres humanos vemos siempre lo que queremos ver y aún lo monumental muchas veces no es percibido. Si, para el que lo ve es como que la gente se miente un poco. Yo, por mi parte, creo que si bien a veces lo hace, en otras ocasiones ve las cosas como le conviene más, aunque eso implique, paradojalmente, sumergirse en la tragedia.
Es decir, si, percibimos con nuestros sentidos pero entendemos lo percibido con nuestras emociones y razones (la premisa baconiana: el ojo ve lo que la mente comprende). Todo lo percibido, generalmente, procuramos meterlo, aunque sea a presión, dentro de los límites de nuestra conciencia, o como queramos llamarla.
Esto dicho de manera más llana –o eso creo- significa que si no sabemos lo que es una montaña, ver el Everest no nos dará una idea de ello, pero podremos extrapolar si nos permitimos con lo que conocemos. Esto sería lo simple. Mas, en lo interpersonal, tantas veces no vemos cosas más cotidianas, esas que están, literalmente, frente a nuestras narices. O, sino, ¿cuántas veces no nos dimos cuenta que alguien estaba enamorado de nosotros –ojalá haya pasado – por más que a los demás les parecía tan obvio, pero tan obvio que éramos unos estúpidos graciosos?

Lo evidente se lo ve sólo cuando nos disponemos a ello. ¿Pero qué hacemos con lo que todavía no podemos comprender? No hay muchas soluciones. La única que se me ocurre es mantener la menta abierta a lo que es nuevo y volver, varias veces sobre lo que creemos saber. Es disponernos a sorprendernos con verdaderas preguntas sobre las cosas. No quedarnos con las respuestas que ya tenemos, sino pensar que esas nos sirven mientras nos sirven. ¿Qué significa? Tal vez lo que le quiero decir a mi niño cuando en un viaje me pregunta ¿cuándo llegamos? Y, le digo, siempre sonriendo y sabiendo que aún no lo comprende: llegamos cuando llegamos. Pero eso, siempre, absolutamente siempre, implica que el viaje es como un buen viaje a Ítaca, vale por sí mismo.



miércoles, julio 16, 2014

Reir

Nunca pierdas la oportunidad de reir
Never miss the opportunity to laugh
Nunca perca a oportunidade de rir
Ne manquez jamais l'occasion de rire
Non perdere mai l'occasione per ridere
Verpassen Sie nie die Gelegenheit zu lachen
No et perdis l'oportunitat de riure

Si, como un mantra. Hay que repetir y hacerlo carne. Nos cuesta tanto, nos inhibimos tantas veces. Pero el humor, nunca la burla, son las herramientas más útiles que tenemos para la aventura  permanente de vivir. Humor como forma de ver el mundo y de permitirse que el mundo nos vea. Humor para hacer que el encuentro cotidiano con el otro sean oasis donde los dramas, inevitables, encuentren espacio para que la ternura siempre pueda aparecer. 
Si, reír, como norma, como ofrenda, como posibilidad. No sólo como sonrisa -aunque estas sean tan necesarias-. Permitirnos eso todas las veces que podamos y las otros. Nunca querrá decir que las lágrimas están ausentes, que el sufrimiento no toque -a pesar de todo- nuestras puertas, que a veces duela el mundo o simplemente lo cercano. No, no quiere decir. Reír: intentarlo de una manera elocuente, concreta, sincera, cotidiana, renovada, simple y efectiva. todo es implica solamente el pensar que podemos hacerlo y que nos merecemos el hacerlo. Que la felicidad que genera una risa espontanea, con el humor que nos guste, siempre implica el respeto por el otro que esta enfrente. Por eso siempre se ríe mejor cuando el otro encuentra en el eco de nuestra risa una ocasión más para sentirse feliz.  
Así que hoy, ¿ya reíste?

lunes, julio 14, 2014

Amante


Se escucha, en ocasiones, que a persona que está “estresada” se le sugiera que se consiga un amante. La broma –o consejo- está asociada con el hecho que el amante es un personaje que hace que el placer sexual aparezca como concreto y continuo; además es esa persona va a enaltecer todas las virtudes ocultas y, también, tendrá los detalles de un buen enamorado. Así el amante y los encuentros con él serán como una suerte de oasis donde el desierto de lo cotidiano quedará afuera. Las caricias, los besos, los elogios, la conversación relajada, el goce, la sutil perfección de las imperfecciones que podemos tener: todo eso hace un buen amante. Sumado, como verdad incontestable, que en ocasiones, así es. Un amante, efectivamente, puede ser una energía renovada –o tal vez renovable, porque la energía es de uno- para poder volverse a encontrar con nuevas libertades –para hablar, gozar, sentir y expresar- y, por momentos olvidarnos que somos “mortales” o “morales”, tal vez. Tener encuentros donde podamos sentirnos que podemos imaginar nuevos re-encuentros donde nuestros antiguos vicios se evaporaran, donde los defectos puedan quedar, como la ropa, a los pies de la cama…o mejor en la puerta de entrada –también como la ropa- y así sólo entregarnos al enorme, rico y majestuoso placer de la desnudez, en su sentido más excelso.
Pero nos olvidamos de un hecho muy importante. Los amantes son personas que se encuentran con otras personas. Es decir, que son personas que tienen su historia, su forma de ver el mundo, sus limitaciones, sus virtudes, sus defectos, sus incomodidades, sus preferencias, sus opciones, sus quejas, sus intereses, su moralidad, su ética, sus leyes. Todo eso y más. Ese conjunto de cosas que no podemos evitarnos, son las que, en definitiva, permiten que se produzca nuestra felicidad, nuestras angustias, el placer en todas sus dimensiones y la manifestación real y franca de nuestras emociones.
Estoy convencido que la humanidad toda es capaz de todos los comportamientos sexuales que podemos imaginar y los que aún no imaginamos, como también que el ser humano concreto tiene varias limitaciones para esos comportamientos. Es decir, todos podemos todo pero uno no puede todo lo posible.

En concreto, quiero decir, que todos deberíamos ser capaces de amar y de ser amados y, por ello, de permitirnos eso. Por ello, tenemos derechos de tener uno, varios o ningún amante. De ser los amantes de una sola persona, de varias o de ninguna. Lo único importante es que seamos capaces de hacerlo porque decidimos. Porque nuestra libertad siempre consistirá en poder elegir, a cada instante, lo que hacemos y, por supuesto, lo contrario, elegir lo que no hacemos. ¿Qué somos capaces de elegir? ¿Por qué? ¿Para qué? y, sobre todo, ¿por quien elegimos?

domingo, julio 13, 2014

Futbol

Hoy termina el mundial. Juega Argentina y uno quiere que gane. Seguramente sufriré la tensión del momento. Eso espero y más aún espero que luego la liberación sea la alegría.
El fútbol es un deporte y como tal sirve para canalizar emociones. Si las emociones –que no son tantas- coinciden con la del otro se las comparte y se las potencia. Es así de simple. Son emociones. Pocas personas son tan estúpidas para creer que esa emoción implica un nuevo mundo. Es más hay más persona estúpidas que creen que los que comparten la emoción del momento, por ejemplo, de esta final, son ignorantes de la realidad y se dejan engañar por espejitos de color. Esa gente que se cree inteligente al acusar a los que se “emocionan fácilmente” con esto son, definitivamente más estúpidos.

El fútbol no cambia nada de nada en la vida cotidiana, la que pasa más allá de esos noventa minutos que le dedicamos (ojala ganemos allí, sin tiempo de alargue y – Dios quiera- menos que menos en los penales: necesito mi corazón tranquilo). Pero, como diría Rodin: “útil es todo lo que nos da felicidad”. Así que hoy es esos días que vale “Vamos, carajo, vamos Argentina a ganar”

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