domingo, mayo 19, 2013

Fechas



¿Qué numerito es?, me pregunta el niño de cuatro años refiriéndose a la fecha, que todavía no entiende bien el sentido. Le digo 19 de mayo o "29 de octubre" por ejemplo. El va contento con la respuesta. No es, sin dudas, importante la fecha para él. Pero si el juego de preguntar, de obtener una respuesta acorde y reconocer en ello algo que conoce, algo que comienza a conocer y algo que desconoce pero que no le inquieta.
Fechas que tienen la importancia relativa de las personas y el valor agregado de las personas. Así, hoy 19 de mayo (y también los 29 de octubre) personas celebran, por ejemplo, su cumpleaños (felicidades de paso, debemos decir). Sin embargo, independiente de recordar o no una fecha concreta, de poder definir si el suceso fue en el día tanto o tanto lo que marca los hitos de una vida son los momentos, no las fechas, aunque estas sean más fáciles de señalar, de conmemorar. Los momentos, a diferencia de las personas necesitan, exigen los códigos compartidos de forma concreta. Necesitan dos personas o el recuerdo de una persona sobre dos.
Así, si pensamos nuestras vidas no son las fechas las que marcan nuestra vida sino eventos, sucesos, momentos que, obviamente, pasan en algún momento. Que son recordados porque alguien los recuerda con la intensidad con que se han vivenciado. Son momentos que crean paraísos o cicatrices brutales. Sí, que pasan en fechas, pero que su valor está dado por la profundidad de lo compartido en ese momento.
Nuestra vida sigue siendo ese collar de momentos que acumulamos con los hilos diversos y que sabemos que están allí. Así, hoy sé – busco saber siempre- qué momentos definen el color que toma mi alegría –mismo cuando la oculto-, la validez absoluta de mis lágrimas –aún las de adentro-, la tierna esencia de mis caricias –las dadas, las recibidas y las que siempre esperan-, la profunda claridad de mis sentimientos –aunque sean jeroglíficos-, el oscuro peso de mis miedos, la lozanía perfecta de los orgasmos –siempre orgasmear-, la evidencia asumida de mis limitaciones, la desesperada profundidad de mis necesidades, la siempre renovable capacidad de mi ternura, la insoslayable pertenencia de mis raíces, la razonada incoherencia de algunas de mis actitudes, la eficiente fortaleza de mis corazas, la real amplitud de mis fragilidades, el destino, azar y circunstancia del nomadismo y el sabor incierto, aunque buscado, coctel del avenir.
Si, son los momentos que definen a todo ser humano. Aunque esos sean solo fechas lejanas, recuerdos silenciados, días ignorados, indiferencia cotidiana. Ellos están allí, haciéndonos, una y otra vez.
Por esta fecha y por esos momentos, valga esto.

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