Muchas actividades relacionadas con la tecnología han
utilizado y hasta generalizado el termino en inglés. Aun cuando no todo el mundo
pueda entenderlo. Sharenting es un neologismo inglés, nacido de combinar las palabras
share (compartir) y parenting (parentalidad). Está relacionado con la práctica de
las personas adultas de compartir fotos de sus hijos en Internet por las redes sociales.
En español se habla de “sobreexposición” que ya establece una sensación de disculpa:
yo comparto, pero no sobreexpongo.
Es algo que es muy utilizado. Es fácil entren a cualquier
red social y van a poder comprobar como los adultos comparten imágenes de forma
muy libre. Como si fuera completamente inocuo. Es más, aun mostrando pruebas que
eso produce daño, la gente lo sigue haciendo. Aun reconociendo la autonomía progresiva
que la ley establece para los menos de edad en la Argentina, se suele obviar esta
cuestión cuando se piensa que compartir fotos, videos y demás es parte de una cultura
necesaria. Sumado a ello, obvio, que la tentación de crear una estrella del streaming
y balizar el camino para que esa creatura sea viral y llegue a ser influencer parece
un plato apetitoso. Pero nos quedemos con la primera parte, con los que comparten
fotos y videos de forma inocente, con sincera alegría y hasta con muy buenas intenciones.
Es el momento que la sabiduría popular sentencia, mucho antes de las redes: el camino
al infierno esta pavimentado de buenas intenciones.
Pero lo cierto
que algunas historias detrás de esto son impactantes. En una entrevista en el
diario El país, la española Natalia Díaz, activista contra el ‘sharenting’ nos
sacude con lo siguiente: “Es algo
repugnante, pero no podemos olvidar que el 72% del material incautado en redes
de pedofilia son fotos sin connotación sexual y conseguidas en las redes
sociales de las familias —dato extraído del estudio “Los peligros del sharenting: fraude en línea y
material de abuso sexual infantil”, elaborado por la Universitat Oberta Catalunya en
2023”. Frente a esa realidad, es verdad que muchos padres y madres lo ven como
real, pero mágicamente que no les va a tocar.
En esto, curiosamente, no hay
una versión responsable. Esto es de si o de no. Compartes en redes o no lo
haces. Si lo haces, lo expones a diferentes situaciones potenciales. Es más, no
es novedad lo que digo, es muy conocido, pero, la presión social funciona. Tal
vez, una publicidad sobre una niña (ella), que con IA la hicieron de 30 años y
que esa imagen les hablaba a sus padres en un cine, donde habían ido: Es
impactante, “ella” les dice como esas imágenes inocentes han sido usadas. Un
modo impresionante de hacerlos tomar conciencia. Pero la gente lo seguirá
haciendo, no cree que eso les toque, pero se trata de prevenir, como siempre
tratamos de hacer.
Definitivamente, hay mucho que
hacer, comprender que debemos cuidar, en todo sentido, a los niños y
adolescentes y, entre otros lugares, en las redes hay buena cantidad de
peligros. Se trata de ver cómo protegerlos, darles herramientas (Educación
sexual integral, urgente) y acompañarlos a desarrollar su propia ciudadanía
digital, tan presente en la actualidad y que, simplificando se refiere al
conjunto de derechos y responsabilidades que las personas tenemos en el entorno
digital.
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