miércoles, octubre 02, 2024

Sharenting


Muchas actividades relacionadas con la tecnología han utilizado y hasta generalizado el termino en inglés. Aun cuando no todo el mundo pueda entenderlo. Sharenting es un neologismo inglés, nacido de combinar las palabras share (compartir) y parenting (parentalidad). Está relacionado con la práctica de las personas adultas de compartir fotos de sus hijos en Internet por las redes sociales. En español se habla de “sobreexposición” que ya establece una sensación de disculpa: yo comparto, pero no sobreexpongo.

Es algo que es muy utilizado. Es fácil entren a cualquier red social y van a poder comprobar como los adultos comparten imágenes de forma muy libre. Como si fuera completamente inocuo. Es más, aun mostrando pruebas que eso produce daño, la gente lo sigue haciendo. Aun reconociendo la autonomía progresiva que la ley establece para los menos de edad en la Argentina, se suele obviar esta cuestión cuando se piensa que compartir fotos, videos y demás es parte de una cultura necesaria. Sumado a ello, obvio, que la tentación de crear una estrella del streaming y balizar el camino para que esa creatura sea viral y llegue a ser influencer parece un plato apetitoso. Pero nos quedemos con la primera parte, con los que comparten fotos y videos de forma inocente, con sincera alegría y hasta con muy buenas intenciones. Es el momento que la sabiduría popular sentencia, mucho antes de las redes: el camino al infierno esta pavimentado de buenas intenciones.

Pero lo cierto que algunas historias detrás de esto son impactantes. En una entrevista en el diario El país, la española Natalia Díaz, activista contra el ‘sharenting’ nos sacude con lo siguiente: “Es algo repugnante, pero no podemos olvidar que el 72% del material incautado en redes de pedofilia son fotos sin connotación sexual y conseguidas en las redes sociales de las familias —dato extraído del estudio “Los peligros del sharenting: fraude en línea y material de abuso sexual infantil”, elaborado por la Universitat Oberta Catalunya en 2023”. Frente a esa realidad, es verdad que muchos padres y madres lo ven como real, pero mágicamente que no les va a tocar.

En esto, curiosamente, no hay una versión responsable. Esto es de si o de no. Compartes en redes o no lo haces. Si lo haces, lo expones a diferentes situaciones potenciales. Es más, no es novedad lo que digo, es muy conocido, pero, la presión social funciona. Tal vez, una publicidad sobre una niña (ella), que con IA la hicieron de 30 años y que esa imagen les hablaba a sus padres en un cine, donde habían ido: Es impactante, “ella” les dice como esas imágenes inocentes han sido usadas. Un modo impresionante de hacerlos tomar conciencia. Pero la gente lo seguirá haciendo, no cree que eso les toque, pero se trata de prevenir, como siempre tratamos de hacer.

Definitivamente, hay mucho que hacer, comprender que debemos cuidar, en todo sentido, a los niños y adolescentes y, entre otros lugares, en las redes hay buena cantidad de peligros. Se trata de ver cómo protegerlos, darles herramientas (Educación sexual integral, urgente) y acompañarlos a desarrollar su propia ciudadanía digital, tan presente en la actualidad y que, simplificando se refiere al conjunto de derechos y responsabilidades que las personas tenemos en el entorno digital.

Ahora bien, la pregunta clave que debemos responder los adultos es la misma de siempre: ¿Cómo hacemos para que nuestros hijos tengan la mejor autonomía emocional posible para que se sientan capaces, libres, amados y protegidos? No hay una respuesta tipo manual, una receta única, dado que cada cual conoce el universo que le toca y las circunstancias que los afectan, seamos respetuosos y conscientes de esto. Pero, lo que si sabemos hoy con certeza que el sharenting no está en ninguna receta saludable.  

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