miércoles, julio 20, 2016

Carta Pública al amigo que nunca fue


Confieso que te tengo cariño. Quizás eso sea debido a cierto sentimentalismo que uno agarra en la adolescencia, hasta allí remonta nuestra siempre llamada amistad y son más de treinta años lo que pasaron desde el inicio. Pero hace unos días tuve un despertar, podríamos decir. Me pasó algo muy bueno, me llegó una noticias de esas que se deben compartir y me di cuenta que no tenía ganas de compartirla contigo. Tampoco me va  a molestar que la conozcas. Es más, ya sé que la conoces por otras bocas. Seguramente te alegrarás como uno se alegra que pasen cosas en el mundo. Pero no quise compartirla como lo que se debería hacer. El contarla a quien uno siente que es su amigo. Aquel que uno quiere contarle lo bueno porque ya se compartió siempre lo malo y porque uno encuentra en el rostro del otro la felicidad que uno siente que debería tener.
No, no quise compartirla. Fue allí que me di cuenta que en realidad ya no importaba. Como dicen, me cayó la ficha y de repente todo se hizo claro. Nunca estuviste en las 6 o 7 veces importantes que necesité tu ayuda, pudiendo estar. Te aprovechaste de las excusas para no estar. Siempre tuviste una crítica para mi aspecto y, confieso, no me acuerdo de tu alegría ante mis logros, que tampoco fueron muchos.

“Muerta ya la amistad huele igual que el fracaso” dice Sabina. Ni eso. Imaginé una amistad que nombramos cuando adolescentes y que creo que nunca hiciste nada para que sea. Duro, como evidente. A hacerse cargo, diríamos.

Bueno de todos modos, tampoco es que esto sea algo que merezca mucho más que eso, una simpática declaración adolescente que no tuvo posibilidad de ser nada. Aunque eso no quita, te tengo cariño y me alegré por tus logros y hasta traté de estar en tus pesares. Quizás no lo logré. Tú debes juzgarlo. Cuando mires tu espejo lo sabrás, como esta vez yo lo supe. Después, será nostalgia de la terrible por lo que perdimos o, simplemente, la alegría de saber que nos equivocamos, no teníamos madera para ser amigos. Darse cuenta es bueno, permite reconocer a los verdaderos amigos. Esos que siempre tienen una buena madera. Ojalá, sea eso para algunos de los que  me llaman amigo, aún.


Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...